Cerca de Avellaneda, en el paraje El Timbó, se esconde un hábitat cuya biodiversidad se expresa en esteros, bañados y un palmar extraordinario.
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Es un tramo de 15 km dentro de una propiedad de la familia Vénica, cuyos ancestros friulanos llegaron al lugar hace varias generaciones. El paisaje más impactante es el extenso bosque de palmeras caranday (Copernicia alba) que, visto desde el estero, se antoja infranqueable, una pared de ejemplares de varios metros de altura.
El Bajo Vénica forma parte de Jaaukanigás, primer sitio Ramsar sobre el río Paraná, en el departamento de General Obligado, y es uno de los de mayor extensión de la Argentina con 492.000 hectáreas. Esta ecorregión de arroyos, lagunas, pantanos, estanques y pastizales inundables abarca desde el límite con Chaco hasta el arroyo Malabrigo (de norte a sur) y desde el cauce del Paraná hasta las RN 11 y RP 1, de este a oeste.
Jaaukanigás (se pronuncia “yaukanigas”) quiere decir ‘gente del aguaʼ, en la lengua de los abipones que moraban en estos humedales unos 2.000 años antes de la llegada del huinca (hombre blanco), tal como lo señaló el jesuita Martín Dobrizhoffer.
Una fauna salvaje pródiga en aves (350 especies), reptiles (59 especies), mamíferos (78 especies) y anfibios (45 especies) integra el elenco del Jaauka, como popularmente se lo llama en sus pagos.
Versión todo terreno
Marcelo Zamer conduce un imponente Ford Canadá de 1942 que interna en la zona del Bajo Vénica. “Jaaukanigás va desde Florencia hasta el arroyo Malabrigo, que está 30 kilómetros al sur de Reconquista. Y desde la RN 11 hasta el río Paraná”, señala Zamer y guía por un recorrido de 15 kilómetros que atraviesa campos privados de la familia Vénica y de los Spessot.
Todo parece más húmedo. No hay yacarés a la vista, pero se multiplican las aves como garza blanca y mora, el pato rosado, nos chajás y ñandús. Además, hay vacas por doquier. También, camalotes de distintos tipos, pero los lirios violetas esperan a la primavera para florecer. Tal vez aquella sea la mejor época para venir a ver los humedales teñidos de colores, cuando los calores del verano todavía no se vuelven insoportables.
Sin embargo, acá la estrella son las palmeras. Un sendero de la variedad caranday –algunas de 130 años– habla de lo resistente de este árbol singular. Tan singular que basta con llegar hasta la Palmera de cuatro gajos, que Zamer presenta como “una rareza internacional”, y que se levanta como una palmera común hasta que, a cierta altura, se ¿ramifica? en cuatro. ¡Nunca visto!
Cómo visitarlo
Oficina de Turismo de Avellaneda. Amilcar Vallejos tiene muy buenas sugerencias para descubrir esta ciudad con tradiciones de inmigrantes italianos y acceso al sitio. RN 11 y calle 21. T: (3482) 22-6458
Ecoturismo Bajo Vénica. Desde Avellaneda, sobre una camioneta todo terreno Ford Canadá, Marcelo Zamer lleva visitantes a recorrer el Bajo Vénica, una de las zonas del sitio que está con tranqueras y sólo habilitado para acceder con guías. Los valores dependen de la cantidad de personas por grupo. T: (3482) 60-1199.
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