Al baño con clave: la polémica decisión de bares y mercados que incumple una ley porteña
Se calcula que hay un sanitario público por cada 230.769 vecinos; crece la cantidad de locales que instalan sistemas de códigos especiales solo para sus clientes
"Ay papi, no aguanto, no aguanto". Ramiro Spano corrió al baño con Pipo, su hijo de tres años. Acababan de tomar un café y un batido de chocolate. Y tenían el tiempo justo para evitar el derrame. Corrieron, pero en la puerta del baño del Starbucks de Callao y Santa Fe, en el segundo piso, se encontraron con que había que poner una clave. El código estaba en el ticket de compra, pero el padre había tirado todo cuando le puso azúcar al café. No alcanzó el tiempo para ir a pedir la contraseña a la caja y Pipo se hizo encima. Ramiro tuvo que cambiarlo y salió indignado del local. Y descargó su ira en Twitter. "Es una falta de respeto. El baño tiene que estar disponible, siempre", publicó este abogado, de 33 años.
Lo cierto es que esta escena se repite cada vez con más frecuencia, lo mismo que la indignación de clientes y no clientes. El déficit de baños públicos que tiene la ciudad de Buenos Aires hace que algunos locales hayan instalado sistemas para exigir que solo quienes consuman o compren en el negocio puedan usar los sanitarios. La cadena Starbucks fue la pionera, pero ya otros locales se han sumado a la medida, como las estaciones de servicio de Shell o el supermercado Carrefour, que ya colocaron el sistema en algunas de sus locales. LA NACION se comunicó con los voceros de esas cadenas para consultarlos sobre la decisión de limitar el acceso al baño, pero en todos los casos, no hubo una respuesta oficial.
El bar Avant Garten, en el arco 10, en Palermo, les coloca a sus clientes un sello en el dorso de la mano. Ese es el pasaporte de ingreso al baño. Y muchos otros simplemente cierran con llave la puerta y cuelgan un cartel que reza: "El baño es exclusivo para los clientes".
Salvo en estaciones de subte, donde hay 73 baños, que no siempre están abiertos y en condiciones, casi no hay en la ciudad baños públicos a los que los porteños puedan acceder libremente, por ejemplo cuando van al trabajo. Desde el gobierno porteño informan que hay solo 13 baños públicos disponibles para los porteños y todos están en los parques y las plazas. Significa que hay un baño público en la ciudad cada 230.769 habitantes.
El argumento que más se escucha entre quienes defienden los baños con clave de acceso es que esta es una práctica habitual en algunos países de Europa y en Estados Unidos. Sin embargo, según explicaron distintos especialistas a LA NACION, en Buenos Aires no es legal, porque existe una resolución que prohíbe a los bares y restaurantes restringir el acceso al baño o exigir consumir para poder usar las instalaciones.
La resolución 46.798 del 17 de junio de 1993, del entonces Concejo Deliberante (que sigue vigente), dice: "El Departamento Ejecutivo a través de los organismos técnicos correspondientes intimará a los propietarios de confiterías, bares, restaurantes, salones de té, etcétera de esta ciudad para que acorde a las disposiciones vigentes liberen el uso de las instalaciones sanitarias para toda aquella persona que así lo solicite haya o no efectuado consumición".
"El baño debe ser libre, aunque podría cobrarse por ese servicio, como ocurre en Chile, pero no impedir su uso, porque no es legal", explica Sergio Mohadeb, del blog Derecho en Zapatillas, que hace un año impulsó una campaña para democratizar el uso del baño.
"De todas formas, es una zona gris, porque más allá de la resolución, es el gobierno porteño el que debería hacerla cumplir y a la vez debería resolver el déficit de baños públicos que hace que la gente tenga que usar los baños de bares porque no hay otros. Que se cobre algo razonable por el uso del baño podría ser una opción. Y que el que no puede, no pague. Porque tampoco es justo para el local tener que correr con los gastos del baño para que lo usen quienes no son sus clientes", afirma Mohadeb.
Hoy, para habilitar un local donde se sirven bebidas y comidas, y también lugares donde hay afluencia y permanencia de público, como un supermercado, la Agencia Gubernamental de Control (AGC) porteña exige las normas que establece el Código de Edificación de la ciudad, que recientemente se modificó y que fija cantidad de baños en función de los metros del local, y que exige baños para personas con movilidad reducida. Recientemente se autorizó a tener baños unisex.
