Fernán Quirós. "Hay un descenso de casos, pero tenemos que evitar los rebrotes"
Pasaron 227 días desde que Fernán Quirós informó, junto a las autoridades sanitarias nacionales, que en la ciudad se había confirmado el primer caso de Covid-19 del país. Ahora, recibe por segunda vez a LA NACION en lo que va de esta pandemia en una sala de reuniones, junto a su despacho del Ministerio de Salud porteño.
En ese predio de la esquina de Monasterio y la avenida Amancio Alcorta, del barrio de Parque Patricios, se percibe que "lo peor ya pasó", como había dicho Quirós hace un mes sobre la curva de contagios de agosto en el distrito. Pero todos llevan barbijo –como también sucederá durante la entrevista–, y se mantienen las medidas de seguridad en los accesos del edificio ubicado detrás del hospital Muñiz. Aunque hay más tranquilidad que hace tres meses, cuando el pico de casos estaba por llegar.
Con alrededor de entre 700 y 800 nuevos diagnósticos diarios, una estrategia de testeostan agresiva que se están detectando cada vez más asintomáticos y una menor ocupación de camas de terapia intensiva por Covid-19, Quirós afirma que el distrito alcanzó los umbrales para descender de una categoría epidemiológica moderada alta a moderada baja, lo que dio luz verde para empezar a reorganizar el sistema sanitario porteño de manera tal que conviva con la pandemia mientras retoma los servicios de prevención y atención que alteró por completo la emergencia por el nuevo coronavirus.
Destaca el alto cumplimiento de las medidas de prevención en "la enorme mayoría" de los porteños y considera que la capacidad de respuesta del sistema público de salud es "histórica". Le reconoce al jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, "un liderazgo estratégico, con una convicción política fuerte" para organizar prioridades en la respuesta a la pandemia y la puesta en marcha de las actividades en la ciudad. Como lo hizo otras veces, descarta toda candidatura.
Tras un mes y medio –desde el 1 de septiembre– de reducción lenta, pero diaria, de los casos de la ciudad que atribuye a la intensificación del programa de rastreo, testeo y aislamiento, el funcionario que está liderando la respuesta sanitaria porteña afirma que, a pesar de que el número de enfermos bajó casi a la mitad, pudieron aumentar los testeos cotidianos a convivientes y contactos de cada caso detectado, tanto sintomáticos como asintomáticos.
"Lo que está pasando ahora con la curva epidemiológica de la ciudad es que hay un descenso de casos importante, pero con un descenso también del uso del sistema de salud y las camas que es aún más intenso porque hay cada vez más casos asintomáticos en el informe diario –describe Quirós–. La mitad de los casos que reportamos la semana pasada son asintomáticos por lo que no usan el sistema de salud y no tienen ninguna dificultad clínica."De 3300 camas de hotel, las 1050 de internación general en los hospitales y las 310 de terapia intensivas ocupadas por día en agosto, cuando se dio el pico de contagios, esta mañana se informó que están en uso 767 camas de hoteles (15,3%), 381 de salas generales (25,4%) y 185 de cuidados críticos (41,1%). "Bajamos de 400 camas de internación general y de 180 camas de terapia intensiva, que eran nuestros dos límites para pasar de una situación moderada alta a moderada baja en la ciudad. Esto no es menor este cambio de categoría epidemiológica porque nuestra estrategia de salud va cambiando en cada una", explica.
-¿Con este escenario se cerraron unidades de terapia intensiva que se habían abierto para Covid-19?
