Está emplazado a orillas del desierto de sal más extenso del planeta, que queda al suroeste de Bolivia, sobre la cordillera de los Andes, entre volcanes, lagunas e islas milenarias.
Fue a principios de los años 90, en el mes de abril. Juan Gabriel Quesada (padre) andaba en bicicleta por el Salar de Uyuni con un guía y otro turista cuando lo sorprendió la noche. “Había entrado al salar en una loca travesía que lo encontró perdido y varado”, relata Juan Gabriel Quesada, hijo de aquel aventurero, y líder de Hidalgo Tours. “Tuvo que pasar la noche a la intemperie y casi muere. Pero sobrevivió, junto con sus compañeros. Era época de trueque y lo vio una caravana de llamas: hombres con sus animales que se dirigían a la ciudad para intercambiar productos. Llevaban bloques de sal que impactaron a mi padre. Ellos no sólo le salvaron la vida, porque lo ayudaron a salir de este desierto de sal –el más grande del mundo–, sino que además lo inspiraron a construir un hotel de sal. Hasta ese entonces a nadie se le había ocurrido”, señala Juan Gabriel mientras charlamos en el lobby del Palacio de Sal, el hotel que integra la cadena de su familia.
“Mi padre siempre fue un pionero, un adelantado. En Potosí teníamos un restaurante, El Mesón, que en los años 80 funcionaba muy bien. Entonces como Uyuni era la ciudad de los grandes trenes y conexiones con Chile y Argentina, mi papá venía mucho a abastecerse de productos. Así fue como se enamoró del salar, que en ese momento no era visitado por turistas”, cuenta Juan Gabriel sobre el potosino que adoptó como propia la zona de Uyuni, la posicionó como destino internacional y creó Hidalgo Tours, además los hoteles de la marca boliviana.
Claro que, a principios de los 90 no solo no había infraestructura ni vehículos para recorrer el salar – de 12.000 kilómetros cuadrados a 3.600 msnm–, tampoco había ingenieros ni arquitectos instruidos para llevar adelante el sueño de Juan Gabriel Quesada (p): hacer un palacio de sal para recibir huéspedes. “Se asoció con un jefe de la comunidad porque los antiguos habitantes de la zona tienen potestad sobre el territorio del salar, que está dividido en parcelas. Se asesoró y en 1994 logró levantar un primer hotel construido con ladrillos de sal. Sin embargo, no le gustó como quedó y se lo dejó a su socio”, detalla Juan Gabriel (h) sobre lo que hoy es el ex Hotel Playa Blanca, un salón comedor que permanece en el salar, a veinte minutos de la entrada por Colchani.
Entonces construyó otro, pero pronto notó que tampoco había logrado lo que quería… Si quería hacer un hotel que fuera palaciego, con luz natural, agua corriente y todas las comodidades, no podía estar en medio del salar. “Lo demolió hace más de diez años, pero antes, en 2004, empezó a levantar este hotel actual que está a orillas del salar y tiene todos los servicios de un 5 estrellas, además de un spa que lo hace único en la zona”, apunta este joven empresario de 35 años que creció en Potosí, estudio Administración de Empresas en Cochabamba y se especializó en Londres.
Sin embargo, no todo fue soplar y hacer botellas para los Quesada. “Mi papá me decía que para entrar a la empresa yo tenía que saber cinco idiomas. Era un tipo exigente, además de emprendedor. Organicé un evento y le demostré que estaba a la altura de las circunstancias para trabajar codo a codo con él. Pero, lamentablemente, a los dos meses de aquel evento mi padre murió en un accidente de auto”, rememora Juan Gabriel (h), que en 2009 tenía 21 años y una enorme responsabilidad por delante.
“Me hice cargo de la empresa. Tengo una hermana mayor que está vinculada a la parte de hotelería, mi mamá es la presidente del directorio y controla la gastronomía, y siempre nos apoyamos mucho en mi tío Humberto, que era la mano derecha de mi papá”, apunta Juan Gabriel mientras convida un chuflay, trago típico de la zona, mezcla de Singani y limón. “Cuando mi padre murió éramos siete en la empresa; ahora somos más de ciento cincuenta. Lo logramos con él como guía y con la bendición de Dios”, asegura y lidera la recorrida para mostrarme en detalle cómo está hecho este hotel que nos aloja.
“Las paredes fueron levantadas con bloques del mineral –reemplazan lo que sería el ladrillo– y también están revocadas en sal. Usamos mucha madera porque es el único buen conductor de la sal, así como los plásticos. Evitamos el metal. Los baños y cocina, por la humedad, son de construcción normal. También el spa”, agrega Juan Gabriel. Nos señala entonces la cúpula de una habitación, donde se observan en detalle los bloques de sal. Y enfatiza: “Es un tipo de construcción que requiere mucho sentimiento. Por eso puedo estar tranquilo: ¡misión cumplida, papá!”.
Datos útiles
Palacio de Sal. A orillas del Salar, es un hotel de 42 habitaciones de categorías básica, media y superior. Es el único 5 estrellas con spa de la zona, construido con bloques de sal. Restaurante de oferta variada; coordinación de actividades. Desde u$s 143 la doble con desayuno. Sobre el Salar de Uyuni, Colchani. T: +591 7179-0464. IG: @palaciodesal