Sexo: "Tengo más ganas que él"
Digámoslo: estás horny todo el tiempo. ¿Qué hacer cuando él no puede seguirte el ritmo del deseo?
A lo largo de nuestra vida, escuchamos más de una frase relacionada a los hombres (y mujeres) y su relación con el sexo. Frases del estilo “es lo único que ellos quieren”. Frases que los posicionaron como machos que estaban (o debían estar) siempre listos para el oficio amatorio.
Sin embargo, las nuevas generaciones nos fuimos encargando de ir contra los estereotipos que nuestra cultura planteó. La mujer que hoy se planta de modo diferente en distintos ámbitos de su vida también lo hace en la cama. Sabe qué le gusta, cómo, con qué frecuencia.
Parece un poco obvio, pero, aunque sea una definición obsoleta y retrógrada, la mujer que hoy habla abiertamente de su sexualidad, su calentura y sus ganas antes era “una bombacha floja”. Pero asumirnos como seres incluso más sexuales que nuestras parejas puede ser el inicio de una búsqueda que nos conecte más con nosotras mismas y nos pida un diálogo más genuino con el otro.
Bajar la exigencia
Dejando de lado los estereotipos, lo que sí es cierto es que las mujeres son las que suelen presentar una mayor baja de deseo sexual en comparación con los hombres, y que esta cuestión es la que puede llevarnos a ponernos en alerta y preguntarnos qué pasa cuando son ellos los que no tienen las mismas ganas.
También es cierto que no hay una mujer ni un hombre igual que otro. No funcionamos sexualmente de la misma manera con una u otra persona. Ni que hablar de los momentos: si no somos las mismas en los 28 días de nuestro ciclo menstrual, mucho menos vamos a serlo en las etapas que vamos atravesando con nuestro hombre, y él tampoco.
Con esto en mente, está bueno pensar si no estamos en un momento en el que tenemos que tomar más protagonismo y ser nosotras las que activemos. Tal vez él tenga su libido depositada en un nuevo proyecto laboral o esté preocupado por alguna situación momentánea. Seguramente esto también vaya a pasarte en otro estadio de la relación. A veces no hay una baja sexual, sino una alternancia de roles. Hay que entender que el deseo fluctúa y ser cuidadosas con la exigencia con el otro y con lo que esperamos en la cama. ¿O nos estamos haciendo las cancheras y en realidad seguimos apegadas a la idea de que ellos son como los boy scouts?
¿Es un tema generacional?
El mundo millennial, con sus estímulos excesivos, genera más desencuentros en el plano del deseo. Antes, el único “juego” que los adultos tenían permitido era el sexo; en el siglo XXI, son todos. El ocio es casi obligatorio. Sumado a esto, el hombre suele ser más lúdico y mucho más lineal en su forma de pensamiento. Por eso, él puede llegar del trabajo, jugar a la Play, encargarse de alguna tarea del hogar y disponer de menos energía para un nuevo juego. “¿Miramos una serie?”, propone. Un plan con mínimo esfuerzo, que entretiene y produce placer ilimitado sin frustraciones: si querés más, lo único que tenés que hacer es apretar “next”.
Buscar qué hay detrás
El deseo sexual está atravesado por mil variables y condicionantes. ¿Quién mejor que nosotras para saberlo? Algunos de estos factores son positivos –es sabido que el verano y el calor también ayudan a que la libido esté más arriba–; otros, como el estrés, pueden ser muy negativos y dejarte sin ganas. Si registrás que tu hombre ya no reacciona de la misma manera cuando lo buscás o no es generador de encuentros, quizás esa sea la causa. La presión laboral y las preocupaciones económicas pueden estar detrás de su falta de deseo.
Cuando el factor afectivo es lo que ordena y predomina en la relación, los conflictos de pareja –incluida la infidelidad– son otra de las cuestiones que se hacen evidentes en la cama.
También puede que existan otras causas emocionales, como depresión, baja autoestima o algún proceso de duelo. En estos casos, el entendimiento y la compañía son claves si tu hombre está pasando por un momento en el que no puede desplegar plenamente su energía sexual.
Por último, no descarten factores orgánicos como desórdenes hormonales (testosterona baja) o disfunciones sexuales que lo lleven a evitar encuentros sexuales para no exponerse. En estos casos, la consulta médica es clave para brindar ayuda.
¿Y ahora qué hago?
Por oposición, también puede aparecer el pensamiento “¿qué onda, ya no lo caliento?”, que nos pone más proactivas e, incluso, más horny, y tratamos de cortejar con más empeño. Esto se da especialmente cuando la situación impacta directamente sobre nuestra autoestima o ego. Incluso llegamos a sentirnos rechazadas y podemos enojarnos con la situación, yendo al choque e interpelando al otro. No dejemos que eso escale. Tenemos que trabajar cierto grado de libertad emocional para entender que no es que nuestra pareja no nos quiere, sino que no tiene deseo sexual en ese momento determinado o que maneja una intensidad sexual más baja que la nuestra. Efectivamente, puede pasar que seas más intensa que él y ahí tengas que analizar qué hacer, teniendo en cuenta si tu necesidad es más imperante que otras cuestiones de la pareja o no.
Sea cual sea la razón de esta asimetría, es importante que la registres y, si se sostiene y te causa algún enrosque o no te cierra, proponer una visita a un sexólogo o sexóloga. Ojo: sé cuidadosa cuando plantees el tema y no lo hagas desde el reproche o la insatisfacción.
La sexualidad no es lo mismo que un análisis de sangre, en el que se mide cuántos glóbulos rojos hay por milímetro, no hay respuestas generales sino íntimas: entre los dos pueden ajustar sus deseos y expectativas y ver si, moviendo algunas fichas, lográs sentirte más plena en este aspecto. Antes, los hombres tenían que estar al palo todo el día, mientras que las mujeres debían acompañar o decir que les dolía la cabeza. Hoy, ellos tienen derecho a no tener ganas y nosotras, a mostrarnos activas y deseantes.
El deseo no aparece por arte de magia
Por Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga. Directora de Clínica de Parejas.
El deseo sexual es pensado y comprendido como algo espontáneo, natural, que nos pasa a todos y que suele mantenerse relativamente en las mismas condiciones. Sin embargo, el deseo fluctúa, es vulnerable a las diferentes crisis vitales (el nacimiento de un hijo, una mudanza, una pérdida) y a factores orgánicos (como desbalances hormonales o enfermedades). La realidad es que a lo espontáneo y natural hay que empezar a brindarle ayuda con el correr del tiempo. Es más, el deseo sexual disminuye si no se lo activa regularmente, y el único momento de la vida en el que puede ser pensado como espontáneo es la adolescencia. Con la rutina, el día a día, las obligaciones y el pasar de los años, el deseo sexual disminuye y, para recuperarlo, hay que ir a buscarlo. Hay que pensar en mimarse, abrazarse y besarse más, y promover momentos de encuentro para que ese motor vuelva a ser puesto en marcha •
¿Te pasó algún tipo de situación así con tu pareja? ¿Cómo lo encaraste? También leé :¿Te sentís alejada de tu pareja? Volvé a acercarte y Entrená tus partes íntimas con el kung fu vaginal
Expertos consultados: Miguel Spivacow, psiquiatra y psicoanalista de pareja y familia, autor de La pareja en conflicto y Clínica psicoanalítica con pareja; María Silvina Valente, sexóloga y Patricia Faur, psicóloga.
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