Semana Santa: 5 lugares de Córdoba que vas a querer visitar
Desde la ciudad capital, con mucho patrimonio jesuítico, hasta parapente en las sierras, pasando por propuestas gastronómicas de calidad; opciones para todos los gustos
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CORDOBA.- Para la Semana Santa, la provincia de Córdoba está tradicionalmente entre los destinos más elegidos para una escapada. El otoño es una época que permite caminatas y trekking por las sierras, pero también recorrer las ciudades y gozar de las propuestas culturales y gastronómicas que, por estos días, se multiplican. Una ventaja extra es que, instalados en el lugar elegido, los visitantes tienen la posibilidad de hacer excursiones por unas horas o por un día completo a otros no muy distantes.
1. Ciudad de Córdoba
La capital provincial es un “imperdible” en estos días. Quienes lleguen pueden recorrer la Manzana Jesuítica, designada patrimonio de la humanidad por Naciones Unidas. Los jesuitas se instalaron en 1599 en lo que por entonces era un caserío de 300 habitantes y, desde allí, controlaron toda la Gobernación Jesuítica hasta el Paraguay y, hacia el sur, hasta el límite de los territorios de la corona española. La Iglesia de la Compañía de Jesús es una “perla” de la arquitectura colonial; también se pueden recorrer el Museo Histórico, la biblioteca de la Universidad Nacional, el Colegio Nacional de Monserrat y el Museo San Alberto (primera sede del Colegio Convictorio).
La Catedral, el Museo de Arte Religioso Tejeda y los museos Marqués de Sobremonte, de Bellas Artes Evita-Palacio Ferreyra, el Emilio Caraffa, el Dionisi y el Centro de Arte Contemporáneo Chateau Carreras. Muy aconsejable es realizar la visita a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de los Padres Capuchinos, construida por el arquitecto Augusto Ferrari. Hay, incluso, un recorrido que permite subir a una de sus torres y acceder a lugares que, de otra manera, no son públicos.
La Feria Internacional de Artesanías es una propuesta que se suma a la Semana Santa: se realiza en el Complejo Ferial (frente al estadio Mario Kempes y del parque del mismo nombre). Además, desde la ciudad y, en una media hora, se puede ir, por ejemplo, a Alta Gracia (con una variada oferta gastronómica y cultural); Villa Carlos Paz o a Unquillo y Río Ceballos.
2. El Durazno
A 130 kilómetros de la ciudad de Córdoba está El Durazno, un remanso de aguas de vertiente y ollas profundas. Es un pequeño paraje antiestrés que cuenta con alojamiento de primer nivel y una casa de té que atrae visitantes todo el año. Está muy cerca de Yacanto de Calamuchita, y a 36 kilómetros de Santa Rosa de Calamuchita; 100 de Villa General Belgrano y 142 de La Cumbrecita.
En medio de las Sierras Grandes de los Comechingones, por El Durazno se pueden realizar caminatas, bicicleteadas y cabalgatas; cuenta con senderos en un extenso bosque de pinos y la reserva natural Los Cajones, además del paisaje más agreste y muy cercano de San Miguel de los Ríos.
La Casa de Té Lahuen es una tradición en el lugar; parece salida de un libro de historias para chicos con sus duendes en la cabaña de madera construida en medio del bosque. En el pueblo también hay una feria de artesanos con lugareños que es muy linda para pasear y comprar cosas típicas.
3. San Javier y Yacanto
A unos 220 kilómetros de Córdoba Capital, en el Valle de Traslasierra, San Javier y Yacanto conjugan el relax histórico del noroeste provincial con senderismo, artesanías, bodegas (hay tres: Aráoz de La Madrid, La Matilde y El Noble), gastronomía serrana y diseño. El cerro Champaquí es una atracción más para el trekking que se suma a la Quebrada de Ambrosio, el cerro de la Cruz, el sendero del Faldeo y el Puesto Ferreyra.
La antigua iglesia, almacenes de ramos generales y una pulpería se mezclan con locales que -respetando la construcción tradicional- ofrecen objetos de diseño, tejidos, dulces y licores. En el recorrido, entre las casas de adobe se pueden encontrar algunas de estilo inglés del siglo XIX.
Yacanto cuenta con un campo de golf de 9 hoyos y par 71; está en el hotel del mismo nombre. Se pueden alquilar equipos y tomar clases.
4. La Cumbre
El rincón “inglés” en Córdoba es La Cumbre. Nació a fines de 1890 en torno del ferrocarril, que trajo trabajadores ingleses que terminaron quedándose. Desde siempre fue elegida por las familias de apellidos más distinguidos de Buenos Aires para venir a pasear; muchas de las casonas llevan el sello del arquitecto Carlos Thays (el diseñador del Jardín Botánico porteño).
El Golf Club, fundado en 1924, sigue convocando a los interesados en ese deporte de todo el país. En La Cumbre viven más de medio centenar de artistas, cuyos atelieres suelen estar abiertos al público. Fue el lugar elegido por Miguel Ocampo para vivir unos 30 años y su museo es un atractivo que no se debe dejar pasar. El otro, sin dudas, es la casona de Manuel Manucho Mujica Lainez, quien vivió con su esposa, Ana de Alvear y sus tías.
Casas de tés y restaurantes aprovechan el patrimonio edilicio de inicios del siglo XX. La ciudad cuenta con el Museo de Motos y Bicicletas Antiguas y el Cristo Redentor es un clásico para una caminata.
Se puede practicar parapente en Cuchi Corral (a ocho kilómetros) o recorrer la reserva de monos Carayá. Apenas a seis kilómetros está Villa Giardino, es recomendable hacerlos por tierra, por El camino de los artesanos o La Punilla, incluye una amplia muestra de textiles, objetos en plata, pinturas, esculturas y también opciones gastronómicas.
5. San Marcos Sierras
Especial para el turismo ecológico, San Marcos Sierras, a 138 kilómetros de Córdoba, en el norte del Valle de Punilla, es una alternativa ideal para el “desenchufe”. Todo allí se mueve lento, sin alteraciones.
Su casco céntrico -apenas unas pocas manzanas- es colorido, de fachadas coloniales y guarda los aires de varias décadas atrás. Frente a la plaza principal, Cacique Tulián, está la capilla de piedra y adobe de 1734. Hay que caminar un poco para encontrarse con el único Museo Hippie del mundo.
El pueblo es un área natural protegida. En los senderos que recorren los alrededores del río San Marcos se pueden ver morteros de pueblos originarios, una acequia de riego y un antiguo molino. También se puede ascender al cerro de La Cruz, un puesto para los mejores atardeceres; también en altura están los miradores de la Espina y del cerro Alfa.
Los locales aseguran que no hay mejor miel que la de San Marcos; el pueblo es la “capital provincial” de esa producción y ofrece variedades orgánicas de distintas flores y en distintos preparados.
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