Un discurso ajeno a la valija
De la tribuna central, ubicada frente a Cristina Kirchner, salió como un grito agudo la frase que resonó en un Luna Park colmado. "Cristina, echá a los corruptos", dijo una voz anónima. La primera dama y candidata no se inmutó y continuó con su discurso.
El Gobierno se esforzó ayer en darle a su candidata presidencial el marco ideal para que el lanzamiento de la fórmula quedara protegido, como en una caja de cristal, de los golpes que ya recibió por el escándalo de la valija. Nada pareció resquebrajarse anoche. La candidata evitó cualquier mención del escándalo del empresario venezolano que llegó al país con 800.000 dólares en un vuelo contratado por el gobierno argentino, y hasta la primera fila de los invitados especiales la ocupó el ministro de Planificación, Julio De Vido, fuertemente golpeado por el caso.
Un alto funcionario que comparte la intimidad de la primera dama dijo a LA NACION que no estaba previsto que Cristina Kirchner esbozara alguna defensa del accionar del Gobierno. Y el propio presidente Néstor Kirchner, antes de retirarse del Luna Park, sólo hizo una mueca insignificante ante la consulta sobre el escándalo que derivó en la expulsión del entonces director del Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi), Claudio Uberti, el hombre que había autorizado al venezolano de la maleta, Alejandro Guido Antonini Wilson, a subir al avión.
Pareciera que los grandes actos de campaña de Cristina Kirchner tuvieran la maldición de los escándalos. Su lanzamiento en La Plata, el pasado 19 de julio, se produjo apenas tres días después de la renuncia de la ahora ex ministra de Economía Felisa Miceli por su ya famosa bolsa con dinero en el baño de su despacho.
Esta vez los diseñadores de la estética de la campaña -el secretario de Medios, Enrique Albistur, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli- apelaron a una convocatoria popular (reunieron 8000 personas), pero con impronta de espectáculo televisivo. Hubo móviles afuera del estadio, al mejor estilo de una cobertura de alfombra roja de una entrega de premios. Y conductores estrellas mezclados entre los ministros, como Federica Pais y Pablo Marcovsky.
Las tribunas dieron un espectáculo aparte. Seis veces tararearon la marcha peronista, incluida -y en versión completa- cuando entró en escena el Presidente. Los gobernadores peronistas, felices con el gesto. Un José Luis Gioja eufórico saltaba y aplaudía desde el escenario. A su lado, los radicales K sólo observaban.
Junto con los militantes de la UCR que habían llegado hasta el estadio tuvieron que soportar cánticos en su contra. Cristina Kirchner se ocupó en su discurso de dejar las peleas de lado: "Gracias por estar aquí", les dedicó a los radicales.
Apenas nombró una vez a Perón. Sólo se refirió al peronismo como el partido en el que milita. La tribuna de la derecha, en su mayoría platenses y del PJ, se lo reprochó.
"Daño potencial"
- El escándalo de la valija y los casos de supuestos hechos de corrupción del Gobierno llegaron ayer al diario norteamericano The New York Times . "La credibilidad del Gobierno se vio afectada por una serie de escándalos", dice la nota, que menciona que el episodio de la valija "abrió una grieta repentina entre Venezuela y la Argentina". Además, dice, le causará "un daño potencial" a la candidatura de Cristina Kirchner.
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