La ciudad cuenta con distintas construcciones que, por historia y diseño, se diferencian con una impronta e identidad única
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Del palacio Estrugamou en la calle Arroyo y Esmeralda a las Torres Mulieris en Puerto Madero. Mateo García, director del área Residencial de Toribio Achaval, incluye a los citados en la lista de edificios emblema de la CABA, entre los cuales también aparecen el palacio Los Patos, en Ugarteche al 3000, y la Torre Cavia, como parte del complejo Le Parc, sobre avenida Figueroa Alcorta. “Lo que comparten es la ubicación privilegiada y la calidad constructiva”, define el bróker.
De los llamados palacios, destaca que algunos son patrimonio arquitectónico. “Vivir en ellos es como habitar un museo viviente, rodeado de historia y belleza”, agrega, sumando a la lista al Palacio Paz, en plaza San Martín, “verdadero exponente del lujo y la opulencia”, que combina elementos de los estilos francés y renacentista.
Los edificios antiguos más famosos
Desde Interwin, el arquitecto Daniel Obetko, gerente del área residencial premium, traza una línea de tiempo unida por distintos edificios representativos que comienza a fines del siglo XIX y principios del XX, con el Palacio Bosch, que es la actual embajada de Estados Unidos, el Errazuriz, que es el museo de Arte Decorativo, y la residencia Anchorena, que es Relaciones Exteriores y Culto. La reconversión de estas residencias en edificios públicos habla per sé en cuanto a dimensiones y características.
“Anteriores al Kavanagh y al Alas, que se inscriben en la modalidad de Skycraper, también están el palacio Devoto, en Libertador y Ugarteche, y el palacio de los Gansos, en Ugarteche y Las Heras, además de una serie de edificios, ya de varios pisos, como el Bencich de la calle Arroyo o el Bencich de Córdoba. Todos esos se construyeron en las primeras tres décadas del siglo XX”, puntualiza. Por cierto, las ubicaciones revelan el desarrollo de la Buenos Aires de entonces y las preferencias de quienes decidían construirlos y habitarlos.
Para Obetko, en las décadas de los 60/70, se levantaron otros edificios icónicos. De esa época, de Mario Roberto Álvarez, están la torre Panedile sobre Libertador, y más moderna y con la misma firma, Libertador 4444. “Se trata de construcciones muy altas, de más de 30 pisos, lo que marca un hito porque los edificios destinados a vivienda, salvo el Kavanagh, rara vez superaban los 20″.
Luego empezaron a construirse edificios de más de 40 pisos de altura, como Le Parc Demaría, que también es de Mario Roberto Álvarez, y que fue durante muchos años el edificio residencial más alto de Buenos Aires, con casi 50 pisos destinados a vivienda. “Ahora, la Alvear Tower, en Puerto Madero, es la torre residencial más alta de Argentina”, apunta el vocero de Interwin.
Según destaca, se trata de una construcción muy reconocible en el skyline de Buenos Aires por sus 50 pisos y por culminar en un plano inclinado, una silueta que se aprecia desde casi cualquier parte de la ciudad y desde el río. “Diría que es probablemente el edificio moderno residencial más emblemático”, precisa.
Íconos en el mercado
¿Y los números? ¿En cuánto hay que pensar para vivir en un edificio con nombre propio? ¿A cuánto el m2? ¿Y las expensas? De acuerdo con Francisco Bosch, titular de Miranda Bosch, los precios de departamentos en edificios emblemáticos también varían según la ubicación, el tamaño y las características específicas del inmueble.
Según indica, el rango puede comenzar en US$2800/m2 y escalar significativamente para propiedades con vistas panorámicas exclusivas o ubicaciones especialmente codiciadas. “Además del metro cuadrado, en algunas propiedades de alto valor se toma en cuenta el metro cúbico, especialmente cuando se destacan elementos como los techos altos, de más de 2,60 m, que generan mayor amplitud visual y aportan sensación de lujo”, explica, agregando que también se tiene en cuenta el volumen adicional, que permite agregar entrepisos o maximizar el uso funcional del espacio, y la ventilación y distribución térmica mejoradas.
