Especialistas recomiendan un examen físico completo, con control de la visión y al audición
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Empiezan las clases. Y por estos días la realidad de muchísimos hogares argentinos cambia de un modo muy particular. Por un lado, el ciclo lectivo significa la tranquilidad de volver a los horarios pautados y a la organización familia; pero también es convulsión: compras de útiles de listas que parecen interminables, reuniones que se superponen, maestras desconocidas, adaptaciones difíciles, etcétera.
En mitad de semejante vorágine, la salud infantil parecería quedar en un segundo plano. Y, sin embargo, el inicio del ciclo lectivo constituye una oportunidad estupenda para que los papás se pongan al día con la salud de sus hijos: alimentación, posibles patologías latentes, dificultades y dudas varias pueden ser abordadas -y resueltas- de un modo efectivo por los especialistas y por los propios papás con sólo prestar atención a algunos parámetros específicos desde el primer día de clases.
"Salud y educación van de la mano -dice la doctora Alicia Lukin, secretaria del Grupo de Trabajo de Salud Escolar de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)-; para que un chico pueda desarrollar su inteligencia, su estado físico debe ser el mejor posible."
Para evaluar ese estado, en la visita anual al pediatra los chicos en edad escolar deben realizarse un examen físico completo, con control de visión y audición, y concurrir al odontopediatra para el chequeo correspondiente.
El control de estos aspectos es decisivo -especialmente al ingresar en primer grado- para evitar que aparezcan problemas de aprendizaje cuya verdadera causa es un trastorno físico, como aquellos relativos a la audición. "Muchas veces el no entiendo a la maestra es en verdad no oigo lo que dice la maestra", explica la fonoaudióloga infantil Karina Maravini, del Grupo de Salud Escolar de la SAP.
Como guía general, se recomienda la consulta con el fonoaudiólogo de "cualquier chico que tenga problemas para hablar, para prestar atención o para leer, se ponga muy cerca de la tele, grite o haya tenido otitis a repetición, para descartar problemas de audición que son mucho más frecuentes de lo que se supone".
Otra afección escolar a la que no se le presenta la atención adecuada a pesar de ser "preocupantemente habitual", según afirma la doctora Lukin, es la de los llamados respiradores bucales.
"Son esos chicos que roncan, que están con la boca abierta -explica la pediatra-, y que permanentemente están congestionados y con mocos, que se los nota como en la Luna o molestos, porque no respiran bien. Estos chicos faltan muchísimo al colegio porque siempre están resfriados y se les prohíbe la natación cuando en este trastorno es más que necesaria".
La licenciada Maravini explica que en estos casos "la rehabilitación la realiza el fonoaudiólogo, a veces en conjunto con el odontopediatra, porque es una patología que también puede dar problemas de oclusión y de paladar".
La visión es el otro gran campo en donde cualquier trastorno puede impactar directamente en el aprendizaje. "Si bien cuando hay estrabisimo la consulta es rápida porque esto se nota (uno o ambos ojos están desviados), hay que estar muy atentos a otras disfunciones, como la miopía infantil. Los chicos que la padecen se levantan para mirar de cerca el pizarrón, se sientan frente a la televisión y cuando hacen la tarea, casi tocan los cuadernos con la nariz."
¿Otros signos que señalen la necesidad de consultar al oftalmólogo? "Un chico con problemas de visión puede hacer letras muy diminutas o enormes, y también sufrir cefaleas", responde la especialista.
En movimiento
Cada vez es más frecuente que, para evitar accidentes, en los colegios se prohíba correr en el patio durante el recreo. Claro que casi todos los pediatras consideran "una pésima solución" esta medida.
"Un varón de diez años no puede estar todo el día sentado", afirma la doctora Lukin, y agrega: "Durante los recreos, los chicos deben estar supervisados por adultos para que no haya accidentes; además, el espacio debe ser lo suficientemente amplio como para que éstos sean infrecuentes."
De lo que se trata es de "prevenir la que será la gran enfermedad de este milenio: la afección cardiovascular. Cada vez hay más chicos con obesidad, hipertensión arterial y colesterol alto, herederos directos del sedentarismo" dice Lukin.
Por ese motivo, en la actualidad el Comité de Deportes de la Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que los colegios incluyan a la actividad física en forma diaria.
De límites y exigencias
Además de la salud física de los chicos, no debe descuidarse el desarrollo de su personalidad integral. Por eso, el inicio de clases es un buen momento para replantearse otras cuestiones decisivas, como las exigencias, los límites y el tiempo de ocio de los pequeños.
Si bien es cierto que tanto la primaria como la secundaria son etapas de gran permeabilidad al aprendizaje, no por ello los chicos deben estar sometidos a un régimen de actividades extraescolares cotidiano. "Hay que negociar motivaciones -aconseja la doctora Lukin-. Tal vez es imposible acceder al deseo del chico de no asistir más a inglés, aunque no le guste, pero no hay por qué obligarlo a ir a tae-kwondo. Lo más aconsejable es que sea él quien elija el deporte que prefiera."
