Tornadiza posición argentina en la OPAQ
- Introito. ¿Por qué la Argentina cambió su decisión, anunciada a este espacio en abril, de no postularse a la presidencia de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) de la ONU, con sede en La Haya?
La respuesta podría vincularse con otra pregunta: ¿habrá sido consecuencia del encuentro en Barbados, en la reunión de la OEA, del secretario de Estado norteamericano Colin Powell con el canciller Carlos Ruckauf? Para tratar de entender el cambio de actitud, lo que sigue.
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- Antecedentes. Encabezaba el organismo el embajador brasileño José Mauricio Bustani, a quien, después de una votación en la que una propuesta suya sólo obtuvo el apoyo de su país, Cuba y México, fue prácticamente despedido sin permitírsele siquiera el uso de la palabra.
Algunos vislumbraron un operativo del big brother porque el brasileño quiso iniciar una investigación "con preconceptos" (según pasillos de La Haya) en una gran empresa química norteamericana que tendría apoyo oficial.
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- Breve historia. Nuestro país fue pionero en América latina. Recordar la Declaración de Mendoza, que el canciller Guido Di Tella hizo firmar, a comienzos de los años 90, a los miembros del Mercosur para mantener el área libre de armas químicas.
No sabemos por qué cuando la elección de autoridades de la OPAQ la Argentina no se presentó en el Grupo Latinoamericano (Grula), el espacio regional que debe dar el aval. Renunciado Bustani, dos funcionarios de la Cancillería respondieron a la pregunta de LA NACION sobre si la Argentina presentaría reemplazante con un: "Sería molestar a Brasil". Sin embargo, de regreso de Barbados se cambió de opinión y se propuso el nombre del embajador Rogelio Pfirter, subsecretario de Política Exterior, uno de los muy pocos candidatos de América latina con el perfil preciso para el cargo.
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- Final con suspenso. Mañana comenzará la reunión de la OPAQ en La Haya donde se tratará la cuestión. ¿Cómo reaccionarán Panamá y Colombia, que también presentaron nombres al Grula para su aval? Hay indicios auspiciosos para la apropiada candidatura nacional.
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- Regionalismo. Al embajador Juan Carlos Olima, que en julio viajará a Montevideo para asumir la representación en la Aladi, lo sucederá en la Dirección de América del Sur de la Cancillería su colega Eduardo Iglesias. Un buen regionalista por otro, que revalidó diplomas en sus embajadas en Chile y en Bolivia.
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- Obispos. El domingo último se prometió nombrar a los omitidos en el proyecto oficial de nivelar en 65 años la edad de todas las jubilaciones. La omisión alcanzó a la ley 21.540 y su modificatoria 23.199, que rigen el retiro de los obispos y les permiten cumplir su misión hasta los 70 años. ¿Cómo se gestó la exclusión del proyecto que presentó el entonces ministro de Trabajo, Alfredo Atanasof?
Aseguran "bien informados" que se consultó la opinión de la Cancillería (Secretaría de Culto), que habría dado sus razones para no tocar el tema. Sin embargo, la Cancillería dio luz verde para disminuir a 65 años la edad de jubilación de los embajadores, que es a los 70.
Algunos piensan que el autor del proyecto quiso destacar que sólo con una vida de privaciones mundanas se puede llegar con plenitud mental a los 70 años. Otros sostienen que los gestores de la omisión buscan apoyos en un sector de la Iglesia. ¿No sería sensato pensar que los investigadores del Conicet, los jueces y los embajadores, igual que los obispos, siguen teniendo cuerda después de los 65?
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