“Son atributos que suman valor en proyectos exclusivos o de diseño industrial como lofts. El metro cúbico es un diferencial en inmuebles de alta gama, donde la percepción de amplitud y el potencial decorativo añaden un plus de rentabilidad y atractivo comercial, justificando precios más altos que los estándares del mercado”, sostiene Bosch.
El nombre propio facilita la pesquisa en buscadores para dilucidar en cuánto hay que pensar concretamente para vivir en un edificio emblemático. En el Kavanagh, por ejemplo, que es patrimonio mundial de la Arquitectura de la Unesco, la oferta publicada en Zonaprop arranca en los US$690.000, por un tres ambientes de 180 m2 arriba del piso 20.
Ahí, en el edificio de la calle Florida, también se ofertan departamentos por casi un millón de dólares; los alquileres oscilan entre los US$1500 y los US$3000, en tanto las expensas, son de varios cientos de miles pero-al cierre de esta edición- no superaban el millón de pesos. ¿Otro ejemplo? En el Estrugamou, como informó LA NACION en octubre, el metro cuadrado puede orillar los US$4000. Por cierto, los departamentos de 150 m2 promedian el medio millón de dólares y las expensas –difíciles de calcular en un contexto de ajuste- están cerca de los $500.000.
“En este tipo de edificios -apuntan en Interwin- las expensas son caras porque hay temas de mantenimiento, pero también es cierto que, a nivel impositivo, los edificios construidos antes de 1947 tienen el premio de pagar menos impuestos municipales por ser propiedad catalogada y se pueden obtener préstamos blandos para las refacciones de la fachada”.
La oferta más moderna
En cuanto a los valores de los íconos contemporáneos, en varias de las torres citadas hasta aquí –por ejemplo el complejo Le Parc Figueroa Alcorta- hay oferta publicada desde los US$2 millones. Se trata de departamentos desde cuatro ambientes, con cocheras y bauleras. En las torres Renoir, en Puerto Madero, mencionadas por Mateo García como uno de los emblemas de esta época, hay publicaciones por un millón de dólares.
De acuerdo con el directivo de Toribio Achaval, las motivaciones del comprador son varias y disímiles: “Asociarse con un edificio emblemático eleva el estatus social. Quien adquiere está en una búsqueda de un estilo de vida exclusivo y sofisticado. Por otro lado, piensa en una inversión a largo plazo, ya que muchos ven que estas propiedades tienden a valorizarse con el tiempo”.
En Miranda Bosch coinciden: “Estos inmuebles son seleccionados por altos ejecutivos, empresarios, inversores internacionales y entusiastas de la arquitectura e historia que buscan en ellos una conexión con el patrimonio cultural de Buenos Aires. Atraídos por su elegancia y prestigio, encuentran en estos espacios no solo una excelente ubicación y diseño, sino también la posibilidad de formar parte de la rica tradición que estos edificios proponen”.
Consultados acerca de cuáles serán los edificios emblemáticos del futuro, los protagonistas del canal de ventas no le escapan a las predicciones: L’Avenue, el edificio de Zaha Hadid, en Libertador, entre Bullrich y Sinclair, una torre negra de casi 40 pisos, el único que proyectó la arquitecta en Argentina, y la Torre Foster, diseñada por el reconocido arquitecto Norman Foster, de 35 pisos, que se ubicará en el centro de Buenos Aires y promete ser un hito en el ámbito corporativo.
By Le Corbusier
Símbolo de la ciudad de La Plata, la reconocida Casa Curutchet será vendida al Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires, por una suma que rondaría los U$S2 millones. Se trata, nada menos, de una obra maestra del arquitecto Le Corbusier, construida entre 1949 y 1953, conocida por ser un ejemplo destacado del movimiento moderno en la arquitectura y única obra del suizo en Sudamérica.
La casa combina funcionalidad y estética, integrando elementos de diseño innovadores, como el uso de pilotes y grandes ventanales. Su diseño refleja la filosofía de Le Corbusier sobre la relación entre la arquitectura y el entorno. La casa, además, es una de las indiscutibles protagonistas de la película El hombre de al lado (2009), de Mariano Cohn y Gastón Duprat.
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