Por Cristina L. de Bugatti Para LA NACION
El tema del título, que tendría que exaltar la armonía y belleza del árbol, es, en cambio, motivo de divergencias, ya que los argumentos de los organismos convocados, tanto estatales como privados, suelen no coincidir con las necesidades y preferencias de la gente, en la que se nota falta de conocimiento, que debería impartirse al personal subalterno que realiza las tareas. Como tantos congresos que se han realizado en estos últimos años, las conclusiones se limitan a formular expresiones de deseos, pero no indican su instrumentación.
El Congreso se realizó en mayo, convocado por el director de Espacios Verdes y Arbolado Urbano, Luis Lehmann, y organizado por el Nodo Buenos Aires de la Red Argentina del Paisaje, que distribuyó las discusiones en cuatro talleres: Acciones operativas del Plan Maestro, Objetivos del Censo y Plan Maestro, Concientización poblacional. El árbol y el ciudadano y Arbol e infraestructura urbana.
Cada uno de los integrantes pertenecían a distintas disciplinas, cuyos aportes, si bien enriquecieron las propuestas, las hicieron tan amplias y abarcativas que, al final, su cumplimiento siempre necesita de la colaboración de otros. Un ejemplo es el fundamental tema de la educación. En él, se pide a la escuela que imparta conocimientos a niños, jóvenes y adultos; que se haga conocer y se valorice el árbol también a través de la educación informal; que todos los medios gráficos y audiovisuales lo difundan; incluso la relación del Estado y las empresas con los ciudadanos, como son las facturas de impuestos y servicios, informen y eduquen sobre el valor de los árboles. Pero la educación se logra con un proceso largo y complejo, con intervención de toda la sociedad.
En el rubro Gestión y Planificación se proponen temas más accesibles, ya que son tareas de la jurisdicción de Espacios Verdes, como selección de especies, hacer cumplir normativas existentes y capacitación del personal. Pero se debe lograr que, desde otros ámbitos, se reglamente el estacionamiento y el cableado aéreo y subterráneo, hacer compatibles las luminarias y el arbolado, el uso de carteles y marquesinas, el tránsito, la utilización de espacios vacíos, el presupuesto, las podas clandestinas, las multas y las denuncias.
Los mayores aliados que tiene la ciudad son su clima, su suelo y sus técnicos, que logran espléndidos arbolados en plazas y avenidas. También alientan tentaciones para transgredir normas y superar límites. Para el árbol, vivir en la ciudad tiene un alto costo.
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