Estamos mal, pero vamos bien
El blindaje financiero y el optimismo que intentan contagiarle a la sociedad varios hombres del Gobierno comenzaron a dar sus primeros frutos. Sin embargo, los datos disponibles apenas alcanzan por ahora para que los funcionarios delarruistas dibujen una prudente sonrisa en sus rostros antes que para desatar una euforia que resultaría desmedida.
La principal lectura de la reciente encuesta de MORI Argentina en la Capital y el Gran Buenos Aires indica que las expectativas de la gente para los próximos meses son bastante mejores que hasta hace muy poco. Pero eso no quiere decir que esa misma gente esté mejor o que se declare entusiasmada con la gestión de Fernando de la Rúa.
Por supuesto que por algo se empieza. Que el número de ciudadanos que creen que la situación del país será mejor en los próximos 12 meses haya pasado del 27% en septiembre último al 36% en la actualidad no es un dato menor.
Lo más alentador para el oficialismo tal vez sea que ese 36% es mayor que el 26% que asegura que las cosas irán peor. Más aun, no es poco que quienes creen que la economía argentina empezó a crecer hayan pasado del 6% al 17% entre septiembre y hoy.
Se podría utilizar una frase que empleó en los comienzos de su primera presidencia Carlos Menem para sintetizar el sentir de la opinión pública: estamos mal, pero vamos bien.
Esperando la reactivación
El tan esperado crecimiento económico requiere de un cambio de expectativas y de confianza en que las cosas irán mejor. Y los datos que proporciona el citado sondeo de opinión pública parecen corroborar un lento pero positivo cambio de tendencia.
Podría decirse que la tan controvertida y cuestionada prédica del ministro de Economía, José Luis Machinea, para que los argentinos con cierto poder adquisitivo comiencen a gastar más en bienes de consumo durables está logrando lentamente su cometido.
La tan criticada frase de Machinea instando a consumir forma parte de una pensada estrategia comunicacional, dirigida a instalar un debate en el seno de las familias con cierta capacidad de ahorro y en los empresarios con temor a invertir. El solo hecho de amplificar ese debate a través de los medios masivos y de trasladarlo a los hogares es un logro para el equipo económico. "Mientras las familias que pueden comiencen a discutir si conviene o no pedir un crédito para comprar la casa, o sacar del banco o del colchón esos ahorros y cambiar el auto, hay esperanzas. Algunos no se animarán, pero otros sí, y ése es el comienzo de toda reactivación", razonan en el Gobierno.
Operadores políticos se esfuerzan por exhibir la mayor cantidad de señales objetivas de optimismo en el menor tiempo posible, no sólo para encarar un año electoral, sino también para enfrentar el paro general de 36 horas que dispuso la CGT de Rodolfo Daer para el 1º y el 2 de marzo próximo. Igualmente, la encuesta de Mori Argentina ha encendido algunas luces amarillas en el camino del oficialismo hacia las elecciones legislativas. La principal no es otra que la sensación generalizada de que el Gobierno no ha cumplido su promesa de luchar contra la corrupción. La gente no sólo vota con el bolsillo y el sombrío final que se pronostica para la causa por las coimas en el Senado no favorece las perspectivas electorales de la Alianza.
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