Calma y tono monocorde para afrontar la adversidad
Fueron quince segundos que parecieron una eternidad. El radical Ernesto Sanz acababa de entregar a Daniel Reposo un documento de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que certificaba que el candidato a procurador no había concluido un curso de actualización en derecho societario que figura en su currículum. Después de la larga pausa que pareció alterar los nervios de todos, el titular de la Sigen terminó aceptando que era cierto que nunca había rendido el examen final. "Hice la totalidad de las materias", se defendió, con el tono monocorde y la cara ausente de gestos que tuvo durante toda la audiencia.
El tropiezo, comidilla de los diputados opositores sentados en primera fila, fue aprovechado por los radicales Sanz y Gerardo Morales para poner al candidato contra las cuerdas. Pero lejos de mostrarse ansioso por rebatir las acusaciones, cada vez que parecía acorralado el candidato se tomaba su tiempo para contestar. "Voy a pasar a dar las respuestas", o "ya paso a responder", fueron algunas de las fórmulas a las que acudió y que le permitieron ganar algunos segundos antes de cada intervención. Nunca perdió la calma. Casi siempre habló pausado, como buscando las palabras a medida que formulaba la respuesta. En varias ocasiones, respondió cuestiones que no tenían que ver con la pregunta, como cuando, ante un interrogante sobre la libertad de prensa, vinculó los casos de mujeres prendidas fuego por sus parejas con la problemática de la inflación penal.
En uno de varios titubeos, y luego de una contestación poco clara sobre una reciente resolución de la Procuración General de la Nación, Sanz se quejó a los gritos de que el kirchnerista Miguel Pichetto, sentado cerca de Reposo, le estaba "dando letra". Pichetto se sonrió, pero nunca desmintió las palabras del radical. El candidato tampoco pidió la palabra para aclarar. La cancha parecía inclinada y la defensa de Reposo no mostraba reacción.
El clima, en varios tramos tenso, no se trasladó, sin embargo, al ánimo del candidato, que nunca levantó el tono. Sólo se mostró emocionado, y con la voz quebrada, cuando dijo estar "orgulloso" de la tarea que había cumplido como síndico en Papel Prensa. Según Reposo, esa función fue la causa de la "campaña de difamación" en la que dijo ser víctima de Clarín y de LA NACION.
Durante las más de diez horas que llevó la audiencia, el jefe de la Sigen sólo se levantó dos veces. Había llegado puntual y antes de comenzar recibió el saludo afectuoso de varios senadores del oficialismo. "¡Fuerza, compañero!", lo motivó el tucumano Sergio Mansilla. La jujeña Liliana Fellner le recomendó, imitando la postura clásica de meditación del yoga, que mantuviera la calma. No era para menos. La audiencia comenzó con la lectura del currículum del candidato y de las 17 impugnaciones. Cuando el locutor mencionó la conferencia con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en la que Reposo primero dijo haber sido "disertante" y luego sólo "participante", el jefe de la Sigen tenía la mirada clavada en su iPad. No se le movía un músculo de la cara. En el escritorio también había un ejemplar de la Constitución.
Con varias carpetas, sentado un metro detrás de Reposo, estaba el secretario de Legal y Técnica de la Sigen, Miguel Angel De Virgilis, quien ofició de asistente del candidato. Ex subsecretario de Trabajo del gobierno de Mauricio Macri, De Virgilis fue acusado por la oposición porteña por el derrumbe de una obra en construcción en Villa Urquiza, en agosto de 2010.
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