Bullying por el superclásico: de los memes en las redes al acoso en el aula
Si Boca pierde pasado mañana, los padres de Pedro (8) ya saben cuál será el ruego de su hijo el domingo por la noche: faltar a la escuela. ¿Por qué? "Cada vez que se enfrentan River y Boca pasa lo mismo. No soporta las burlas. Dice que hay algunos compañeros que están esperando que lleguen los del equipo rival para cargarlos y rumiarles al oído todo tipo de cosas. Y él lo sufre muchísimo, se angustia y se pone realmente mal", confiesa la mamá de Pedro, que pide reserva de su identidad porque no quiere con esta confesión sumar un motivo más para incrementar el bombardeo de humoradas y burlas que llegarán a primera hora de la mañana, incluso antes del saludo de la bandera, luego del primer partido entre Boca y River en la final de la Copa Libertadores.
La inquietud llegó a los colegios. Charlas, tutorías, programas específicos de convivencia y talleres sobre las emociones se pusieron en marcha esta semana para tratar el tema en el aula. Cuenta Virginia Sturm, vicedirectora del nivel primario de la Nueva Escuela Argentina 2000, que en el espacio de intercambio de noticias que se promueve cada mañana durante la formación con los alumnos de 6° y 7° grado, el superclásico se convirtió en el monotema de la jornada de ayer.
"Siempre se suelen comentar entre cinco y siete noticias del día. El que quiere levanta la mano y aporta un tema. Pero esta vez no hubo lugar para otra cosa que no fuera el superclásico. Desde la reventa de entradas, hasta las repercusiones políticas y los posibles festejos violentos". Pero fue la maestra de 3° grado, que ante el comentario que escuchó al pasar de un alumno ["el que gana le hace bullying al que pierde"] decidió dedicar el espacio de tutoría de los días viernes para tratar y debatir con los chicos sobre algunas cuestiones.
"Me pareció una buena oportunidad para conversar sobre el tema con ellos. La posibilidad de poder disfrutar del proceso de la competencia más allá del resultado, el respeto hacia los demás, la importancia que le dan a la victoria o al fracaso y cuáles son las actitudes que pueden molestar al otro", resume la docente Flavia Acosta, atenta a las demandas espontáneas que repercuten en la convivencia dentro del grupo.
"Para que los chicos puedan vivir un superclásico como una fiesta, los adultos primero tenemos que poder entender que esto es un deporte, que no se juega la vida de nadie, que muchas veces se gana y otras se pierde y que los extremos y el fanatismo desmedido nunca son buenos. Si los grandes tratamos de regular y otorgar a la realidad el valor de lo que realmente sucede, los niños por su parte harán lo mismo –apunta la psicóloga Ileana Berman-. No concibo pensar que un niño quiera faltar al colegio porque su equipo de fútbol ha perdido y tiene miedo de que lo carguen. Algo estamos haciendo mal".
Para Marisa Rusomando, especialista en crianza y familia y autora del libro Diván King Size para padres (Urano), la iniciativa de debatir lo que genera este tipo de eventos en el aula puede ser una excelente herramienta para generar algún cambio. No lo encuadraría en términos de bullying, pero sí considera que altas dosis de burlas y cargadas pueden convertirse en un acoso que perturbe a los chicos.
¿Recreos en armonía?
"Difícil transmitir al mundo infantil tolerancia y respeto por el otro cuando en nuestro país hoy no pueden compartir un mismo estadio deportivo locales y visitantes –señala la psicóloga Susana Kuras Mauer, especialista en adolescencia-. Cómo pensar que en el patio de la escuela la convivencia de pasiones entre pibes sea armónica. Pero de estas experiencias desbordantes de adrenalina también se aprende. Si algo podemos rescatar a la hora de aceptar la derrota es que la frustración es una realidad que nos desafía desde la primera infancia, y aprender a tolerarla nos fortalece".
En el colegio Michael Ham, en su sede de Nordelta, el superclásico que se disputará mañana también copó la asamblea que se realiza con los alumnos todos los jueves. "Compartimos una noticia del día y la relacionamos con una emoción en particular, y esta vez fue la final entre Boca y River y la violencia –cuenta Patricio Kenny, del equipo de Orientación Educativa de la secundaria-.
Es parte del programa de conciencia emocional que trabajamos con los alumnos, para que ellos mismos aprendan a definirlas y adquieran las herramientas para regularlas". Hace casi tres años, el Michael Ham fue uno de los pioneros en aplicar el método finlandés contra el Bullying, denominado Kiva, un programa sistemático que aborda el acoso como fenómeno grupal, que tiene acciones universales, de prevención, y focalizadas, de intervención. Mariana Gallagher es la vicedirectora académica de la institución, y comenta que del tema de la rivalidad entre equipos también se ocupan a través de ejercicios, juegos y trabajos en grupo.
"El superclásico justo cae mientras en el colegio se disputan los Sports [las competencias deportivas] y aprovechamos para reforzar los conceptos de nuestro espíritu deportivo, el sentido de pertenencia ligado al color de una camiseta y de la necesidad fundamental de contar con un rival, y de respetarlo, para poder competir. Sin rival no hay juego posible".
Rivales no enemigos
Como director de la carrera de periodismo deportivo de la Universidad Abierta Interamericana, Diego Ballester también lidia con sus alumnos, los memes de las redes sociales, las discusiones acaloradas en el aula y la distorsión de las opiniones teñidas por los fanatismos. "Hay chicos que faltan a la escuela, jóvenes que no van a la facultad y adultos a los que les gustaría no aparecer en la oficina.
Los ex jugadores de Boca y River, Leandro Paredes y Sebastián Driussi, que hoy son compañeros en el Zenit, tuvieron una buena iniciativa en las redes sociales compartiendo una foto con una leyenda que dice ‘Somos rivales, no enemigos. Disfrutemos de esta histórica final sin violencia’. Debería vivirse así, pero seguramente el lunes muchos chicos en la escuela disfrutarán más de la derrota del rival que del triunfo de su propio equipo".
Bianca Rissotti tiene 8 años y le gusta jugar al fútbol con sus amigos en la escuela. "Es mi pasión. Soy de River y grito con mi papá los goles cuando vemos los partidos. Me molesta cuando mis amigos de Boca me gritan al oído que su equipo es el mejor. No está bueno molestar al otro. A mí no me divierte", dice Bianca. ¿Qué les dice ella a sus rivales cuando River gana? "Nada, soy feliz".
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