Walter Ríos en Israel
Walter Ríos trabajaba en París cuando fue invitado por primera vez a Israel. Era 1984, había un Festival de Cine Argentino en Tel Aviv y él tocaría el bandoneón. Fue un viaje breve en el que, sobre todo, se reencontró con argentinos.
Volvió a París sin saber que en realidad ése había sido sólo un viaje introductorio. A partir de un encuentro posterior con Susana Rinaldi -con quien en estos días prepara un viaje en el que tocará en el Festival de Jazz de Suecia y con la Sinfónica de Finlandia- la posibilidad de Israel volvió a instalarse en su vida.
Viajó para tocar en una obra de teatro cuya dirección musical estaba a cargo de Yoni Rejter y para, de alguna manera, difundir un instrumento poco frecuente en territorio oriental.
Dice Walter R. que hasta entonces, en Israel sólo habían tenido una presentación del Sexteto Mayor y un recital de Piazzolla en el Auditorium de Tel Aviv.
Después del ensayo
"Esa posibilidad de presentar el bandoneón fue para mí algo que se agregó a un viaje sumamente importante en muchos aspectos. Aquella segunda vez ya no había una mayoría de argentinos y latinoamericanos entre el público; esta vez los israelíes eran muchos más y yo percibía la comunicación que se iba dando con ellos."
Después de una serie de recitales iniciales, Walter R. empezó a ensayar con los músicos y el elenco de Ghetto Vilma , la obra de teatro para la que había sido contratado. Le ofrecieron la posibilidad de instalarse en Haifa, porque allí se estrenaría la obra, pero prefirió quedarse en Rehovot, una ciudad chica ubicada 40 km al sur de Tel Aviv.
"Esa elección me obligaba a hacer un largo viaje diario -cien kilómetros de ida y cien de vuelta hasta Haifa-, pero a mí no me importaba. Al contrario, disfrutaba mucho ese trayecto. Me venía a buscar un sheirut -una especie de colectivo- y yo hacía toda esa primera parte del trayecto mirando. Pronto la ruta se acercaba al Mediterráneo y yo veía el mar de un lado, Israel del otro: una serie de pueblos chiquitos que se iban sucediendo en cadena.
"En Tel Aviv solía terminar la parte introspectiva del viaje. Allí buscábamos al resto de la compañía y nos íbamos todos juntos hasta Haifa. Las primeras veces sólo podía hablar con una de las actrices, que hablaba algo de castellano. Solíamos hablar de la obra, cuyo argumento estaba basado en un hecho real: hacía referencia a un ghetto de Polonia que estuvo conformado en su totalidad por músicos y actores. La noche del estreno fue muy emocionante; vinieron algunas personas que habían estado en ese mismo ghetto y habían sobrevivido al exterminio. Algunas pocas veces decidí hacer ese mismo viaje diario en tren, para ver otra cosa, para inmiscuirme más en la vida cotidiana de la gente. La mayoría de los que viajaban en esos trenes eran soldados. La presencia del conflicto bélico es algo que se ve, que se vive en forma permanente en Israel. Pero hay algo extraño en eso, algo que hace que ese estado no se viva ligado a la paranoia, sino a la solidaridad."
Después del estreno en Haifa, Walter R. salió de gira por otras zonas de Israel. En los pueblos ubicados junto al Mediterráneo se levantaba al alba y se iba a la playa, pero no se dedicaba a la contemplación melancólica: le gustaba escarbar. Así encontró en la arena una vasija antiquísima.
Luego no pudo -ni quiso- sustraerse a la atracción de Jerusalén.