Uniformados
"Acá nos vestimos todos iguales", me dijo un amigo hace unos días, de regreso de su primera experiencia neoyorkina. "Jean como base, sweater o remera, algo en los pies y listo", terminó de afirmar. Le di la razón, porque cuando tuve la oportunidad de viajar noté lo mismo: vestidos de fiesta a las 10 de la mañana, colores y texturas con los que es imposible cruzarse en Buenos Aires y estilos de lo más variados que conviven a la perfección, incluso en una misma persona. Y nadie mira raro a nadie. Hasta los que usan traje resultan menos aburridos. Es posible que nuestra morfología esté adaptada a lo que se consigue en los negocios, pero no siempre es así. A veces, simplemente, nos basta con vestirnos igual al que tenemos al lado, que a su vez se puso lo mismo que otro, y que otro, y que otro, y así. "Se usa" como única explicación a todo. Casi la única división existente pasa por ser cheto o grasa. La grieta también está en la moda.
Cuando se habla de las camperas de pluma -tan fáciles de ver en cualquier calle de Buenos Aires por estos días fríos- la discusión parece ir hacia el lado de cuál es la original y cuál la imitación. La marca japonesa Uniqlo se ganó la tapa de la revista Time por esta prenda emblemática de su catálogo, pero fueron otra marca y un modelo masculino impensado quienes la pusieron en boca de aquellos otros más alejados de los viajes (y las marcas importadas) y de las últimas tendencias. Cuando hace unos días en una charla dije que Rodolfo Arruabarrena, el director técnico de Boca, había puesto de moda este tipo de camperas, varios respondieron "no, fue Uniqlo". Tenían razón, pero la moda surge en la calle, y salvo que yo me haya cruzado con todos los argentinos que viajaron a Nueva York y compraron en locales de esa marca, lo cierto es que la invasión de camperas canelón es producto de otras marcas que fabrican el mismo modelo.
El hashtag #LaCamperaDelVasco fue trending topic en Twitter, y si bien hubo algo de marketing por detrás, también hubo mucho de suerte y éxito deportivo, porque fue una racha ganadora de Boca la que determinó que la campera debía tener la carga simbólica de ser la cábala oficial."La campera estaba en los locales desde el año pasado y se la dimos al Vasco en marzo o abril, pero la seguidilla de partidos ganados hizo que cobrara un protagonismo insólito, y todos querían saber de qué marca era", cuenta Brian Bigio, de Airborn, la marca en cuestión. "Ahí fue que decidimos salir a contar que era nuestra, y aunque habíamos duplicado la compra del año pasado, en pocos meses se agotaron", agrega. "En 2014 fueron modernas e innovadoras, este año fueron moda", sentencia.
"La venta de camperas de pluma venía aumentando en los últimos años, pero este año ya se agotaron", me cuenta Máximo Maggio, responsable de marketing de The North Face, una marca de ropa orientada a la montaña y el camping, pero que se adapta bien al estilo casual urbano. A diferencia de Uniqlo y Airborn, The North Face considera que lo suyo no es moda, sino practicidad. "Creo que tiene que ver mucho con una moda que empezó en Nueva York hace tres años, pero también con el aprendizaje del consumidor", agrega Maggio. Estas camperas tienen la particularidad de ser muy abrigadas y muy livianas a la vez, porque es la pluma de ganso la que actúa para retener el calor del propio cuerpo.
Juguemos: quiénes son los que menos gastaron (U$S80), pero que viajaron; quiénes son los que miran fútbol y que pagaron $2600 antes de agotar todas las camperas; y quiénes son los que invirtieron $5000 para ganar practicidad? La marca es un detalle dentro de un contexto visual en el que todos parecen muñecos Michelin coloreados. Bien abrigados, eso sí, pero bastante parecidos.
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