Castillo pasa sus días en la cárcel estudiando el expediente y preparando su defensa
en la plata. Comparte pabellón con sus familiares detenidos y lo dejan estar cinco horas en el patio
Jorge Castillo, el "Rey de La Salada" pasa sus días en la cárcel de La Plata preparando su defensa. Cuando no está en el patio se dedica a leer los ocho cuerpos del expediente que derivó en su detención, el 21 de junio pasado, acusado de ser el jefe de una asociación ilícita que extorsionaba a puesteros de la feria de Lomas de Zamora.
Luego de pasar por la Unidad 29, Castillo y sus cuatro familiares quedaron alojados en el pabellón 4 de la Alcaidía 3, de La Plata. Nada en esa construcción tiene relación alguna con el lujo de la mansión de Luján en la que Castillo vivía.
Dado que no sufre de hipertensión ni de diabetes, Castillo no tiene un régimen especial de comidas. El pabellón cuenta con su comedor y con un patio al que concurre dos horas por la mañana y tres por la tarde. Allí se encuentra con Hugo, su hermano, y con Adrián y Leandro, sus sobrinos. Gladys Elcira Arrieta, mujer de Hugo, quedó alojada en el pabellón femenino. En estos días, los Castillo son los únicos presos que toman aire en ese espacio rodeado por un muro de cuatro metros de alto.
Al tratarse de acusados en una causa penal tan sensible y resonante, las autoridades de la alcaidía aplicaron medidas especiales para resguardar su integridad física. Es por eso que no comparten espacios con otros reclusos.
Hace una semana, luego de negarse a declarar ante el fiscal de Lomas de Zamora Sebastián Scalera, el "Rey de La Salada" solicitó, precisamente, que se aplicaran medidas para preservar su vida. Dijo que mientras estaba en el subsuelo del edificio de los tribunales de Lomas de Zamora, en Larroque y Camino Negro, se le acercó un hombre y le dijo que se cuidara porque algunos -no dijo quiénes- "planeaban hacerle una maldad". Castillo afirmó que no podría identificar a ese confidente.
Además de compartir el patio y el pasillo con su hermano y sus sobrinos, la actividad de Castillo se concentra en revisar las declaraciones de testigos y los extractos de las escuchas telefónicas que fundaron su detención y las de otros 21 sospechosos, imputados como presuntos organizadores -en el caso de los Castillo- o miembros de tres de las cuatro bandas que supuestamente cobraban alquileres ilegales a unos 10.000 comerciantes para que armaran sus puestos en diez cuadras adyacentes a la feria Punta Mogote, a la vera del Riachuelo, en Ingeniero Budge.
En el caso de Castillo, la situación es más grave que la de sus compañeros de sumario, ya que fue acusado de presunto intento de homicidio de uno de los ocho policías que irrumpieron en su mansión de Luján para detenerlo. Hasta el momento recibió una sola visita: la de su mujer, Natalia Luengo. Fue el lunes. Tiene permitido que el encuentro se extienda por cuatro horas.
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