En Toay, La Pampa, un proyecto naturalista, donde el paisaje envuelve la casa con naturalidad.
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“Para este proyecto, tuve la oportunidad de trabajar desde el inicio de la obra, lo cual fue clave para condicionar el resultado final”, explica Mariana Pérez, paisajista que define su trabajo como “un fragmento del paisaje pampeano hecho jardín”. Su búsqueda fue la de un jardín naturalista, de fácil y bajo mantenimiento, respetuoso con el ambiente, lleno de vida, con aportes multisensoriales más allá de lo estético, que marcan el ritmo de la naturaleza de la zona.
Los desniveles del terreno fue uno de los desafíos. La casa se construyó en un bajo, y quedó sumergida en el paisaje pampeano. Varios caldenes y algunos molles la rodean lo que le otorga una mística particular. La premisa fue clara: mantener y revalorizar lo existente: “No tocar ni sacar nada”, aporta la paisajista. Acompañar un territorio icónico de la identidad nacional fue clave.
Todas las vistas de la casa se encuentran en el jardín. Una vez en la galería, los canteros en altura cubren una plantación suelta, con escalones de césped aterrazados con contenciones en altura. Para acentuar esta zona se usó el gris de las Atriplex nummularia como cerco. Se aprecian las ondulaciones y desniveles naturales del terreno, todo intervenido según el diseño paisajístico, sin alterar las características propias del lugar.
Una vez en la pileta, los canteros elevados reciben combinaciones de Nassella tenuissima, Verbena bonariensis, Achillea filipendulina, Perovskia atriplicifolia, beschornerias que, junto con los Rosmarinus ‘Prostratus’, imponen cada tanto algo de estructura. Se mezclan con aromáticas y algo de huerta, pedido especialmente por el cliente y que la paisajista incorporó en el diseño.
La pileta es otro de los ejes del paisajismo. Es la estructura con más presencia. En torno a ella se trazaron los caminos. La propuesta incluye diferentes recorridos para sorprender. Nada es demasiado estático ni muy demarcado. Así el jardín invita a transitarlo y vivirlo libremente.
Un árbol, una historia
El caldén (Neltuma caldenia) prexistente fue uno de los ejes del paisajismo. Se rodeó de grandes masas de gramíneas de Eragrostis curvula, Paspalum quadrifarium y Stipa brachychaeta, que aportaron movimiento. Para el resto del cerco, se utilizaron Schinus fasciculatus.
Desniveles y escalones
Uno de los mayores desafíos fue resolver la diferencia de altura de los espacios. El ingreso por la entrada principal y el acceso a la pileta, debido a que se respetó el desnivel natural del terreno y la edificación de la casa se efectuó 1,20m por debajo. Para ello, se plantearon grandes escalones de pasto aterrazados, con contenciones de madera dura para el ascenso hacia el solárium y la pileta.
El aire campestre se retoma en cada rincón. Las vistas desde la galería, próxima al solárium y a la pileta, se resolvieron con canteros curvos en altura, construidos en la misma madera que los envuelve y contiene con naturalidad. El diseño paisajístico deja su huella en La Pampa, y el entorno permanece fiel a su nombre.
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