Las bulbosas de floración estival son aliadas ideales para quienes buscan color, frescura y belleza sin esfuerzo. Cuáles elegir y cómo combinarlas para un resultado sorprendente
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Las praderas y los pastizales tienen por sí solos un encanto natural que nos conecta con la belleza salvaje de la naturaleza.
Pero, ¿qué pasaría si le sumaras un toque de flores? Las bulbosas de floración estival son perfectas para llevar ese pastizal de la categoría de encantador a espectacular. Y la primavera es la estación ideal para plantar estos bulbos.

Basta con imaginar esas áreas verdes llenas de texturas y movimiento, ahora salpicadas con colores vivos y aromas deliciosos. Es el combo perfecto.
Plantar bulbosas en una pradera o pastizal no solo le da un giro visual increíble al paisaje, sino que también aportan un toque de frescura durante los días más cálidos.
Estas flores, como los lirios, gladiolos o dalias, son geniales para añadir un estallido de color a los pastizales, sin perder esa estética desenfadada que caracteriza a los jardines naturales.
La mejor parte es que, una vez plantadas, no requieren demasiado mantenimiento, lo que las convierte en una opción ideal para quienes buscan un jardín hermoso pero fácil de cuidar.

Al momento de florecer, estas bulbosas serán las protagonistas del jardín de verano. Un mérito que adquiere mayor relevancia porque durante el resto del año las plantas acompañan los pastizales con discreción.
Tanto si se plantan en solitario o acompañadas de otras especies, su belleza única y su resistencia a las condiciones climáticas difíciles las convierten en una excelente opción para cualquier espacio exterior.
Dos flores con glamour
Ignacio Van Heden, viverista y planificador del paisaje, recomienda dos variedades de bulbosas fáciles de incorporar a los pastizales nativos.
Amaryllis belladonna (lirio rosado): “Si bien es originario de Sudáfrica, en Argentina se encuentra naturalizado en muchos lugares. Se propaga por bulbos al final del verano. En nuestros pastizales o praderas asomarán muy fácilmente. Se pueden combinar también en canteros con agapantos”, explica Van Heden.

Lo que realmente la hace especial son sus flores de gran tamaño (hasta 10 cm de diámetro) que emergen de largos tallos desnudos, creando una silueta elegante y vertical. El follaje, en cambio, aparece después de la floración, lo que otorga un aire más refinado y dramático, casi como si la flor se desnudara para mostrarse en todo su esplendor.
Estas <b>flores</b>, al ser tan imponentes, son perfectas para ser el centro de atención del jardín
Además de su belleza, la Amaryllis belladonna es también resistente a plagas. No es muy susceptible a enfermedades y puede tolerar condiciones de calor intenso, lo que la convierte en una planta muy fácil de cuidar.
Rhodophiala bifida: es una planta bulbosa originaria de Argentina que crece en gran parte de la provincia de Buenos Aires. “Sus flores suelen ser rojas, pero se han encontrado ejemplares de flores blancas y rosadas en las Sierras de Tandil”, explica el viverista.

Sus flores, que tienen una forma ligeramente parecida a una campana, se agrupan en inflorescencias que se elevan sobre varas florales de 20 a 30 centímetros, creando una estructura vertical que aporta elegancia al jardín.
Esta flor se propaga por bulbos y por semillas muy fácilmente y florece en pleno verano. Es resistente a plagas y enfermedades, lo que la convierte en una opción ideal para quienes buscan una flor duradera y de bajo mantenimiento.










