En su hogar de Capilla del Señor, la ex diputada luce los diseños que creó junto a su hija, Victoria, para su marca By Lilitas
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Son las cinco de la tarde. Luego de meses de buscar un blanco en su agenda, Elisa “Lilita” Carrió (64) hace un stop en su jornada para hablar con ¡HOLA! Argentina. Está en su casa en Capilla del Señor y se conecta a través de una videollamada y, con humor y muy buena predisposición, se anima a hablar de su pasión menos conocida: la moda. Y también está dispuesta a abrir su corazón para hablar de amor. A su lado, está su hija, Victoria Benítez (30), su socia en la marca de ropa By Lilitas, a la que ellas presentan “con prendas limitadas, pensadas para todas las mujeres”.
–¿Cuándo nació tu pasión por la moda?
–Desde que tengo 7 años me gusta coser. En ese momento, mamá me mandaba a una señora que me enseñaba a hacer camisones punto parís, y en la adolescencia me juntaba con amigas y creábamos nuestras propias prendas para salir. Yo generalmente era la que cortaba: hacíamos tops y pantalones. Siempre diseñé mi look y mi ropa, con mis amigas nos íbamos a Asunción y comprábamos las mejores telas: seda natural, organzas suizas. Como no teníamos un peso, comprábamos distintos retazos y con eso nos armábamos lo que queríamos. Lo más divertido es que nunca usé demasiada ropa, pero me gusta diseñarla. No sólo me hago mi ropa, sino también mis zapatos.
–¿Era un gusto que no veías como negocio?
–Nunca lo pensé como un trabajo, me hacía la ropa para mí, la usaba y después la regalaba. Soy muy sencilla para vestirme. Me gustan los pañuelos, los chales, las buenas carteras…
–¿Qué te incentivó a crear tu propia marca, By Lilitas?
–Las mujeres siempre me halagaron mis pañuelos, y la mayoría eran diseños que yo creaba. Y como desde chica no tenía dinero para acceder a la alta costura, me acostumbré a hacerme la ropa. Hasta que el año pasado, decidí renunciar a mi banca de diputada nacional y con mi hija, Victoria, le dimos forma a esta pasión.
–¿Cómo es trabajar en familia?
–Ella es la que maneja la página, las redes sociales y lo administrativo. Pero también tenemos mucha gente que nos ayuda en el día a día, como Luli y Mariana, que se ocupan de la atención al cliente, Nacha que lleva adelante la parte contable, Ana que es modista y también me ayuda a elegir las telas. Tenemos mucha gente que cose y artistas que tienen el espacio para diseñar. Entre todos conversamos sobre lo que nos gusta y compramos los mejores géneros.
–¿Qué tipo de prendas se encuentran en By Lilitas?
–Hay muchos diseños de estilo art nouveau en seda natural, vestidos de gasa de algodón. Con ropa que era mía, armamos una colección vintage y con eso aportamos capital. Hay de todo en talle extra large para que las mujeres se puedan vestir con estilo, a la moda, sin gastar tanto y con muy buenas telas. Generalmente, a los talles grandes se los relaciona con el mal gusto, pero por suerte, en este caso a las mujeres les gustó mucho lo que ofrecimos y en plena pandemia arrasaron con la colección. Estamos contentas porque hacemos lo que nos gusta, nos ayudamos entre nosotras y nos va bien. Somos un gran equipo de trabajo.
–¿Qué te une a tu hija Victoria?
–Es mi única hija mujer. Pero no le gusta que hable de ella y como mis otros hijos, prefiere mantenerse anónima. Te puedo decir que su creatividad es inmensa y tiene una mente brillante. Está a una materia de recibirse en la carrera de Cine y también es fotógrafa. Si no hubiera sido por ella, que me ayudó con lo tecnológico, no hubiéramos podido lanzar ni la página.
–¿Cómo definirías tu estilo a la hora de vestirte?
