César Humberto Ghirardi D’Angelo es uno de los homicidas seriales más sanguinarios de la historia criminal argentina
Igual que Guillermo Antonio Álvarez, alias “Concheto” o Carlos Eduardo Robledo Puch, conocido como el Ángel de la Muerte, César Humberto Ghirardi D’Angelo mataba durante robos, por una motivación económica. En 2010, el Tribunal Oral Criminal N°7 de San Isidro lo condenó a prisión perpetua por un homicidio en ocasión de robo.
Como “El Concheto” y “El Ángel de la Muerte”, Ghirardi D’Angelo fue uno de los asesinos seriales más sanguinarios de la historia criminal argentina. Aunque fue condenado por cuatro homicidios, hubo otros cuatro asesinatos que, se presume, habría cometido, aunque su participación nunca pudo ser cabalmente probada por la Justicia.
“Está bien, perdí; pero no sabés con quién te estás metiendo”, le dijo Ghirardi D’Angelo al policía Mendoza, que lo arrestó después de una persecución, el 2 de junio de 2008, en la zona norte del conurbano.
El 11 de abril pasado, Ghirardi D’Angelo, conocido como “el loco César” o “el Tuerto”, cumplió 53 años, mientras purga en el complejo penitenciario de Junín la sentencia a prisión perpetua que le dictaron los jueces María Coelho, Mónica Tisato y Eduardo Lavenia.
Pero no estuvo siempre tras las rejas desde aquella detención. Aunque había sido condenado a prisión perpetua por el asesinato de un custodio ocurrido en junio de 2008 durante un asalto, en 2015, cinco años después de la sentencia, un juez de Ejecución penal de San Isidro le concedió el beneficio de la libertad condicional. Libre, hizo lo que sabía: robar.
La decisión de este magistrado se fundó en que no estaba firme el veredicto condenatorio que había dictado el Tribunal Oral N°7 y porque se habían licuado las otras sentencias en su contra, debido a la aplicación del 2x1, la ya perimida norma legal que computaba doble cada día que un procesado hubiese pasado en prisión sin que se hubieran agotado las instancias recursivas a las que tuviera derecho.
Favorecido por la resolución del magistrado de Ejecución Penal de San Isidro, Ghirardi D‘Angelo pasó un año en libertad. Durante esos doce meses se dedicó a robar.
El 17 de octubre de 2016, a las 12.22, El loco César y un cómplice, Gabriel Eduardo Topa, ingresaron en la sucursal del Banco Santander, situada en la esquina de Marcelo T. de Alvear y Riobamba, en Don Torcuato, y le arrebataron una mochila con $1.600.000 a la empleada de la estación de servicio situada en el cruce de Belgrano y la colectora Panamericana.
El audaz asalto se concretó dentro de la sucursal bancaria de Tigre. Cuando la empleada de la estación de servicio intentó resistirse, el cómplice de Ghirardi D´Angelo le apuntó con un arma. Después de apoderarse de la mochila con el dinero, ambos asaltantes abordaron un Peugeot 208 que habían estacionado a la vuelta.
Según se determinó en la reconstrucción del violento episodio, realizada por el fiscal Cosme Iribarren, Ghirardi D’Angelo y Topa abandonaron el vehículo cerca del banco. Ese auto había sido robado en julio de 2016. El representante del Ministerio Público determinó que ambos habían planificado el asalto y quedaron grabados por las cámaras de seguridad de la estación de servicio cuando concurrieron a analizar el movimiento de los empleados y del dinero.
La investigación encarada por el fiscal Iribarren terminó con la captura de Ghirardi D’Angelo, quien fue apresado el 2 de diciembre de 2016. Al año siguiente, fue condenado a cuatro años de cárcel por el robo contra la empleada de la estación de servicio.
“Las cámaras del interior del bar de la estación de servicio grabaron el momento en que los sospechosos efectuaron algunas compras en y permanecieron por un extenso periodo de tiempo sentados frente al ventanal que da vista a la playa de carga de combustible –aproximadamente dos horas–; evidenciando inequívocamente que aguardaban el egreso de la remesa de dinero a depositar y actuar sobre seguro en otro lugar”, explicó el fiscal Iribarren en la requisitoria de elevación a juicio.
Una de las empleadas de la estación de servicio identificó a Ghirardi en una rueda de reconocimiento. “Es el Nº4. Yo estaba atendiendo el bar, y él y su compañero estaban en la barra. Por la altura estoy segura de que era el que estaba parado. El compañero era más robusto, estaba más nervioso. Ahora tiene barba. El día que entró en el bar tenía el pelo más corto y vestía ropa de trabajo”, relató la testigo.
