Cuando el derecho le da la espalda a la realidad

El Código Civil es un cuerpo normativo moderno elaborado con una visión realista y plural. Por eso, regula un tercer tipo de filiación que se suma a las que son por naturaleza y adopción: la que se deriva del empleo de Técnicas de Reproducción Humana Asistida (TRHA). Lamentablemente, durante el trámite parlamentario de su sanción, se suprimió una de las vías para que las personas que no puedan concebir o llevar un embarazo a término accedan a la paternidad por la intervención de una mujer que lo haga por ellos. Hablamos de la gestación por sustitución.

La técnica también es conocida como maternidad subrogada, aunque no es técnicamente correcto porque quien gesta para otros no es realmente madre. Ser madre es un proceso mucho más extenso y complejo que llevar adelante un embarazo y dar a luz.

No obstante, la supresión del texto de la nueva ley, ninguna norma lo prohíbe y la realidad muestra que su empleo en el país es cada vez más frecuente y que quienes recurren a ella se someten a las más variadas estrategias que rondan la ilegalidad y a diferentes tipos de ardides jurídicos que vulneran los derechos fundamentales de los niños nacidos a través de ellas.

En los últimos días, hemos sido testigos de abrumadoras noticias que dan cuenta de la necesidad de regular estas prácticas, como está sucediendo en muchos otros países. La complejidad de la figura torna imperiosa la fijación de reglas claras que permitan una intervención judicial previa a su aplicación, para garantizar el cumplimiento de requisitos esenciales y, de este modo, evitar que personas inescrupulosas lucren con ellas.

Cuando el derecho da la espalda a la realidad, se transforma en un discurso esquizofrénico, que generalmente perjudica a los más vulnerables. Esto es precisamente lo que una sociedad que se precie de justa y democrática debe evitar.

La autora es doctora en Derecho y trabajó en la reforma del Código Civil

Mariel F. Molina de Juan