Con un dólar más tranquilo, los desarrolladores cerraron otra semana con buenas nuevas: el avance del proyecto del nuevo Código Urbano que cambia las reglas de juego a la hora de construir en la Ciudad. "Fue hecho por académicos", se queja uno de los empresarios que se opone. Al instante, cambia el tono del off de record. Busca mirar el vaso medio lleno. "Somos un sector privilegiado", admite. "Tenemos la posibilidad de contribuir al desarrollo del país: cada 80 metros cuadrados que construimos generamos indirecta o directamente un puesto de trabajo", sigue la charla. Al rato, confiesa haber comprado tierra en un barrio poco desarrollado que, por ahora, será baldío. "La adquirimos cuando los créditos funcionaban y el mercado pensaba en el segmento medio. Sentí el compromiso de apostar", confiesa orgulloso. Busca la forma de explicar lo inexplicable.
De un día para el otro, todo cambió. Mientras tanto el sistema de créditos UVA intenta recuperar el protagonismo perdido. En cuatro meses la adjudicación de las líneas en esa unidad cayó más de 60 por ciento. La buena noticia es que en agosto se estabilizó: se otorgaron $5100 millones casi en el mismo nivel de julio pero lejos del récord de casi $14.000 millones de marzo pasado. "Cerca de los $5000 millones el piso parece estable y te garantiza que va a seguir habiendo operaciones pese a que el contexto se ha enrarecido mucho", analiza Amilcar Collante, economista y miembro del Centro de Estudios Económicos del Sur (Cesur). De cara al futuro, el sector coincide en que "un nuevo arranque" estará atado a la gravedad de la recesión y a la estabilización del dólar. Los más pragmáticos, son directos: "con una inflación del 40 por ciento, el año está jugado", coinciden.