Los crímenes
En octubre de 2018, el Tribunal Oral N°7 de San Isidro unificó las condenas por los cuatro homicidios en los que se había podido probar la autoría de Ghirardi. Los jueces establecieron que Ghirardi no podría recuperar la libertad hasta 2033. Eso no le impidió al “Loco” hacer un pedido al menos curioso: solicitó el traslado al penal de Magdalena para poder estar con su hijo, César Darío, que había sido detenido el año anterior por un robo con armas en San Justo.
Después de revisar las pruebas y de analizar las declaraciones de los testigos que se presentaron en el debate, para los jueces quedó acreditado que el 2 de junio de 2008, Ghirardi y un cómplice le cruzaron el Ford Focus en el que viajaban a un Volkswagen Suran en el que iban los custodios Sergio Conti y Florencio Pereyra.
Ambos trabajaban para la empresa de seguridad Esip y venían de recorrer una serie de countries de la zona norte donde habían pagado los sueldos de los vigiladores que prestaban servicio en los mencionados complejos. Todavía les quedaban $86.000, repartidos en sobres con los nombres de cada uno de los empleados de seguridad, cuando fueron interceptados por Ghirardi y su cómplice.
Un automovilista advirtió lo que ocurría y llamó al 911. Luego de matar a Conti y herir a Pereyra, Ghirardi y su cómplice huyeron con el dinero. Comenzó entonces una persecución que terminó en una casa de la localidad de Pablo Nogués, partido de Malvinas Argentinas.
Ghirardi había salido de la cárcel de Florencio Varela el 27 de mayo de 2008; allí había cumplido 15 años de prisión por haber matado a Víctor Sotelo Gavilán durante una pelea en el penal. Seis días después de salir de la cárcel, volvió a matar.
Según figura en su prontuario N° 670.254, Ghirardi había comenzado a matar el 21 de noviembre de 1996. Ese día, según determinó la Justicia, asesinó a Fabián Brain y Fernando Diácono durante un asalto en Ramos Mejía.
Un tribunal de La Matanza lo condenó el 22 de agosto de 2002 a 20 años de prisión por ese doble homicidio. Sin embargo, en 2007, la Sala III de la Cámara de Casación Penal bonaerense le redujo la sentencia a 18 años de cárcel.
En marzo de 1998, mientras la policía lo buscaba por los asesinatos de Brain y Diácono, Ghirardi fue apresado por orden de la Justicia y acusado de matar a cuatro personas durante dos asaltos ocurridos en Morón y en Ramos Mejía.
Un fiscal de Morón acusó a Ghirardi de haber matado a Marta Pérez y Enrique Echaverría en un asalto cometido el 3 de febrero de 1998. Un mes después, un agente del Ministerio Público de La Matanza señaló a Ghirardi como presunto responsable de los homicidios de los hermanos Hernán y Leonardo Pecastaing.
Si bien las Cámaras de Apelaciones de Morón y de La Matanza absolvieron a Ghirardi por el beneficio de la duda en esos dos casos –cuatro homicidios–, las fiscalías de ambos departamentos judiciales apelaron.
El sangriento derrotero de Ghirardi D’Angelo siguió en 1999, mientras estaba alojado en la cárcel de Florencio Varela, a disposición de la Justicia por los homicidios de Pérez y de Diácono, “El Loco César” mató al interno Sotelo Gavilán durante una pelea en el pabellón en el que estaban alojados.
Un tribunal de Quilmes lo condenó a 15 años de prisión, pero, otra vez, la Sala III de la Cámara de Casación provincial le redujo la pena a 14 años.
Con la unificación de las distintas condenas realizada por el Tribunal Oral N°7 de San Isidro, Ghirardi D’Angelo debería permanecer en prisión hasta 2033, por lo menos. En esa fecha estaría dentro del plazo para solicitar la libertad condicional. Aunque dicha solicitud tendrá que ser revisada por un juez de Ejecución Penal, que deberá considerar que cada vez que le permitieron abandonar la cárcel, “El Loco César” volvió a robar y a matar.
Más notas de Asesinos
El demonio de Yorkshire. El enterrador que decía escuchar voces que le impusieron la misión de exterminar prostitutas
El asesino del juego de citas. La cara oculta y despiadada del encantador protagonista de un popular concurso de TV
Revés judicial para Nahir Galarza. La Justicia desestimó una denuncia presentada por la asesina en contra de un tío
Más leídas de Seguridad
Trágico final. Una joven ocultó su embarazo, parió en el baño de una concesionaria donde abandonó al bebé que murió
Conurbano salvaje. A escobazos y a los golpes, se enfrentaron a un ladrón que entró a robar en un super de La Matanza
Reforma. Con una megacárcel en Ezeiza y otro penal en el interior, planean la construcción de las primeras prisiones de gestión privada
Falso camping. Simulaban que era un lugar para acampar, pero en el predio habían montado un desarmadero de autos robados