
El reloj astronómico de Praga
Sostén la mano del primer apóstol que intenta mirar desde lo alto el astrolabio; los once que le siguen, pasean con idéntica continuidad el correr del tiempo...
Desde su encierro de palabras, cada sesenta minutos salen a saludar a los paseantes por Praga, precedidos por el musical badajo.
Ellos no estuvieron en la cena por compartir la astrología, negárosle el pan por derramar el vino, son compañeros del filósofo el ángel, el astrónomo y el cronista; la torre los encierra, la torre los libera.
El tiempo sideral acuesta al sol, que con reflejos lilarojizos besa el Moldava, con reflejos de oro acaricia al seductor puente Carlos que abraza Bohemia y Wysêhrad, con reflejos de plata le da paso a la luna que se despereza sobre la plaza Wenceslao, mientras el nieto de la reina Ludmila, montando su caballo protege el dominio del Museo Nacional.
Música clásica envuelve el aire y le susurra a la noche de Praga desde las iglesias, al tris que el viento apasionado de granate y ámbar atraviesa la ciudad vieja oliendo a gulasch.
El famoso reloj de Praga, de tiempos medievales, tiene tres componentes principales: el cuadrante astronómico, con forma de astrolabio, que indica las horas y representa las posiciones del sol y de la luna; las figuras animadas, que incluyen al Paseo de los Apóstoles, y el calendario circular.