–Llevamos un mes dando licencia a todos los trabajadores del sistema de salud, entre ellos a los terapistas, los enfermeros de terapia y los kinesiólogos. Decidimos cerrar temporalmente entre 10 y 20 camas en algunas pequeñas terapias, entre ellas las del Hospital Fernández, para que el personal se pueda tomar licencia y descansar. Y algunas camas las redireccionamos a la atención de pacientes no Covid-19 porque estamos intensificando la búsqueda de problemas clínicos que hemos perdido la oportunidad de atender en todo este período y que ya es hora de recomponer para el cuidado. No solo son cirugías programadas, sino el rastreo de enfermedades oncológicas, la vacunación, la búsqueda de enfermedades crónicas, la violencia familiar, el seguimiento de las embarazadas y los niños, sobre todo en los primeros 18 meses de vida, la tuberculosis y otras enfermedades infectocontagiosas. Estamos fortaleciendo el trabajo territorial y hospitalario. Con el salto epidemiológico a la categoría a moderada baja, podemos volver a fortalecer el trabajo territorial y hospitalario, intensificar la búsqueda de otras enfermedades y empezar a liberar algunos hospitales de las internaciones por Covid-19. Ya lo estamos planificando con dos hospitales porteños.
-¿Quedan las Unidades Febriles de Urgencia (UFU)?
–En todos los hospitales dejamos las UFU porque se mantiene el circuito de atención de pacientes de riesgo de forma independiente, sin que se crucen con otros pacientes en las salas de espera. Pero cada semana, de acuerdo con el volumen de trabajo, algunos hospitales progresivamente van a derivar de las UFU, con el SAME, a otros hospitales a los pacientes con Covid-19 que necesiten internación. Así empezamos a activar a los hospitales libres de Covid para empezar a atender a la comunidad general de manera más intensiva y segura. Cuando estemos con menos de 60 camas de terapia intensiva ocupadas, vamos a reasignar toda la estrategia de atención de Covid-19 a un solo hospital de adultos que va a ser el Muñiz.
-Con el plan Detectar se ganó presencia territorial de salud pública en los barrios. ¿Va a mantenerse?
–Estamos descendiendo en casos, pero tenemos que prepararnos para mitigar, disminuir o evitar los rebrotes. Toda esa estrategia tiene que ver con sostener la intensidad del programa Detectar durante este período para que, cuando el empiece el movimiento en la Argentina de personas entre las provincias y la ciudad o lleguen extranjeros, podamos identificar casos sospechosos para testear y aislarlos rápidamente para evitar los rebrotes, además de seguir intensificando el aprendizaje ciudadano de cómo cuidarnos y evitar, sobre todo, los encuentros supercontagiadores. Pero, también, estamos aprovechando ese aprendizaje territorial de vinculación con las organizaciones sociales y la Iglesia, la presencia en los barrios populares y el alcance mayor que el que teníamos con los Cesac para reorientar con la misma estrategia del Detectar una búsqueda priorizada desde salud pública de dificultades no atendidas, como la violencia de género y familiar, la salud de la mujer y el cuidado de las niñas, los niños y los adolescentes, entre otros tantos más.
-¿Tienen proyecciones que contemplen posibles rebrotes de Covid-19 en la ciudad?
–Es evidente que son una complejidad habitual en esta enfermedad cuando se pierde la capacidad de la ciudadanía de mantener el comportamiento ciudadano apropiado o la capacidad de los estados de rastrear, testear y aislar de manera apropiada o una combinación de ambas. Esto es lo que nos está enseñando Europa. Esta enfermedad tiene una distribución muy asimétrica: el 10% de los que están hoy contagiados producen el 80% de nuevos contagios y el otro 90% de los enfermos actuales apenas contagian al 20% nuevo. Entonces se pueden dividir los contagios de los súpercontagios, que son ese 10% en el que cada persona que enferma contagia a entre 5 y 10 personas más. Es en los supercontagios en los que tenemos que trabajar seriamente porque es un pequeño grupo de la sociedad y de comportamientos sociales y laborales responsables de la mayoría de nuevos casos y que explican el rebrote. Contagios excepcionales, de una persona a otra, van a seguir habiendo hasta que tengamos soluciones más definitivas. Pero, hasta ese momento, hay que trabajar en tres grupos, que son los escenarios supercontagiadores (fiestas cerradas, oficinas con muchas personas o encuentros académicos en lugares cerrados), las personas supercontagiadoras (individuos con alto contacto social en el trabajo) y la biología supercontagiadora (personas con alta carga viral). Ahí estará buena parte de la política pública para mitigar o evitar rebrotes. Hay que concentrar la energía, no ponerla en toda la ciudadanía. El gran problema son los supercontagios.
