El Presidente no quiere que lo despierten del sueño del G-20
Pocas veces, en los casi veinte años que lleva en la vida política, el presidente Mauricio Macri se toma más de siete minutos para contestar una pregunta. Tampoco es muy común que cancele una reunión con su gabinete, o que hable -aún con huellas de cansancio en su rostro-de una "autoestima que volvió". Y menos común es que lleve adelante dos conferencias de prensa en tres días, se trate del escenario que sea.
El Presidente, claro está, disfruta del éxito de la cumbre del G-20 que finalizó formalmente el sábado, pero cuyos efectos -confían en el Gobierno- se extenderán en el tiempo. Las palmadas en el hombro, los elogios públicos y las inversiones concretas prometidas por los principales líderes del mundo le cambiaron un ánimo que venía complicado, como el de toda su gestión. Sus bromas, repetidas en los 38 minutos que duró la conferencia (ocho más de lo planeado) fueron una muestra de un ánimo por las nubes que se extendió a todo su gabinete. "Hoy nos relajamos", fue la consigna más repetida entre los miembros de la organización, al igual que las muestras de alivio.
Habrá, como siempre que se trata del Presidente y su estilo de liderazgo, premios para quienes cumplieron con lo prometido. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich , fue nombrada en primer lugar por un Macri agradecido de que no haya volado una sola piedra mientras los mandatarios del G-20 estuvieron en el país. Su candidatura a vicepresidenta, de la que ya se hablaba antes del encuentro de líderes, vuelve a estar en el aire.
De todos modos, los desafíos que se vienen no son fáciles. No sólo los económicos -aunque el Presidente que rehúye los pronósticos crea en su fuero íntimo que lo peor ya pasó- sino sobre todos los políticos. "Somos seres humanos, puede haber enojos", concedió ante la pregunta de LA NACION por la distancia que hoy marcan muchos radicales y Elisa Carrió, y que trató de minimizar ventilando sus diálogos con Alfredo Cornejo o Mario Negri, dos de los más enojados.
Más que hablar de inflación, los bonos a jubilados o la recesión, el Presidente pareció cómodo y entusiasmado al hablar del tren a Vaca Muerta que financiarán los rusos, o los dólares estadounidenses que se invertirán en obras de infraestructura.
No quiere que lo despierten del sueño, aunque él mismo parece haberse dado cuenta de la inutilidad del exitisimo exagerado. "Somos ansiosos", destacó, poco antes de pedir con aire de filosofía oriental "constancia, coherencia, paciencia". No hablar de su reelección, para la que dijo estar "preparado" antes de la cumbre de presidentes, también es otra muestra de prudencia en medio de la apenas disimulada alegría que se vive por estas horas en Casa Rosada.
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