Críticas a EE.UU. por la crisis argentina
NUEVA YORK.- La declaración de cesación de pagos de la deuda externa de la Argentina marca el final de un fallido experimento económico que le ha costado mucho a este país. Pero también es un golpe para los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, que habían puesto en juego mucho de su credibilidad y prestigio aquí, y que sin embargo se mostraron reacios a ayudar cuando las cosas comenzaron a desmoronarse.
"Creo que esto va a acabar siendo una experiencia muy costosa para los Estados Unidos", dijo Walter Molano, jefe de investigaciones de BCP Securities, una firma de brokers establecida en Connecticut cuya actividad se concentra en América latina. "Fue claramente el Departamento del Tesoro el que empujó a la Argentina al abismo y permitió que colapsara, así que creo que alguien se va a tener que hacer responsable de esto".
Hace una década, la Argentina decidió atar el valor de su peso al dólar, a un valor de uno a uno, una decisión que primero redujo la inflación rápidamente e impuso una disciplina fiscal, pero eventualmente llevó al país a su crisis actual.
La administración de Bush padre había insistido fuertemente en la aplicación de esta medida en la Argentina, y los Estados Unidos intentaron imponer el mismo sistema a otros países latinoamericanos en situación difícil.
Se puede atribuir responsabilidades a muchas personas. Pero desde el comienzo, la administración de Bush hijo prefirió ignorar el antiguo rol de los Estados Unidos como defensor y animador de esta política y distanciarse lo más posible de los crecientes problemas de la Argentina. El comentario más insensible provino del secretario del Tesoro, Paul H. O´Neill, quien con sus declaraciones ayudó a acelerar la fuga de capitales y la pérdida de confianza.
"Se han estado metiendo en problemas por setenta años o más", dijo indiferente O´Neill en una entrevista otorgada a la revista inglesa The Economist. "No tienen una industria de exportación en lo absoluto. Y así les gusta. Nadie los obligó a ser lo que son."
Lo que no dijo O´Neill
Sin embargo, lo que faltó en el análisis de O´Neill fue hacer una referencia a los altos aranceles que Estados Unidos impone a las exportaciones de la Argentina o la aversión a rebajar las barreras comerciales para ayudar a que la Argentina pueda recuperarse.
La administración de Bush hijo tampoco ha ayudado demasiado a "crear alguna especie de marco de trabajo para que el sistema internacional responda de alguna manera, en lugar de decir que es su problema", afirmó Peter Hakim, presidente de Inter-American Dialogue, una mesa de diálogo de líderes del hemisferio con sede en Washington.
Como resultado de esto "los argentinos estaban operando en un vacío, sin una clara idea de lo que los Estados Unidos estaban pensando y qué estaban dispuestos a hacer para ayudar", dijo Hakim. "Lo que hubo fue pasividad: Estados Unidos no se quiso comprometer y se hizo a un lado".
Tomando la orientación marcada por la administración de Bush hijo, el Fondo Monetario Internacional siguió "elevando la barrera" contra la Argentina, exigiendo ajustes cada vez más duros a cambio de seguir desembolsando el dinero ya prometido. A esto siguió la declaración pública del Fondo el 18 del actual de falta de confianza en las autoridades argentinas, lo que ayudó a acelerar la caída del gobierno.
"Es evidente que esta combinación de política fiscal, la deuda y el régimen de cambios no es sostenible", dijo Kenneth Rogoff, el principal economista del Fondo Monetario Internacional. También sostuvo que "todos reconocen que a la larga el problema está en la Argentina", una declaración que no pareció valedera a otros gobiernos de la región.
"El Fondo tiene en parte la culpa por esto porque no hizo sonar la alarma en el momento adecuado y luego tomó una línea muy dura cuando las cosas se pusieron increíblemente difíciles", dijo Pedro Pablo Kuczynski, ministro de Economía de Perú, que a su vez ha tenido recientemente reuniones con la organización financiera mundial.
Pero el abandono de la Argentina representa más que una falla en la política económica. También tiene un efecto estratégico, porque confirma al resto de América latina lo que muchos líderes siempre han mantenido: que los Estados Unidos son un aliado inconstante y poco confiable.
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