El nuevo Senado mantiene las viejas mañas
Cambiar las mañas del viejo Senado dependerá pura y exclusivamente de la voluntad política de los nuevos legisladores que asumieron sus bancas el 10 de diciembre último. Por lo menos, de ellos dependerá modificar la historia de gastos y privilegios que heredaron y que debería ser una de las tareas por encarar en forma prioritaria en el marco de la reforma que, todos anuncian, comenzarán a poner en práctica dentro de 60 días.
El miércoles último hubo algunas señales en ese sentido -marcha atrás en medidas administrativas costosas y reducción del 50 por ciento de los dos nombramientos que tenía cada presidente de comisión permanente-, pero todavía queda mucho camino por recorrer.
De otra manera no se puede entender como en épocas de déficit cero y rebajas salariales en la administración pública, un senador de la Nación pueda llegar a embolsar más de 10.000 pesos por mes, aunque después de las últimas medidas no los puedan recibir en efectivo.
Esa cifra es la que se declara en una suerte de instructivo que recibió cada uno de los nuevos legisladores en el momento de asumir. Se trata de una carpeta prolijamente anillada que, con el nombre de "Ingreso a la Cámara", detalla todos los beneficios y restricciones que recibirán como integrantes del nuevo Senado, pero que, en realidad, no son más que la continuidad y acumulación de medidas tomadas desde el regreso de la democracia por las diferentes autoridades que tuvo el cuerpo.
Allí se puede leer, además del monto final que perciben los legisladores, la cantidad de módulos que podrán distribuir entre los agentes transitorios que designen durante su mandato, los diarios y revistas que recibirán en sus despachos y las facilidades que tendrán en materia de vehículos.
Hay buenas y malas. Entre las primeras se destacan las restricciones en gastos de viajes al exterior y de comidas a cargo de la Cámara que, a mediados de 2000, dispuso Carlos Alvarez, cuando, como vicepresidente de la Nación, conducía los destinos de la Cámara alta.
Pero también figuran datos que alterarían los ánimos de más de un ciudadano que debe ajustar su vida a las circunstancias económicas del presente.
Una medida de estas características es la adoptada en diciembre de 1995, con Carlos Ruckauf recién asumido como presidente provisional del cuerpo, que les garantiza a los senadores que la Cámara alta se hace cargo de los gastos que "demande la totalidad de la cobertura de los seguros del vehículo propiedad del legislador", erogación asumida por el cuerpo con el argumento de "facilitar la actividad legislativa".
Este aporte de las arcas del Estado a los miembros de la Cámara alta se suma a los más de diez mil pesos que pueden percibir por mes. Esta cifra se desglosa de la siguiente manera:
- Dieta: 1928,10 pesos.
- Gastos y representación: 4498,90 pesos.
Estos dos ítem suman 6427 pesos y forman la remuneración de cada senador nacional y la base imponible sobre los tributos fiscales dispuestos por ley. Pero el ingreso a los bolsillos se incrementa si se toma en cuenta que perciben, desde febrero de 1996, 1200 pesos adicionales en concepto de "combustible y buen mantenimiento de vehículos automotores del Senado".
Para superar los 10 mil pesos, los legisladores pueden optar por embolsar 3 mil pesos extras producto de canjear 20 pasajes aéreos que les corresponden por mes.
Precisamente, el tema de los tramos en líneas aéreas es otro de los ítem irritantes de los beneficios que perciben los miembros de la Cámara alta. Es que a los 20 aéreos se les deben sumar otros tantos tramos terrestres.
Pero la distribución de pasajes no se queda en los legisladores. Así, desde 1992 los presidentes de bloques tienen a su disposición tres pasajes más (uno aéreo y dos terrestres) por cada senador que integre la bancada, mientras que cada bancada goza de un "cupo extra" compuesto de tres pasajes aéreos y cinco terrestres.
Fuentes parlamentarias bien informadas agregaron que, como si todas estas dispensas fueran pocas, la Secretaría Administrativa del cuerpo dispone de chequeras, producto de convenios con las líneas aéreas, para distribuir a discreción entre legisladores, secretarios y prosecretarios de la Cámara.
Por su parte, los prosecretarios también gozan de los mismos privilegios adicionales que los senadores (aporte por combustible y vehículo, pasajes y su posibilidad de canjearlos por dinero), aunque su remuneración sea apenas un diez por ciento menor que la de legisladores y secretarios. Perciben $ 1735,29 en concepto de dieta y $ 4049,01 por gastos y representación, es decir, un total de $ 5784,30.
Vale aclarar que desde el 9 de agosto pasado el Senado adoptó para sus miembros las disposiciones de la ley de déficit fiscal cero y limitó sus haberes en igual proporción a los aplicados en la administración pública.
Un último punto conflictivo es el de los empleados que cada legislador podrá nombrar durante el ejercicio de su mandato.
Según las disposiciones vigentes, cada senador dispondrá de una dotación máxima de once empleados transitorios, entre los que podrá distribuir 8956 módulos. Esta unidad de medida se cotiza a 3,36 pesos, por lo que el total de dinero por distribuir entre los trabajadores de un despacho supera los 31 mil pesos. El promedio, en el caso de un trato igualitario al personal, arroja la interesante suma de 2800 pesos por cabeza.
Por todos estos aspectos es que algunos legisladores consideran que, más allá de las recientes y buenas señales en favor de una reducción de gastos, el camino para alcanzar realmente un nuevo Senado se presenta largo y áspero.
El sendero está iniciado con la creación de una comisión de siete senadores que tendrá a su cargo reformar el funcionamiento del cuerpo. En sesenta días se sabrá si el trabajo valió la pena.
Senadores, en pesos
$ 10.627: es el monto total que puede embolsar un senador por mes si percibe en dinero todos los beneficios a su alcance.
$ 31.000: es la cifra que, por mes, puede distribuir un senador entre los once empleados transitorios que está habilitado a designar.
40: son los pasajes aéreos y terrestres a disposición de legisladores, secretarios y prosecretarios.
Lujo: el erario paga el seguro de los autos de cada legislador.
Baja: los gastos de comidas a cargo de la Cámara quedaron suspendidos en la gestión de Carlos Alvarez.
Ajuste: el miércoles se bajó a la mitad la cantidad de cargos que puede nombrar un titular de comisión.
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