La emblemática “banda de teatro” presenta una relectura en clave de comedia del clásico de William Shakespeare
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A Los Macocos siempre les gustó definirse como “banda de teatro”. Y no les falta razón: es una buena forma de revelar el espíritu lúdico e irreverente de este proyecto artístico que apareció a mediados de los 80 –cuando la escena teatral porteña vivía la lógica efervescencia posdictadura– y que recorrió el circuito under, las salas comerciales de la calle Corrientes y también las del Complejo Teatral Buenos Aires y el Teatro Nacional Cervantes.
Luego de 16 años de silencio –la última vez que la formación original del grupo había estrenado una obra fue en 2005, en el Teatro Presidente Alvear, donde presentó Super Crisol (Open 24)–, Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts vuelven a alzar la voz con Maten a Hamlet, una reinterpretación en clave paródica del clásico del teatro de Shakespeare en la que encarnan a cuatro bufones trashumantes en la Edad Media que, después de pasar penurias por toda Europa, llegan a Dinamarca con el sueño de que el gran Yorick, colega de la Corte de Elsinor, los reciba y les dé trabajo, casa y comida. Llegan tarde, pero igualmente consiguen entrar en el castillo. Sin embargo, no parece ser el mejor momento: el rey fue asesinado, su hermano ha ocupado el trono y se ha casado con su cuñada. Yorick clama venganza y quiere, además, que los encargados de llevarla a cabo sean justamente ellos. “La idea era corrernos de la historia tradicional del príncipe y contar la de la calavera, que es casualmente la de un hombre que fue cómico, como nosotros”, explica Salazar. “Es una versión en clave de comedia y apoyada en los recursos del clown, un terreno en el que nos sentimos muy seguros”.
Nos apoyamos en los recursos del clown, un terreno en el que nos sentimos muy seguros.”
— Martín Salazar

En esta singular lectura de la famosa historia de Hamlet que dirige Sebastián Irigo –y que cuenta con el valioso aporte musical de Axel Krygier–, hay algunos aspectos que resuenan por su contemporaneidad: el mandato patriarcal, encarnado en ese fantasma del padre que aparece para decirle al príncipe que debe vengarlo, y la corrosión provocada por la podredumbre moral: “El famoso «algo huele mal en Dinamarca» –apunta Casablanca– tiene muchos significados en este contexto de pandemia, cuando sabemos de sobra que unos pocos vivos multiplicaron su fortuna, que ya era enorme, a costa de una mayoría cada vez más pobre”.
Fiel al estilo de Los Macocos –ese que patentaron en espectáculos como La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, Los Albornoz (delicias de una familia argentina) y Don Quijote de las Pampas–, Maten a Hamlet aborda esos problemas desde una perspectiva humorística, pero para nada ligera. Es una obra de artistas que están plenamente convencidos –como resalta Xicarts– de que “el público tiene que pasarla bien, aunque vean con claridad que en escena los personajes sufren”. Y lo cierto es que ese objetivo se puede dar por cumplido: tan lúcida como despojada, esta versión de una pieza decenas de veces representada en Buenos Aires (recordar, por ejemplo, aquella muy elogiada que Ricardo Bartis montó en 1991 con Pompeyo Audivert y Alejandro Urdapilleta: Hamlet, la guerra de los teatros) se va tiñendo de farsa a medida que la trama se desarrolla, pero nunca abandona su pretensión reflexiva y su conexión con el presente. Los Macocos quieren que el espectador se ría, de eso no hay dudas, pero sin que pierda de vista que el mundo en el que vive es muchas veces cruel y patético, digno de las bromas punzantes de un grupo de incómodos bufones.
<i>Maten a Hamlet,</i> de Los Macocos. Viernes y sábados, a las 20; domingos, a las 12.30, en el Centro Cultural 25 de Mayo, Av. Triunvirato 4444. Entradas: $600 y $500.






