Un teatro donde pisan fuerte los nuevos talentos, una escuela legendaria, una guitarrería histórica, una zapatería artesanal y un mítico tablao que, además, es un restaurante premiado con una estrella Michelin.
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1. Corral de la Morería
Manuel Del Rey inauguró su tablao en 1956. Junto a su mujer, la premiadísima bailaora Blanca Del Rey (directora artística del Corral hasta hoy, a los 77 años), lo convirtieron en uno de los reductos más importantes del género a nivel nacional y mundial. Por su escenario pasaron las máximas estrellas del flamenco, incluso antes de convertirse en tales: sin ir más lejos, el inigualable Paco de Lucía debutó acá con 16 años. De Frank Sinatra y Ava Garner a los Beatles y los Rolling Stones, pasando por Pelé y Mohammad Ali o el Sha de Persia y J.F. Kennedy, no hubo rico y famoso de los años 50 y 60 que no haya pasado por la capital sin visitar el Corral de la Morería. Hoy, su legado sigue vivo y vigente: la revista National Geographic lo llamó “el Royal Albert Hall del flamenco”, y fue elegido por el New York Times como “uno de los mil lugares que ver antes de morir”.
Además del espectáculo, vale la pena cenar ahí, ya sea en el salón principal donde tiene lugar el show, a la carta, o, si se planea con anticipación, en su exclusivo restaurante con cena por pasos (opciones sin gluten y vegana disponibles), uno de los más pequeños de Europa, que recibe apenas ocho comensales por noche. El Corral es el único tablao flamenco del mundo en contar con una estrella Michelin. La hazaña es responsabilidad del chef vasco David García (ex Martín Berasategui, el Bulli y Mugaritz), por la que recibió su primera estrella Michelin en 2018 y, este año, su tercer sol Repsol, llevándolo así al podio de la cocina española.
El desenfreno culinario (que incluye platos soberbios como la sopa fresca de tomate y sandía, azafrán y piñones; el meloso de ternera, boletus salteados y puré de patata, que de tan tierno se come con cuchara; el legendario pichón asado y guisado, marca registrada de David; y una inolvidable crema de nueces tradicional vasca llamada intxaursalsa) concluye con una última copa de jerez con la que se puede pasar al salón principal, minutos antes de arrancar el show.
Corral de la Morería. Calle de la Morería 17, Madrid. Funciones todos los días, a las 19 y a las 22:15. Espectáculo y consumición desde 50 euros por persona. @corralmoreria
2. Centro de Arte Flamenco y Danza Española Amor de Dios
¿Quién podría imaginarse que en el tercer piso del Mercado de Antón Martín (uno de los mercados madrileños más auténticos, ahí donde la gente local viene a comprar pescado fresco o frutas de estación) se encuentra la escuela de flamenco más prestigiosa de la capital, que, esencialmente, equivale a decir de España y del mundo? Se trata de Amor de Dios, una academia con 70 años de trayectoria que le debe su poético nombre a la calle en donde inauguró su primera sede, allá por 1953.
Amor de Dios es una escuela de cante, baile y toque en donde los profesores son, ante todo, artistas. Sara Baras, Belén Maya, Joaquín Cortés, Rafael Amargo, María Magdalena, Maruja Palacios, La Uchi, Antonio Gades, Lola Greco, Merche Esmeralda, Manuel Liñán, Olga Pericet… la lista es interminable. Ya sea que siguen en las aulas, impartiendo clases o seminarios, o se encuentran inmortalizadas en las fotografías que recubren las paredes y pasillos de la institución, las máximas estrellas del flamenco habitan y dan vida a Amor de Dios.
Si bien la escuela no tiene eventos abiertos al público en general, es posible que un visitante cualquiera logre adentrarse en este universo mágico si el guardián de su entrada y de su legado, Javier San Juan (hijo de Joaquín San Juan, segundo gran director del centro después de su fundador, Juan María Bourio), reconoce una intención seria de los visitantes. En otras palabras, este no es un lugar para entrar a sacarse una selfie solo para cumplir con un must turístico. Una vez adentro, no hay más que seguir la propia curiosidad, el sonido del taconeo o el rasguido de una guitarra para navegar la experiencia; posiblemente, la más genuina y espontánea que podamos obtener de la mano del arte flamenco.
Centro de Arte Flamenco y Danza Española Amor de Dios. En el tercer piso del Mercado de Antón Martín, Calle de Santa Isabel 5, Madrid. Lunes a domingos, de 9 a 22.