Después, durante los controles posteriores se verifica que el baño esté en condiciones de higiene y limpieza. Que haya agua, jabón, papel, que las cisternas funcionen y que el local realice limpieza de las instalaciones periódicamente. No se fija cada cuánto, sino que debe ser cada vez que se requiera. Encontrar el baño sucio puede ser motivo de clausura del local, explican desde la AGC. Esa es otra de las razones que argumentan los locales para aplicar la restricción al acceso público: podrían recibir sanciones y para evitarlas deben hacer una inversión en limpieza y mantenimiento que no guarda proporción con el volumen de clientes, sino con la afluencia de público a esa zona y con la nula oferta de baños públicos ofrecidos por el gobierno porteño.
Desde la AGN explican que, aunque no es legal impedir el acceso a los sanitarios, hasta ahora no se le ha negado la habilitación a ningún local por contar con contraseña digital en los baños.
En la Defensoría del Pueblo explican que ahí sí llueven los reclamos por el uso de baños con código. En 2018 recibieron 89 denuncias de vecinos a los que no se les permitió usar el baño. Y aclaran que son minoría los que se toman el trabajo de hacer la denuncia.
La defensoría en todos los casos solicita a la Dirección General de Fiscalización y Control para que intime a los locales denunciados a cumplir la ley. Pero el problema, según se explica, es que la ley no fija penalidades o multas para los locales. El ranking de los más denunciados según la defensoría son Burger King, Wendys, Starbucks y Mostaza, entre otros. Pero como no existen sanciones, los cambios no llegan.
"Los locales de comida deben permitir el acceso a los baños para aquellos que lo necesiten, ya que así lo dice la ley y lo que está escrito debe cumplirse. Además, la ciudad no cuenta con suficientes baños públicos para la gran cantidad de vecinos y vecinas que transitan en las calles porteñas para ir a su trabajo o sus lugares de estudio. En esta línea celebramos la ley que sancionó la Legislatura el mes pasado, por iniciativa de María Rosa Muiños, para la incorporación obligatoria de baños en todos los parques de la ciudad. Desde la Defensoría del Pueblo impulsaremos nuevamente este año un proyecto de ley para el libre acceso a instalaciones sanitarias en bares y locales de comida", apunta Alejandro Amor, defensor del Pueblo.
El ámbito de revancha de los usuarios son las redes sociales. Ocurre que encontrarse en el ingreso a un baño con un requerimiento de ese tipo genera mucha indignación. En las redes proliferan los usuarios que buscan democratizar el acceso a los sanitarios y, a modo de venganza, deciden difundir las claves para que otros puedan usarlas. Otros, directamente las escriben en la pared junto al baño.
"Cada vez que voy a un baño con clave, la escribo con un indeleble en la pared, porque me da bronca. No son negocios que trabajan a pérdida. Son megacadenas internacionales y nos niegan algo que es un derecho básico", dice Antonella Veliz, de 26 años. "Es ser un poco humanos. El baño y un vaso de agua no se le niegan a nadie", agrega.
Los locales explican que están cansados de que todo el mundo use sus servicios y que los sanitarios están en mal estado para sus clientes. Todo remite al déficit de baños públicos que hay en la ciudad.
Los baños con acceso limitado también llegaron a las estaciones de tren: en la renovada estación de Constitución, por ejemplo, se instaló un sistema de acceso que exige usar la SUBE para poder ingresar. Hay una fila de molinetes, en los que no se cobra nada ni se exige que la persona haya viajado, pero ante la duda o el desconocimiento, bajó enormemente la cantidad de personas que usan los baños. Y como consecuencia, el estado del baño mejoró.
Sin embargo, desde la inauguración, la polémica por la medida pobló las redes sociales de imágenes. El debate era entre los que agradecían el lujo de los sanitarios nuevos y los que se quejaban de la medida que hacía a muchos desistir de ir al baño, aunque lo necesitaran.
La situación se agrava en las plazas y los parques, donde ni siquiera hay bares cerca. Recientemente, una ley que se votó en la Legislatura obligará al gobierno porteño a construir baños en 11 parques. Todos aquellos espacios públicos que cuenten con más de tres hectáreas deberán tener baños públicos para sus visitantes. Se deberán construir sanitarios en los parques Avellaneda, Centenario, Chacabuco, Indoamericano, Lezama, Rivadavia, Saavedra, Sarmiento, Costanera Sur, Palermo y Agronomía.
También se harán en los bajo autopista y en los espacios libres que quedarán al elevarse las vías del tren. Aunque este es un reclamo que lleva años, promesas, licitaciones y ninguna realidad. Hace tres años se anunció que se instalarían bares en las plazas y los parques, y a cambio se les exigiría a los locales ofrecer baños abiertos al público. Sin embargo, las asociaciones vecinales de distintos barrios se opusieron porque dijeron que significaría resignar metros verdes con fines comerciales.
En 2008, otro proyecto para licitar y concesionar baños públicos implicó un largo debate en la Legislatura, pero el proyecto nunca se hizo realidad. Y los baños públicos siguen siendo una deuda porteña.