Pilar Franco, toda una experta en los secretos de Chabela
Al final del franquismo, doña Pilar, hermana del generalísimo, se había ganado la sólida reputación de ser la mujer que más secretos conocía sobre el régimen. En la atmósfera todavía severa de la dictadura, aquella mujer sin cargo oficial ni responsabilidades políticas imponía respeto no sólo por su portación de apellido, sino también por las historias de palacio que conocía y callaba, aunque no siempre.
Una tarde helada de enero de 1973, alentada quizá por la curiosidad, doña Pilar invitó a dos periodistas argentinos a tomar el té en su piso madrileño de la calle Marqués de la Concha, cuyas paredes estaban adornadas con una cantidad asombrosa de pequeños peces de metal y de cerámica de su colección personal. Como era previsible, luego de las cortesías de rigor, la conversación derivó en el general Perón y en Chabelita.
El primer comentario sorprendente que hizo aquella tarde fue que la célebre quinta 17 de Octubre que habitaba el general Perón en el barrio de Puerta de Hierro no era "propiedad de él, sino de ella". Sorprendidos, los visitantes pidieron precisiones. Ella anotó entonces en un papelito tres nombres y otros tantos números de teléfono y dijo: "Aquí tienen".
El temeroso funcionario del Registro de la Propiedad Número 3 de Madrid que al día siguiente les mostró una copia de la escritura de la quinta confirmó las generosas dimensiones del predio -9597 metros- y también que estaba inscripto a nombre de María Estela Martínez Cartas. El texto indicaba que ella había comprado el terreno "asistida y con consentimiento de su esposo, don Juan Domingo Perón Sosa, de profesión militar, por el precio confesado de 750.000 pesetas..." En otro párrafo del documento había una aclaración: "Perón Sosa declara y reconoce que el dinero con que se verifica esta adquisición es privativo de su esposa, extremo que no se justifica".
En el mismo archivo del registro, tal como había anticipado doña Pilar, había una segunda escritura a nombre de Isabel, registrada en abril de 1969. Allí se podía leer: "... y en licencia de su esposo manifiesta que sobre parte de esa finca, con fondos y materiales propios, ha construido un chalet arriba descripto y declara que la obra nueva está valorada en 2.155.169 pesetas con 6 céntimos... Don Juan Domingo Perón Sosa a todos los efectos legales reconoce que el dinero con que su esposa verifica dicha construcción, es privativo suyo, lo cual no justifica".
La boda
Con una frase dicha casi al pasar, Pilar Franco incursionó más tarde en la intrincada leyenda acerca de la tercera y última boda de Perón.
"La verdad es que fue Paco, que admiraba al general a pesar de que rara vez se hablaban y de que se vieron una sola vez, quien le sugirió por teléfono que a los españoles les agradaría que legalizara aquella relación." Según ella, su hermano hubiese preferido no haber hecho nunca aquella llamada, por lo incómodo de la situación, pero al generalísimo le habían llegado "chismes de militares y de obispos". En resumen, los beneficios de un largo asilo político en la España falangista no contemplaban la posibilidad del concubinato.
Para documentar sus dichos, esta vez doña Pilar anotó la dirección de la basílica de la Merced, ubicada en la calle Moscardó, y el nombre de fray Elías Gómez y Domínguez, el sacerdote que consagró el matrimonio de Isabel y Perón el 15 de noviembre de 1961, pero sobre cuya existencia regía un secreto absoluto cerca de Perón. Meses más tarde, al asumir Isabel la vicepresidencia, un comunicado de la Secretaría de Prensa y Difusión informó, erróneamente, que la boda había sido en la iglesia de La Paloma y en otra fecha.
Lo interesante de Pilar Franco es que conocía detalles de las dos versiones del casamiento: la auténtica y la otra que se hizo trascender al periodismo gota a gota, con omisiones de fechas y nombres cambiados, para proteger a funcionarios y religiosos españoles sin cuya cooperación la ceremonia no hubiese sido posible debido a que fue necesario sortear algunos impedimentos legales.
El acta de casamiento, que está en el archivo de la basílica de La Merced y que fue protegida durante años de la mirada de los extraños, certifica que el matrimonio se concretó "en virtud del expediente instruido en el Arzobispado de Madrid-Alcalá". Pilar, que estaba al tanto de esa mención, la tradujo a un lenguaje más mundano diciendo: "Bueno, ya saben ustedes, la Iglesia tiene sus caminos".
El acta cita la condición de viudo del novio y su edad, 66 años. Ella tenía 33 y era soltera. Los padrinos fueron el médico Francisco Flores Tascón y María Dolores Sixto Sanz, amigos de la familia Franco y, más tarde, del matrimonio.
La memoria de doña Pilar rescató dos detalles más aquella tarde.
Que Isabel utilizó por primera vez el apellido Perón en la tarjeta que acompañaba los regalos que el matrimonio envió a sus amistades en la Navidad de 1961. Y que Isabel y Juan Perón pasaron su primera noche de casados en un piso de la calle Arce número 11, comprado por consejo de Ava Gardner, la vecina del piso de arriba.
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