3. Senovilla Artesanos
Justo a la salida del Mercado Antón Martín, si la visita a la escuela Amor de Dios hace caer bajo el hechizo del flamenco, se puede extender la sensación con una visita al local de zapatos Senovilla Artesanos.
Miguel Senovilla se dedicaba a importar palosanto a España para la producción de guitarras musicales hasta que se dio cuenta de que podía usar esa misma madera de altísima calidad para crear calzado de flamenco con una acústica única. Desde entonces, sus modelos se venden no solo en España: son un éxito en mercados como Japón y Estados Unidos. A 180 euros el par, no son aptos como souvenir. Sin embargo, el despliegue en su tienda es alucinante y bien vale visitarla como si se tratara de un museo o una casa de alta costura.
Senovilla Artesanos. Calle del Duque de Fernán Núñez 7, Madrid. Lunes a viernes 10.30 a 14.30 y 16.30 a 20.30. Sábados de 10.30 a 14.30.
4. Guitarrería Pedro de Miguel
Hasta hace poco más de una década, la calle Amor de Dios era el epicentro de los artesanos, zapateros, modistos y luthiers dedicados al arte flamenco. Hoy, solo queda una de esas tiendas históricas: la guitarrería Pedro de Miguel. Ingresar al espacio del taller, justo detrás del local, es como viajar en el tiempo. Acá, cada instrumento es completamente artesanal y todos sus componentes se hacen de cero, sin ensamblaje de ningún tipo.
“Cada guitarra es a medida, como un traje. Su tamaño, por ejemplo, depende de cómo sean las manos y el largo de los brazos del músico. Tardamos unos 40 días en construir una guitarra, más otros dos meses de barnizado, pero cada encargo tiene una demora de unos diez meses”, dice Rubén Pérez, hijo de uno de los dos dueños originales, Pedro Pérez y Miguel Ángel Rodríguez. “Ambos tenían nombres muy comunes, entonces los combinaron para formar su marca artística. Tenían apenas 15 años”, rememora.
Rubén lleva dos décadas siguiendo el oficio de su padre, ya fallecido; su socio, Miguel, se jubiló antes de la pandemia. “Es un arte que se está perdiendo”, admite el heredero, aunque a la marca le va muy bien, sobre todo, desde el auge del e-commerce. Actualmente, las guitarras flamencas que hace Rubén con sus propias manos se envían a clientes en Japón, Corea del Norte, Australia, Alemania, Estados Unidos y China, dispuestos a pagar unos 6.000 euros.
Guitarras Pedro de Miguel. Calle del Amor de Dios 13, Madrid. Lunes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 20. Sábados de 10 a 13.
5. Teatro Flamenco Madrid
En el vibrante y siempre joven barrio de Malasaña, existe otro epicentro flamenco mucho más nuevo que, así y todo, también logró posicionarse como una respetada meca del arte y convoca a muchos turistas por su propuesta “express” pero auténtica. Inaugurado en 2013 en el moderno y confortable Teatro Alfil, Teatro Flamenco Madrid es una iniciativa del Círculo Flamenco Madrid, asociación cultural sin ánimo de lucro que se propuso poner en el escenario tanto a grandes figuras como a jóvenes emergentes.
El teatro, con capacidad para unas 220 personas, cuenta con mesas y sillas estilo café concert y brinda dos funciones de música, baile y cante de una hora de duración, todos los días del año. Los artistas convocados se renuevan cada semana y el show, potente y contundente, se acompaña de proyecciones en pantalla gigante. A pesar de lo “empaquetada” que pueda parecer la propuesta a priori, lo que pasa en el escenario es lo opuesto. Es que, dado a los elencos rotativos, no hay ensayos previos ni coreografías ni canciones fijadas de antemano. En otras palabras, lo que ve el público es una improvisación nueva cada noche. Por eso, cada función es única e irrepetible, que logra transmitir esa pasión sin filtro. La sinergia entre los artistas es fruto de un lenguaje en común: el taconeo y las palmas de los bailaores que marcan el ritmo, la guitarra que acompaña, el cante que fluye. Y es que, al final, de eso se trata el flamenco: de un arte que habla el idioma del corazón y las entrañas.
Teatro Flamenco Madrid. Calle del Pez 10. Funciones todos los días, a las 18 y a las 20. Entrada general 35 euros, niños 17 euros.
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