Preparados para lo peor, los trabajadores de los países más afectados por el conflicto bélico dejaban listos estos cuartos subterráneos para salvar sus vidas
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La segunda mitad del siglo XX estuvo teñida de miedo y amenazas para una gran cantidad de países del mundo. La Guerra Fría iba al asecho de un sinfín de ciudades que sucumbían ante los cruces de la batalla entre las superpotencias mundiales. El Reino Unido fue uno de los actores principales del conflicto bélico, y los ciudadanos que podían tomaban todas las precauciones a su alcance para preservar sus vidas.
La amenaza de una bomba nuclear estuvo latente en el aire desde 1947 hasta principios de los años 90´. El precedente del fin de la Segunda Guerra Mundial con el bombardeo de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki por parte de los Estados Unidos suscitó preocupación ante el nuevo conflicto, lo que llevó a las personas a construir refugios subterráneos para protegerse en caso de que hubiera un nuevo estallido.
En medio de un campo galés al Sur del país, entre altos y descuidados pastizales, se encuentra una puerta de entrada de hormigón que esconde un típico refugio nuclear del siglo pasado. Ubicado en Brecon Beacons, la puerta al nivel del piso se esconde al final de postes de telégrafo abandonados hace muchos años.
A cuatro metros del piso, la símil escotilla de metal oxidada conduce a un refugio construido en aquella época. Descendiendo por una escalera corroída, se accede a un pequeño cuarto que alguna vez actuó de puesto de monitoreo nuclear del Royal Observer Corps (ROC).
Los expertos estiman que en ese lugar se guardarían los equipos de voluntarios por muchas calurosas horas. Lo que hoy es una habitación descuidada y percudida por la humedad, en algún momento fue un espacio repleto de equipos, diales extraños y el ruido de radios que comunicaban los mensajes de los voluntarios con otras estaciones cercanas.
En caso de que la URSS hubiera apuntado una bomba al suelo del Reino Unido, la potencia de la explosión se habría medido con los dispositivos allí y se habrían transmitido a lo largo de la cadena de mando.
Si bien casi todas las estaciones de observación eran idénticas, se construyó un puesto de vigilancia no estándar en un sótano del Castillo de Windsor. Y aunque este puesto de Abercrave se mantuvo firme hasta principios de los 90´, la mayoría se cerraron mucho antes por problemas estructurales o inundaciones.
El poste que está cerca del búnker supo tener un indicador de zona cero, compuesto por cuatro cámaras estenopeicas para registrar la posición de una detonación nuclear. Esos artefactos y otros tantos más sufrieron robos, cambios o la podredumbre por el paso del tiempo.
En este campo todavía se puede observar uno de los pozos, el cual creen que se conectaría a un medidor de levantamiento fijo, una especie de contador Geiger que se usaba para medir los niveles de radiación de una explosión nuclear. Este se encontraba fijado al techo de la cámara subterránea.
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