En esta maratón se usa la camiseta de Argentina y se canta el himno antes de largar. Así es la fecha más patriótica del calendario runner.
¿Qué pasión puede ser tan fuerte como para que el feriado del 25 de mayo más de 10 mil personas desafíen el frío y se congreguen en Figueroa Alcorta y Monroe? La respuesta es fácil porque sucede todos los años: la Carrera Maya Jumbo. Con 42 ediciones realizadas desde la primera en 1971, el calendario runner de la Argentina tiene una fecha que se destaca como pocas, porque al habitual fervor de los corredores se le suma un colorido patriotismo. Desde hace algunos años, casi todos los corredores que participan de la competencia deciden hacerlo transpirando la camiseta de Argentina y cantando el himno nacional minutos antes de la largada.
La crónica oficial cuenta que la Carrera Maya Jumbo se compone de dos pruebas, la de 3K y la de 10K, y que esta última fue ganada una vez más por el fondista bragadense Miguel Bárzola. Ya son seis las veces que quien fuera representante argentino en el Maratón de Londres 2012, y quedara fuera de Rio 2016 por escasos segundos, llega primero: 2006, 2009, 2013, 2014, 2015 y 2016. Sin embargo, estos datos no dan cuenta de un fenómeno que se mide más por el entusiasmo que por los cronómetros.
Un día de fiesta
Los habitués de la Carrera Maya no se pueden resistir a la tentación de reincidir cada año. Prueba de ello es que la cantidad de inscriptos nunca disminuye. Pero quienes se sumaron por primera vez a este evento se encontraron con un espectáculo muy particular. Vieron, por ejemplo, a los más de diez mil atletas empezar a llegar hasta el punto de encuentro desde las 7 de la mañana y aprovechar la espera para hacer un buen precalentamiento, mientras los familiares o amigos que decidieron acompañarlos se tentaban con los churros, el chocolate y los pastelitos brindados por Jumbo y compartían las fotos y videos del evento en las redes sociales, bajo el hashtag #JumboCorre. Con un playlist lleno de clásicos del rock nacional, a 20 minutos de la hora señalada para largar, los corredores se fueron acomodando lentamente en el punto de inicio.
El recorrido programado para esta edición los llevó primero por Figueroa Alcorta y luego por Belisario Roldán hasta el Planetario, donde retomaron Alcorta pero ya en sentido contrario para ir volviendo. El desvío por Dorrego marcó justo la mitad del trayecto y enseguida los corredores se adentraron por los bosques de Palermo hasta volver a tomar Figueroa Alcorta y hacer el último esfuerzo. La llegada con agua, bananas y la merecida medalla le pusieron el cierre a la competencia. Pero como la Carrera Maya más que una competencia es una fiesta de la patria, mientras los atletas comentaban sus tiempos y se hidrataban, el escenario se llenó de folclore, zapateo y boleadoras.
Atletas de élite, grupos de corredores, familias, personas no videntes o en sillas de ruedas especiales y hasta algún runner solitario, todos dicen presente cada año en la carrera más patriótica del calendario porteño.
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