–Soy clásica, pero también me atrevo. Si un día tengo ganas de vestirme de gitana, no lo dudo. Me encanta llevar un buen pañuelo, una linda cartera, zapatos cómodos. Mi look favorito es el básico negro, con un pañuelo de colores vivos. En mi ropero siempre hay camisas blancas, polleras y camisas negras, pantalones en color beige, y muchos pero muchos pañuelos. Cuando viajo llevo ropa de un solo color, poca bijouterie porque pesa, y me doy toques con pañuelos coloridos. Jamás uso alhajas de oro: me parece una ostentación innecesaria.
–¿Sos coqueta?
–Sí. Me gusta tener las uñas arregladas y mi marca registrada son mis labios pintados con lápiz labial naranja. Nunca usé mucho maquillaje, pero los labios me gusta tenerlos pintados. Me cuido mucho el cutis. Tengo mi rutina de belleza y la cumplo todos los días.
–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–Me llevo bien con el paso del tiempo: yo siempre quise ser grande. Acostumbro a aumentarme la edad, si yo soy joven a los 64. Tengo espíritu de niña y lo mantengo. Cuando se puede, me gusta armar fiestas, vestirme bien, juntarme con amigas y compartir las cremas.
–¿Sos pudorosa?
–Ahora ya no, antes sí. Dormía hasta con corpiño, pero después me di cuenta de que no era necesario. Y ahora que soy abuela [se convirtió en madre por primera vez al lado de Enrique Santos, con quien tuvo un hijo, Enrique Santos (46), que vive en el exterior y ya es padre; luego se casó con Miguel Benítez y nacieron Victoria (30) e Ignacio (27)], me doy el lujo de liberar mi cuerpo.
"Me amaron mucho. No me puedo quejar. Tuve que pedir perdón a lo largo de la vida, porque muchas veces la cruel fui yo y lastimé sin darme cuenta"
Elisa Carrió
“NUNCA CUMPLÍ CON LAS EXPECTATIVAS DE LOS DEMÁS”
–¿Qué creés que hubieras sido si no te dedicabas a la política?
–Yo fui muchas cosas en la vida, y recién a los 40 me dediqué a la política. Trabajé en la justicia, y antes fui titular en la universidad, di clases, cursé y ahí sí que me halagaban por mi look. Estudié en Corrientes, y como las correntinas se visten de punta en blanco, yo me iba espectacular a la facultad.
–¿Te abstraés en algún momento de la política?
–Claro que sí, hice muchas fiestas en mi casa. Me encanta recibir amigos. Salí mucho toda la vida hasta altas horas de la madrugada. Siempre encuentro ocasión para estar con la gente que quiero.
–Si pudieras elegir otra ocupación, ¿cuál sería?
–Me gustaría ser cosmetóloga para acariciar la piel de la gente. Pero la vocación que más admiro es la de las enfermeras. Yo no soy capaz de estar al lado del dolor físico. El dolor del alma me lo banco, pero cuando alguien se enferma no sé qué hacer, como mucho me acuesto al lado y me declaro enferma yo también. Nadie quiere que lo cuide, no sé ni hacer un café. Una vez mi marido me pidió que le alcanzara una pastilla amarilla, se la di, la tomó y al rato empecé a sentir olor a eucalipto, ¡le había dado cualquier cosa, nunca más me pidió un remedio! [Se ríe].
–¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
–Escucho audiolibros, miro mucho YouTube con conferencias, neurociencias, pero lo que más me gustan son las películas sobre historias de amor. También me gusta ver colecciones de moda, me encanta la marca italiana Etro, Chanel, una marca que siempre fue inaccesible, pero que me inspira. Cuando viajo me gusta comprar retazos de telas muy buenas, pero de colecciones pasadas.
–¿Cuál creés que es tu mayor virtud?
–No tengo la menor idea. Siempre pensé que era un fracaso total. En el fondo, creo que soy muy afectuosa y lúcida. El resto son todos defectos.
