Un padre e hija arquitectos compraron una casa con comercio ubicada en una esquina de Avenida Belgrano y transformaron el espacio respetando lo original en un lenguaje actual. La obra los enamoró al punto que ella decidió mudarse a uno de los PH.
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“Compramos una casa original sobre Av. Belgrano que tenía un primer piso en el que vivía una madre con su hijo y un local comercial en la planta baja”, cuenta la arquitecta Yael Irueta, socia de Arq - Iruetas. La idea que tenían con su padre y socio, el arquitecto Ignacio Irueta, era transformar esa construcción emplazada en un lote de 150 metros en Almagro en cuatro viviendas. Lo que no imaginaba era que ese proyecto que empezó como inversión iba a convertirse en su nueva casa.
“No estaba en los planes mudarnos acá, pero nos enamoramos de la casa”, cuenta la arquitecta. El problema fue que cuando, con su marido, tomaron la determinación de quedarse con uno de los cuatro PHs hubo que modificar parte del proyecto para adaptarlo a lo que tenían en mente.
Repensar la estructura
Lo primero que hicieron al llegar fue abrir las ventanas y liberar las celosías del frente, que estaban cerradas con candado. “Fue una felicidad confirmar que la luz bañaba el interior, justo como lo habíamos imaginado”, se acuerda.
Los pisos de pinotea, los techos, las barandas originales y mosaicos eran un gran punto de partida: la casa estaba deteriorada pero tenía un potencial enorme. El mayor desafío, sin embargo, estaba en la estructura. La construcción original contaba con una estructura metálica de bovedilla con perfil, lo que les permitió integrar una perfilería metálica independiente, incluyendo la escalera y las barandas, en armonía con la construcción original. “Fue como hacer un máster en estructuras”, comenta Yael entre risas.
"Lo que más nos atrapó de la propiedad fue el valor de lo antiguo: los pisos de pinotea, las bovedillas originales, y esa mezcla única que permite que convivan lo clásico y lo contemporáneo."
Arq. Yael Irueta, dueña de casa y socia de Arq - Iruetas
Repensar prioridades
“En la cocina, en un principio habíamos pensado en poner un porcelanato, pero la calidez de la pinotea original nos conquistó, así que decidimos conservarla en toda la casa”, confiesa Yael. “Ahora somos un poco más cuidadosos al cocinar, ¡pero valió la pena al 100%!”. Al igual que los pisos, todas las puertas fueron restauradas para recuperar su valor original.
En cada PH, el diseño incluye un entrepiso que balconea sobre espacios en doble altura, preservando la amplitud y luminosidad características de la época.
La mesada inicialmente iba a tener ángulos de 90º, pero mientras estaba en la obra, decidió probar un corte curvo y le encantó. “Disfruto mucho diseñar y experimentar en el lugar, comprendiendo el espacio en el momento. Cuando vi la isla que había diseñado, pensé que su forma rígida no iba a funcionar”, confiesa. Así fue como la curva empezó a ocupar un lugar especial en la casa, y a partir de esa decisión, la mesa de comedor, el mueble recibidor, las barandas y el vanitory del toilette se repensaron en clave curva.
“Descubrí la piedra natural de la cocina en un proyecto de Compañía Nativa para Experiencia Living y me enamoré perdidamente”. Desde entonces, la arquitecta tenía muchas ganas de usarla, y en su casa al fin, encontró la oportunidad.
Complemento perfecto
“La colaboración con mi papá es fundamental; tenemos una gran dinámica. Él aporta la arquitectura de su época, mientras yo traigo un enfoque contemporáneo”, reflexiona la dueña de casa. A la hora de trabajar juntos, cada uno aporta sus ideas de manera independiente.
Y aunque suelen reunirse en una casa, cada uno tiene su manera de trabajar: Ignacio dibuja a mano mientras Yael prefiere la computadora. Esa combinación resulta maravillosa y se percibe en cada rincón de la casa. Los nichos, por ejemplo, son un guiño a su estilo.
“Los muros de 30 cm de espesor nos permitieron aprovechar para crear una bodega a partir de una ventana restaurada como puerta. Son estos detalles los que narran la historia de la propiedad y mantienen su esencia viva”.
En este proyecto, los detalles cuentan la historia. Decisiones como la de rescatar una puerta de la planta original que conectaba el primer dormitorio con el siguiente, pero adaptándola a una nueva función, son las que hacen a la diferencia. “Aunque sabíamos que no iba a usarse, decidimos mantenerla y transformarla en una biblioteca. Hoy es un detalle que enriquece el estar, pero también susurra algo del pasado de la casa”, asegura.
La fluidez de las formas circulares guió el enfoque del proyecto hacia un interiorismo más suave, complementado por los tonos off white de las cortinas y el mobiliario.
Codiciada terraza
Entre los espacios recuperados más valiosos, un lugar especial le toca a la terraza de sesenta metros. Con las vistas abiertas que solo una esquina en una gran avenida puede tener, la azotea era un diamante en bruto.
Lo primero fue reemplazar la membrana por unos pisos de porcelanato. Después se sumó la parrilla y la pérgola en troncos de eucalipto, fundamental para .lograr sobra y reparo.
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