El próximo desafío de Macri: gestionar su "pesada herencia"
Mauricio Macri tiene el ánimo de un superviviente. Pesa más el alivio del presente que la angustia por el drama que pasó o la ansiedad por un futuro incierto. El año en que su proyecto político estuvo a punto de naufragar termina sin violencia en las calles y con una apariencia de estabilidad en la economía. El Presidente partió de vacaciones a su refugio de Cumelén, cerca de Villa La Angostura , con la certeza de que al fin sorteó los augurios de un diciembre negro.
Cuestión de perspectiva. Si algo les enseñó la crisis a los habitantes del círculo más cerrado del macrismo es a vivir día a día. "No podemos paralizarnos con todo lo que se hizo mal ni desesperarnos por lo malo que pueda venir", resume un funcionario de trato diario con Macri.
Es una forma de optimismo. Las encuestas que consulta el Gobierno -y las principales que se han publicado este mes- reflejan una recuperación en la imagen presidencial, como si una parte de la sociedad compartiera con él la sensación de sosiego porque el desastre no se haya llevado todo puesto.
Hay quienes se animan a pronosticar que, de mantenerse una relativa paz en la economía y la fragmentación en la oposición, Macri estará en condiciones de ser reelegido en primera vuelta en octubre. "Cuarenta puntos y el peronismo dividido" es la fórmula posible de la esperanza.
Esas ensoñaciones -casi un mecanismo de autopreservación- suelen chocarse con la crudeza del momento. Vista a la distancia del anterior brindis navideño, esta Argentina 2018 se asemeja a una tierra de espanto. El Gobierno que pedía ser juzgado por el combate a la pobreza termina su tercera temporada en el poder con 33,6% de pobres, según el relevamiento periódico de la Universidad Católica. El Gobierno que se propuso reconstruir la confianza de los mercados enfrenta un pico de 800 puntos de riesgo país, una tasa prohibitiva, propia de una economía en peligro de quiebra . El anunciado despegue de la actividad terminó en recesión, inflación récord de casi 50% y un alza del ciento por ciento en el precio del dólar .
El comando de campaña de Macri, al mando de Marcos Peña y Jaime Durán Barba , transmite que a pesar de esas condiciones adversas la reelección persiste como la hipótesis más probable para la competencia de 2019 . La pregunta que guía los debates de Fin de Año en el universo heterogéneo de Cambiemos es: ¿cuál será el precio de un triunfo?
Una inquietud que empieza a instalarse en sectores del oficialismo es qué pasará en un hipotético segundo mandato si Macri llega a asumir en una situación de flaqueza política mayor a la actual. No sería nada descabellado pensar en que tendría menos poder parlamentario y que podría perder aliados -la permanente incógnita Carrió -. Y está latente la posibilidad de que el kirchnerismo recupere la provincia de Buenos Aires. La hipótesis de que el riesgo país se dispara por el temor a un triunfo de Cristina que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , expone a quien quiera oírlo, choca con la explicación que encuentran otros macristas: lo que exhibe el mercado es también su aversión a que un gobierno escuálido sea incapaz de manejar exitosamente el delicado panorama financiero que persiste en el horizonte.
"En el fondo lo que se preguntan los inversores es: ¿podrá Macri gestionar la 'pesada herencia' de Macri?", resume un oficialista crítico, convencido de que trabajar ya en esa respuesta debería ser la prioridad del Gobierno.
Entre 2020 y 2023, la Argentina debe afrontar vencimientos del orden de los 130.000 millones de dólares, ya casi sin el beneficio de los préstamos del FMI. Los 57.000 millones de dólares del préstamo que rescató al país este año hay que empezar a pagarlos en 2021. Tener acceso a los mercados -o sea bajar a niveles asumibles el riesgo país- pasará a ser una condición esencial de la gobernabilidad. Los otros caminos son una renegociación de la deuda o el desastre de otra mora. ¿Alcanzará entonces con disipar el fantasma Cristina para que los que prestan dólares vuelvan a confiar en la Argentina? No hay otra pregunta que desnude mejor las divisiones de criterio en Cambiemos al cierre del maldito 2018.
Quienes responden mayoritariamente "sí" representan el purismo macrista. Creen que debe priorizarse la identidad política por sobre la ilusión de grandes acuerdos multipartidarios. Que la ratificación electoral del rumbo permitirá enderezar la proa hacia el desarrollo. Peña y Dujovne se anotan en ese pensamiento. Los que responden "no" sostienen que debe trabajarse desde antes de las elecciones en un esquema político que fortalezca a Macri y garantice apoyo a las reformas que requerirá superar la crisis, aunque el costo sea ceder poder a ciertos adversarios peronistas. Hay quien -medio con desdén, medio cariñosamente- les dice "los rosqueros" a estos dirigentes, en homenaje a la expresión revalorizada por Emilio Monzó .
Entre los que promueven ampliar los márgenes políticos figura el ministro del Interior, Rogelio Frigerio , a quien esta semana se lo instaló desde fuentes de la Casa Rosada como candidato cierto a irse a Washington como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ¿Es esa la mejor forma de fortalecer al ministro político antes de una campaña clave? Enigma para amantes de las teorías conspirativas.
María Eugenia Vidal navega entre las dos posiciones. Se tomará el verano para resolver qué hace con las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Lidera con claridad las encuestas, en abstracto. Pero corre serio riesgo de perder si se vota la gobernación el mismo día que la Presidencia. Ella no cuenta con el beneficio del ballottage. Un voto más de la oposición en la primera vuelta la dejaría en la calle.
Incluso las encuestas más favorables a Macri establecen que la imagen presidencial está herida y no repunta en el conurbano bonaerense, el territorio donde más se sufre la recesión y la precariedad social. A Vidal cada vez más aliados le sugieren avanzar con el desdoblamiento electoral, que le permitiría competir en la boleta principal de la lista sábana y le privaría al kirchnerismo del arrastre de una candidatura de Cristina . Ningún aspirante opositor parece suficientemente instalado en Buenos Aires para ganar sin ayuda.
Peña ya dijo en público que no habrá adelantamiento en la provincia. Vidal no es tan taxativa. Insiste en que un triunfo de ella en septiembre, por ejemplo, podría dar aire en octubre al proyecto del Presidente. "Lo definirá mano a mano con Macri después del verano", dicen en su entorno.
Así como el bastión bonaerense es vital para un eventual segundo período macrista, también lo es reforzar el músculo legislativo. La semana previa a las fiestas expuso la dificultad de Cambiemos incluso para aprobar una ley "para la tribuna" como fue el proyecto para aumentar las penas a los barrabravas .
Los "puristas" no se oponen a la idea de cerrar acuerdos provinciales amplios que le permitan al oficialismo engordar sus bloques en Diputados y el Senado. Admiten incluso que, en caso de triunfo, habría que ser más proactivos para captar a opositores sin convicción. Los "rosqueros" creen que sería insuficiente sin pactos de mayor alcance, en los que sí o sí deberían intervenir las figuras centrales del peronismo no kirchnerista, como Juan Manuel Urtubey , Sergio Massa , Miguel Pichetto , Juan Schiaretti o Juan Manzur . Ellos, advierten, son también vitales para garantizar un marco previsible en la Justicia. Un poder del Estado que, con la Corte a la cabeza, actúa con la autonomía que solo se permite ante gobiernos debilitados.
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