–Sos muy autocrítica.
–No, pero nunca fui una mujer que cumplía con las expectativas de los demás. Mi madre siempre fue muy austera y trabajó todo el día, entonces jamás la vi cocinar, y mis abuelas tampoco hacían nada. Les encantaba jugar a las cartas, usar tapados y eso creo que fue lo que me inspiró en la moda. Me marcaron mucho.
–¿Quién es tu mejor confidente?
–No le cuento mis cosas casi a nadie. Escucho más de lo que hablo. Soy muy positiva, me acuerdo de lo mejor de la vida. Mi padre me enseñó que la alegría va junto con el dolor, y yo elegí la alegría, aun en dolor. Hay que saber llevar el dolor con dignidad, no ser víctima, no ostentar el dolor propio y mostrar la alegría del alma, que no se pierde aun en el mayor dolor.
–¿Hacés terapia?
–Cuando era chica, a los 20 años. Ahora creo que no lo necesito porque procesé y acepté todos mis defectos. Estoy chocha siendo la peor de todas. Me encanta y me perdono todo. A las mujeres siempre tienden a culparnos, pero yo me perdono, porque al final es lo que hay.
“ME AMARON MUCHO, NO ME PUEDO QUEJAR”
–¿Cuándo fue la última vez que te enamoraste?
–Hace bastante tiempo, pero ya murió. Me amaron mucho. No me puedo quejar. Tuve que pedir perdón a lo largo de la vida, porque muchas veces la cruel fui yo y lastimé sin darme cuenta.
–Y hoy en día, ¿estás abierta al amor?
–No, ¡ya tengo muchos problemas que solucionar! [Se ríe]. Soy una mujer muy amada, pero eso ya está, ya pasó.
–¿Recibís propuestas, citas o estás cerrada a esa faceta?
–El amor circula todo el día y por todos lados. Tengo muchos amigos hombres y mujeres que me invitan a planes porque me quieren. Soy muy sociable y tengo muchos amigos íntimos. Conservo a mis amigas de la infancia, de la adolescencia, de la justicia, del barrio de la Recoleta, de amigos que conocí en la playa… Soy una bendecida por la amistad.
–¿Te enamoraste más de una vez?
–Sí, claro. Pero no me gusta verlo como una centralidad.
–¿Qué opinás del movimiento feminista que se despertó en el último tiempo?
–Yo hice feminismo en momentos muy difíciles. La cuestión no es reclamar, sino hacer. El feminismo y el derecho de la mujer es ser personas, con toda esa dignidad, y para eso tenés que pararte de frente a la vida. Uno va abriendo caminos. Yo me considero feminista en silencio, y creo que la agenda de igualdad no pasa, por ejemplo, por el aborto –esa es la agenda del Banco Mundial– y cómo reducir la natalidad, que es otra cosa. Sino por la dignidad, encontrar la igualdad en la diferencia. Somos diferentes a los hombres y eso es maravilloso. Podemos hablar de muchas cosas a la vez. Salvo los de la generación joven, que ya están cambiando. Antes, sólo hablaban de rugby. Nosotras sabíamos de eso porque, además, íbamos a buscar a novio.
–¿Tenés modelos de mujer?
–A mí me inspiró siempre la entrega de Evita. Una mujer tan joven, desgarrada que se convirtió en Reina y terminó muriendo entregándose a su pueblo. También me impresionaron reinas como María la Grande, Victoria Eugenia de Battenberg, la gran escritora francesa Marguerite Yourcenar y la inigualable Hannah Arendt. También tengo mucha referencia con hombres como Borges. Y dentro del punto de vista cristiano, la figura es María Magdalena.
–¿Cuál es tu sueño pendiente?
–No tengo. Ya cumplí todos mis sueños. Sólo espero el amor de Dios. Podría seguir viviendo así e irme con esta misma alegría.
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