Adelantado a la época, hace 15 años Mark Tuckey decidía manejar su ascendente local de muebles de Melbourne a distancia y ganar calidad de vida para toda la familia.
Hoy les traemos una nota muy especial del archivo de Living, que estamos digitalizando para nuestros suscriptores. Se trata de la casa que compartían los diseñadores Mark Tuckey y Louella Potter con sus dos hijas y que visitamos a fines de 2013. Como todas las cosas buenas, no solo mantiene su vigencia sino que también se va resignificando: tras la pandemia, a muchos les resonará aun más no solo vivir cerca de la naturaleza, sino sortear los desafíos de trabajar a distancia cuando nuestra mayor fuente de ingresos se encuentra en la ciudad.
LLegamos
Con el picnic comprado en Avalon, nos dirigimos a Clareville (la siguiente cuenta en el rosario de las Northern Beaches australianas) para visitar la casa del diseñador de muebles Mark Tuckey. Nos internamos en un camino estrecho oscurecido por los árboles, pero que dejaba pescar el destello del mar en sus tantas curvas. Finalmente, llegamos al “garaje” de los Tuckey: un lote de tierra y arena que los fines de semana usarían, al margen de los vecinos, los pocos astutos que hubieran descubierto el sendero a esta playa bordeada por casas bajas con tupidos jardines al frente.
Negra por fuera, los interiores de la casa, de techos bajos, están pintados de blanco (pisos de madera incluidos), pero vibran con un color dominante en cada rincón.
Deco ecléctica y sumamente personal
Si uno solo se quedara con el recuerdo, jamás diría que las paredes eran blancas y que los muebles y alfombras estaban en la gama de los marrones y los crudos. Tan efectivo es el impacto de los acentos que aportan los libros, unos pocos textiles, los cuadros, los banderines de madera y la obra de David Bromley sobre una tabla de surf.
Antes que “recuerdos de mis viajes por el mundo”, lo que se muestra es una colección de regalos de amigos, que los obsequian con fotos, pequeñas obras o tarjetas encantadoramente ilustradas.
Sueño infantil
Pequeño y alegre, el cuarto de una de las chicas tiene toda el aura de cuento y fantasía posible sin jamás apelar al merchandising. El cuadro de David Bromley lo contagia con algo de los cuentos infantiles de la inglesa Beatrix Potter, y seguramente sea inglesa también (como Louella) esa onda antiminimalista que incita a exponer y abigarrar cada lindo recuerdo.
Simple y espectacular
Los consistentes muebles de madera volvía a aparecer en el cuarto de la pareja, que ocupa la parte superior del volumen curvo visto en la apertura de esta nota. La ropa de lino que viste la cama es la misma que elige para sus locales. Y lo mismo sucede con los cuadros, como el de su entrañable amiga, la artista Rachel Castle.
El dormitorio de los Tuckey es pura sencillez. No hay mucho más para agregarle a una ventana curva con vista al mar.
“El estilo de vida de acá es sencillo, amigable. El aire es puro, la comida es sana y la gente se involucra con el otro. Si me preguntás que preparamos de comer para la última reunión que hicimos, te tengo que decir que no me acuerdo, pero lo que es seguro es que fue al aire libre e informal”, relata Mark Tuckey, y no es difícil imaginarlo frente a su “barbacoa” junto al deck, tal como lo estaban haciendo sus vecinos cuando llegamos a esta casa sobre la playa de Clareville.