Un proceso de transición política inédito en los últimos 15 años
La Argentina ha empezado a vivir un proceso de transición política que no se veía desde 1998. Estamos frente a un gobierno sin posibilidad de reelección y que enfrenta importantes dificultades económicas, pero que tiene el suficiente poder político como para garantizar un cambio de mando que no resulte caótico.
La fuerte derrota electoral sufrida en 2013, los crecientes problemas de la economía y la ausencia de figuras destacadas dentro del kirchnerismo han puesto una fecha de vencimiento al proceso político iniciado por Néstor Kirchner en 2003.
Así, la carrera presidencial se ha largado antes de lo que muchos suponían. En un contexto de alta fragmentación de los espacios políticos y de consolidación de los principales actores, Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa ya actúan como candidatos presidenciales. ¿Cuáles son los principales obstáculos y desafíos que tienen por delante?
Massa tiene que poder administrar el enorme salto carismático que le produjo su victoria de 2013. Sin una gestión desde donde hacer base, el ahora diputado nacional se ha dedicado a confrontar políticamente con el Gobierno en temas claves de materia económica y seguridad. Eso le permitió mantenerse en el centro de la escena, pero no pudo evitar que su imagen positiva se redujera a valores más normales para la política argentina y que se achique la desmedida ventaja que tenía en las encuestas (19 puntos en diciembre).
Pero quizás el desafío más importante para Massa sea poder adaptar su estrategia a la nueva situación que deparará la elección de 2015. El año pasado, el candidato del Frente Renovador fue un vehículo de gran parte de la sociedad para poner freno al poder kirchnerista. Las encuestas mostraban que dos de cada tres votos que recibió el ex intendente de Tigre fueron contra el Gobierno. En 2015 no habrá voto negativo, sino positivo. La gente no elegirá la forma de frenar a alguien (como ocurrió en 2009 y 2013), sino que votará a favor de las mejores ideas y aptitudes para encabezar un nuevo ciclo político.
Scioli es el mejor candidato que tiene el justicialismo. Su suerte estará limitada, principalmente, por dos factores. Por un lado, en la capacidad del Partido Justicialista y del kirchnerismo de articular un acuerdo que le dé un importante sustento. Sus chances se verán reducidas si el kirchnerismo duro se niega a pactar con el justicialismo y propone una candidatura propia de ese espacio, o si pone condicionamientos que le quiten a Scioli márgenes de libertad para desarrollar un perfil que lo muestre como alternativa superadora y no continuadora. La otra clave para el gobernador será la marcha de la economía. Si la retracción de este año es moderada y la economía comienza a recuperarse el año próximo, las posibilidades serán mucho mayores. En cambio, un mal 2014 seguido por un mal 2015 le hará la tarea muy difícil, no sólo a Scioli, sino a todos los candidatos oficialistas en las elecciones provinciales.
Macri cuenta a su favor con la muy bien evaluada gestión en la ciudad de Buenos Aires, con una maquinaria de campaña electoral que debe ser la mejor de la política argentina, y con ser visto como la contracara del kirchnerismo. Cuanto más fuerte sean los vientos de cambios, mayores serán sus chances de alcanzar la presidencia. La trillada falta de expansión territorial no pareciera ser un verdadero inconveniente. Pro cuenta con un importante apoyo y ha hecho buenas elecciones en las principales provincias. La fiscalización de una elección es un tema más económico que de estructura. El problema de Macri está, por un lado, en el Gran Buenos Aires y en los votos que allí Massa le quita. Vender el concepto de modernidad en el segundo y tercer cordón es un enorme desafío.
A su vez, el macrismo y UNEN enfrentan un problema común. Es difícil ganar una elección sin una parte de voto peronista. Pero pareciera imposible hacerlo si, además, las fuerzas no peronistas se fraccionan y dividen el voto.
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