Ariel Acri tomó la decisión de apostar al negocio del real estate hace apenas dos años, pero sus primeros pasos los dio en el 2004 cuando con fondos propios construyó un proyecto en el barrio de Mataderos en el que recuerda haber invertido US$1 millón contando el valor de la tierra que estaba ubicada en Larrazabal al 1100.
El emprendedor arrancó en la industria comprando "esqueletos" de edificios en remates judiciales. De hecho rememora haber pagado US$200.000 por la tierra de Mataderos. Su segunda apuesta fue en Soler y Arévalo en Palermo y el tercero en el barrio de Núñez. "Construía sólo con el excedente que me generaba mis otros negocios y solía quedarme con las unidades para destinarlas al mercado de los alquileres, hasta que me di cuenta que la renta pasiva no era el negocio del próximo ciclo. Es decir mi modelo no tenía nada que ver con el esquema tradicional en el que el desarrollador se financia con la preventa", relata el entrepreneur, que con 41 años y 15 años de experiencia en el manejo de otras empresas, puso todas sus fichas en los ladrillos. En 2017 fundó junto a su socio Daniel D´Onofrio, a la desarrolladora Saltum y hoy se encuentra en pleno lanzamiento del primer emprendimiento de la empresa. Se trata de WH, un proyecto de usos mixtos de 17.000 metros cuadrados y 900 metros cuadrados destinados a amenities. El mismo se construye en una tierra de 50 por 40 metros que se levanta en un predio en donde funcionaba un club de tenis en Coghlan. La obra que demandará US$25 millones será entregada en marzo de 2022. Contará además con un zócalo de locales comerciales y un garaje comercial. "Dos tercios de la demanda de estacionamientos está desabastecida", justifica su apuesta, y adelanta que ya colocó el 80 por ciento de los metros. "Armamos paquetes de 700 metros cuadrados con cocheras que fuimos vendiendo a inversores", detalla la estrategia de comercialización de los inicios. Ahora ya se ofrecen las unidades –que varían entre los 40 y los 140 metros cuadrados– a un precio que promedia los US$2500/m2.
Acri explica por qué apuesta al sector en un contexto en el que todos sus colegas afirman que ya no es rentable: "este es un negocio de mediano y largo plazo que no podés medirlo por la coyuntura del momento. No estamos mirando el día a día", responde.
La elección del corredor Balbín para el primer lanzamiento no es casual. Para Acri, la infraestructura en materia de transporte en áreas más desarrolladas de la ciudad de Buenos Aires está agotada y hay zonas como el Doho, Belgrano y Núñez que están saturadas. Por eso, optó por una zona aledaña, con buena conectividad y que será beneficiada por las obras de soterramiento del ferrocarril.
Construir un producto premium pero que apunte a un segmento medio del mercado es la estrategia en la que trabaja el desarrollador para posicionar su producto. "Logré que Roberto Aisenson confiara en un proyecto que no está ubicado en un barrio en los que tradicionalmente trabaja", se jacta complementando la idea de lograr proyectos que sean aspiracionales. "La demanda fluye, lo que está pasando hoy es que está desatendida. Por eso estamos trabajando en el concepto premium accesible. Es decir, un valor del metro cuadrado lógico con servicios que se ofrecen en emprendimientos top como por ejemplo interiorismo", relata. "Bajamos la experiencia de uso a un producto como el inmobiliario", sigue la charla con la nacion. Por caso, hasta tomará el negocio del zócalo comercial si no aparece una propuesta de valor agregado. El empresario sabe que las marcas gastronómicas que desembarquen serán claves para el posicionamiento del proyecto.
De cara al futuro, sus próximos pasos serán un emprendimiento mixto con residencias, locales y parking sobre la avenida Libertador en Vicente López. También tiene en carpeta una obra con amarras en Tigre, sobre la costa del río Luján en las cercanía de la ruta 27, una zona que vive un boom de inversión. De hecho en esa área avanza la construcción de un Kansas y hasta de un supermercado Coto.