La terapia milenaria que gana adeptos por su poder para curar
Se realiza con objetos naturales que llaman la atención por sus geometrías y colores majestuosos; las experiencias en primera persona
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Gustavo, de 61 años, utiliza la técnica de sanación con cristales desde hace tiempo. Según cuenta, incursionó en ella para complementar y darle una perspectiva holística al trabajo terapéutico que venía haciendo. “Los resultados transformadores están a la vista en mi día a día”, confiesa. Similar es el caso de Fabiela, una mujer de 42 años que comenzó a experimentar esta práctica hace algunas décadas con su maestra de reiki. Los efectos fueron prometedores: “Obtuve beneficios muy gratificantes que me ayudaron y me ayudan actualmente en mi camino espiritual”, comenta.
Usar los cristales con fines sanadores es una práctica milenaria. Estos objetos naturales que llaman la atención por sus geometrías y colores majestuosos tienen poderosos efectos curativos. También conocida como cristaloterapia, se trata de una herramienta alternativa para alcanzar la armonía y el equilibrio general, incluso para llegar a la raíz más profunda de alguna traba o conflicto a resolver.
María Angélica Basualdo, terapeuta holística, especialista en terapia de cristales y constelaciones familiares individuales, cuenta que los cristales, por su estructura molecular, responden a una geometría sagrada y “tienen energía propia”. Cuando entran en contacto con los chakras, que son los siete puntos energéticos de una persona, “vibran y resuenan en el mismo rango y producen una expansión energética que permite indagar diferentes aspectos de la vida”, explica. Específicamente, “su función es devolverle al chakra la armonía que está desbalanceada”, agrega la experta.
En este tipo de práctica se trabaja de manera holística: no solo a nivel psíquico, también involucra el aspecto emocional y espiritual. A través de este proceso, “se buscan recuperar memorias y descubrir posibles conflictos personales a resolver, equilibrar la energía y desbloquear aspectos ‘dormidos’ que generan algún tipo de malestar”, aclara Basualdo.
Por su parte, Alejandra Salatino, fundadora de la Escuela de Sabiduría de los Cristales, describe a este método como “un viaje hacia tu mundo interno utilizando los cristales como herramienta”. Y ahonda: “Permite trabajar el autoconocimiento y el autotratamiento profundo, tomar consciencia de las emociones, pensamientos y acciones. También ayuda a reconocer el sentido de la vida realizando un proceso de sanación consciente que devela tu trama energética y facilita superar bloqueos físicos, emocionales, mentales y espirituales”.
El uso de los cristales tiene una profunda conexión con los humanos desde tiempos inmemorables que va más allá del perfil terapéutico. Los integrantes de la realeza siempre se han mostrado con joyas y coronas hechas a base de este tipo de piedras como símbolo de opulencia. En América Latina por ejemplo, los mayas, que siempre iban un paso adelante, utilizaban los cristales para diagnosticar y tratar enfermedades.
Son muchas las maneras que existen de trabajar con los cristales, cuenta Salatino. Una de las técnicas para abordar la cristaloterapia es a través de la meditación: “Agarrás la piedra que más te llama la atención, la tomás entre las manos, ponés música tranquila de fondo y percibís qué te transmite. Por ejemplo, ¿cómo es su textura?; ¿es suave? Este vínculo que se establece con el cristal tiene que ver con lo que necesitás trabajar en vos mismo. El cristal es tu espejo y te mostrará lo que no podés ver por tu cuenta”, indica Salatino.
Basualdo describe su método: “Se apoyan los cristales alrededor del cuerpo para desprenderse de la energía negativa y relajarse. Una sesión de este calibre puede durar entre una hora y una hora y media”. En estos casos, la consulta suele arrancar con una charla donde el consultante le comenta al terapeuta acerca de sus dolencias o inquietudes. “En base a esta información se elegirán los cristales adecuados para trabajar”, explica Basualdo. Luego se pasa a un ambiente tranquilo y calmo donde la persona “se acuesta en una camilla y se le hace una disposición de cristales que pueden llegar a ser entre 40 y 50 sobre toda la cadena de chakras, la cabeza y las piernas”, detalla. Durante este proceso, los cristales ayudan a entrar en un estado de relajación, permiten abrir la conciencia y realizar un trabajo de introspección. El terapeuta puede sumar un diálogo: “Generamos una charla suave para guiar al consultante a rastrear los orígenes del conflicto en curso. Le hacemos preguntas y lo conducimos a la reflexión”, explica Basualdo.
No todos los cristales tienen el mismo objetivo. Su uso varía de acuerdo con sus características como el color, la estructura molecular y sus minerales. “En un estado de angustia, tristeza o duda –continúa Basualdo– se puede trabajar por ejemplo, con cristales enraizadores como la hematita que tiene un tono oscuro tirando a gris, y en su interior posee hierro. Este mineral forma parte del centro de la tierra y de nuestro sistema circulatorio por eso en esta técnica se lo utiliza para poner en circulación nuestra energía; además nos ancla con la tierra”.
El cuarzo ahumado “va a diluir o despejar todo lo que nos impide que la energía espiritual llegue al plano físico”, profundiza y continúa: “Piedras importantes como el cuarzo rosa trabajan el amor con uno mismo”. Esta misma piedra como también la amatista, dice la especialista, se pueden usar con los bebés y los perros. Dentro de la familia de los cuarzos, también está el transparente “que trae la información del alma para conectar con los aspectos más espirituales”, finaliza.
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