Aportan nutrientes y convierten cualquier preparación en digna de aplausos. Te presentamos una receta ideal para el verano
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En tiempos recientes, la cocina ha vivido una revolución, abandonando convencionalismos y abrazando la diversidad de formas inimaginables. Las flores emergen como protagonistas inesperadas, no solo por su belleza, sino por su sabor único y el potencial para una alimentación más variada y natural, siempre cultivadas sin pesticidas ni químicos.
Las flores pueden desempeñar un papel vital, ampliando nuestro repertorio culinario y fomentando una relación más consciente con la comida.
Con colores y aromas variados, desafían nuestra creatividad en la cocina, desde ensaladas frescas hasta postres delicadamente decorados. No todas las flores son comestibles; la seguridad es clave.
Entre las aptas se encuentran calabaza, borraja, violeta, jazmín, rosa, lavanda, taco de reina, copete, hibisco, geranio, caléndula, ciboulette, albahaca y tomillo.
¿Cuáles son las flores aptas para consumo?
Calabaza, borraja, violeta, jazmín, rosa, lavanda, taco de reina, copete, hibisco, geranio, caléndula, ciboulette, albahaca, tomillo.
¿Cómo conservarlas?
- Flores frescas: Lavar y refrigerar en un recipiente hermético con una servilleta para retener humedad. Duran de 5 a 7 días.
- Secado de flores: Colocar pétalos en una bandeja forrada con papel, mover diariamente durante una semana y luego almacenar en un frasco hermético, lejos de la luz.
El verano es la oportunidad ideal para explorar el mundo culinario de flores y vegetales frescos y locales. Abrazando un enfoque agroecológico y la cocina sin desperdicio, disfrutamos no solo de una experiencia gastronómica excepcional, sino también contribuimos a un mundo más consciente y respetuoso con el medio ambiente. Con el jazmín como aliado aromático, nuestra cocina se transforma en un oasis de sabores y fragancias, capturando la esencia del verano en cada bocado.
Cómo hacer un helado de jazmín espectacular
- Crema de leche, 300 ml
- Flores frescas de jazmín (del Cabo), 6 o secas ½ taza
- Leche, 80 ml
- Miel, 1 cda.
- Azúcar, ¼ taza
- Extracto de vainilla, 1 cdta.
- Yogur natural, 200 g
Preparación
Colocar en una cacerola pequeña 100 ml de la crema junto con la leche, agregar las flores frescas o las secas y calentar a fuego medio-bajo, hasta que esté caliente. No debe hervir; nos vamos a dar cuenta por el aroma y algo de vapor que se percibe. Apagar el fuego y dejar que la preparación se enfríe por unos 30 minutos a temperatura ambiente.
Por otro lado, batir el resto de la crema con el azúcar y la miel a punto firme. Una vez que la crema de la infusión con jazmines está fría, se debe filtrar o colar presionando bien el colador para aprovechar toda la esencia de la flor. Llevar esa crema obtenida a la heladera por 6 horas. Pasado ese tiempo, agregar el resto de la crema batida, la esencia de vainilla, el yogur e integrar con movimiento de espátula. Llevar la mezcla a un recipiente limpio apto para freezer y congelar por 6 a 8 horas. Acompañar con flores frescas.
Para secar las flores de jazmín, cortarlas, atarlas por el cabo, boca abajo y llevarlas a un lugar seco, ventilado y oscuro por dos semanas.
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