Y a no olvidarse de que el tiempo de "no hacer nada" debe ser respetado. "Es un tiempo muy rico, tal vez los papás deberían aprender de eso un poquito de sus hijos", estima la pediatra.
En lo que sí aconseja poner límites es en el tiempo que los chicos dedican a la televisión, el chat y los "jueguitos" de la PC. Y no sólo en la secundaria: un estudio reciente comprobó que actualmente, los chicos de la escuela primaria se acuestan dos horas más tarde que hace una década.
"No desayunan, llegan dormidos al colegio, duermen a la tarde. Esto tiene que revertirse -dice Lukin-. El espíritu feliz, el cuerpo sano y la mente lúcida son la mejor fórmula para una buena escolaridad. Y una buena vida."
Dónde consultar
- Hospital de Niños: (011)4962-9212.
- Sociedad Argentina de Pediatría: (011) 4821-5033.
- Hospital de Clínicas: (011) 5950-8000.
Cómo elegir una mochila adecuada
Más que niños que terminan su jornada escolar parecen pequeños hombrecitos realizando trabajos forzosos bajo el agobio de enormes y pesadas mochilas.
Sin embargo, el doctor Néstor Natiello, traumatólogo y ortopedista, coordinador del Grupo de Estudio y Tratamiento de Afecciones del Pie y la Postura, explica que "ningún peso que un chico pueda cargar va a producir un colapso de sus vértebras, ni siquiera su deformación. El problema no es cargar un peso en una mochila sino cómo lo carga". Según Natiello, a la hora de elegir y utilizar una mochila adecuada hay que tener en cuenta ciertos aspectos:
- Que el cuerpo "siente" el peso de la mochila en las zonas de contacto: tiras, cintura y espalda.
- Por lo tanto, las malas mochilas son aquellas que apoyan poco en la cintura y tiran mucho de los hombros.
- En cambio, las buenas van bien pegadas al cuerpo y es necesario un menor esfuerzo para mantenerse derecho. Estas tienen mayor contacto con la espalda: una ancha faja que rodea todo el contorno de la cintura, las tiras apoyan sobre los hombros desde arriba y la mochila más larga que ancha.
- Por eso, a la hora de comprarlas, conviene solicitar las "de supervivencia" que se venden en los sectores dedicados al camping. "No son las escolares", aclara Natiello.
- Siempre hay que probar la mochila, fijándose que no cuelgue hacia atrás, que esté alta y no a la altura de la cintura, y que permita caminar erguido sin dificultad.
- En cuanto al carrito, Natiello no lo considera conveniente "porque al tener que llevarlo arrastrando con una mano, los chicos caminan con el torso girado hacia el lado del carrito. Es peor que una buena mochila, pero mejor que una mala", sintetiza. Para minimizar los efectos perjudiciales hay que observar que la manija sea bien larga, para no tener que agacharse tanto.
Cómo ganar la guerra contra los piojos
Constantemente salen a la venta nuevos productos que prometen erradicar para siempre la pediculosis de las infantiles cabecitas. ¿Qué hay que tener cuenta a la hora de elegir?
"Básicamente, hay dos clases de productos -explica el doctor Miguel Angel Allevato, jefe de Dermatología del Hospital de Clínicas-: aquellos que contienen permetrina, lindano o malatión, sustancias que actúan sobre el parásito adulto por toxicidad selectiva y que deben repetirse a los cinco días, y otros, generalmente shampúes o acondicionadores con ácido acético, menos tóxicos, que no matan al parásito pero impiden que éste y sus larvas se adhieran al tallo piloso."
Sin embargo, aclara la doctora Alicia Lukin, de la Sociedad Argentina de Pediatría, "por más que una familia entera se someta al tratamiento más riguroso, una vez que el niño sale a la vida, allí lo espera el piojo". Y recomienda intentar un cambio de hábitos: "Hay que incorporar el peine fino como hábito, a pesar de que todos los días vengan con piojos y enseñarles a que ellos mismos se lo pasen. En vez de pedir siempre a los papás que lo hagan, la escuela podría perfectamente dar una clase enseñando cómo se pasa el peine fino".
"En la Argentina se han realizado algunos estudios epidemiológicos que muestran que la pediculosis afecta a entre el 76 y el 81% de los niños en edad escolar; lo interesante es que uno de esos estudios demostró que se puede reducir ese porcentaje al 30% luego de la educación impartida", comenta la doctora Margarita Larralde, directora de la Carrera de Especialista en Dermatología Pediátrica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Algunos consejos y aspectos a tomar en cuenta para prevenir el contagio son:
- Evitar el uso de peines, cepillos o sombreros usados por personas infestadas. Deben ser esterilizados con shampú pediculicida.
- Remover diariamente las liendres con peine fino embebido en vinagre.
- Tener siempre en cuenta que ninguna medicación es 100% efectiva contra las liendres.
"Una medicación inocua es la aplicación de vaselina líquida en la cabeza, que actúa ocluyendo el orificio por donde respira el piojo. Esta es una medida útil y económica, pero que afecta la apariencia del pelo", concluye la doctora Larralde.