¿Cuántos porteños estuvieron en contacto con el virus? La ciudad anunció un estudio de seroprevalencia y aún no se conocen los resultados
–Trazamos un plan de cortes transversales para estudiar la seroprevalencia. El primero tuvo dificultades operativas en la implementación porque hubo un porcentaje de personas que se negaron a hacerse los testeos que era significativo y eso nos obligó a estirar el período de inclusión de candidatos. Esto se volvió un problema de variabilidad entre los períodos. Como es una enfermedad que va aumentando la cantidad de afectados, si se está mucho tiempo mirando cuántos están enfermos, en cada período se detectan distintos resultados. Entonces, tomamos la decisión de cubrir un período más corto, que se está completando. Los resultados preliminares están dentro de lo esperado. Lo vamos a aprovechar mucho cuando lo presentemos para poder explicarle a la ciudadanía lo que está pasando en la ciudad.
-¿Esos resultados preliminares muestran que es similar la exposición a lo que ocurrió en otras ciudades de otros países?
–Lo primero que estamos viendo es que tenemos una exposición similar a la de otras ciudades europeas, que la curva empezó a bajar en el período que lo hizo en muchas ciudades y un dato muy alentador es que la relación entre la cantidad de casos detectados con PCR y de las personas que enfermaron (las que tienen anticuerpos) es relativamente baja. Este no es un tema menor porque esa relación es lo que habla en realidad de la calidad de tu estrategia de testeos. La mayoría de los países publicó una relación de entre siete y 11 personas expuestas al virus por cada caso positivo detectado por PCR. En el Barrio 31 encontramos que esa relación es de uno a nueve. Sin embargo, cuando se ven los resultados que obtuvimos en todos los barrios de la ciudad, esa relación mejoró muchísimo. Esto certifica que toda la estrategia de rastreo y testeo de la Ciudad de Buenos Aires fue muy eficaz, más que muchas ciudades de países desarrollados. Cuando estén listos esos resultados, que será en poco tiempo, los vamos a difundir.
-¿Cómo fue el proceso de toma de decisiones que debían ser sanitarias y políticas para la gestión de la pandemia y, a la vez, ir poniendo en marcha la ciudad?
–La política pública de la ciudad la lideró Horario (Rodríguez Larreta), que fue quien distribuyó la palabra en todas las reuniones del gabinete, ordenó las prioridades, dio el apoyo político y la decisión sobre cuál era el camino a seguir. Fue un liderazgo estratégico, con una convicción política fuerte y una mesa grande con todas las áreas que, de alguna manera, acompañaron el aprendizaje y cada tema se miraba desde las distintas realidades y la jefatura y la vicejefatura de gabinete. Fue una construcción colectiva con los datos y experiencia de cada área para llegar a un consenso. Así aprendí desde el primer día que la pandemia no era solo sanitaria, por ejemplo, y así ocurrió con otros integrantes del gobierno sobre la pandemia. Recuerdo varias situaciones en las que tuvimos dilemas de generar una política pública para evitar este daño y voy a incurrir en este nuevo daño. Esta pandemia está plagada de esos dilemas.
-¿Qué le está dejando la pandemia al sistema sanitario porteño?
–Lo hablamos mucho con el equipo y los directores de los hospitales. El sistema público de la ciudad ha dado una demostración de resiliencia y capacidad de respuesta profesional, oportuna, humana y de calidad que, para mí, es histórico. Y no lo digo porque haya sido circunstancialmente el ministro, sino porque eso no lo hice yo, sino el sistema. Tanto el cuidado prehospitalario del SAME, como el del primer nivel, los dispositivos territoriales, los hospitales, las UFU y los hoteles, con una reingeniería profunda y rápida del sistema de salud con el agregado una cantidad significativa de camas (450 de terapia intensiva y 600 de internación general), le demostró a la ciudadanía que tiene un sistema público de salud del que enorgullecerse y, también, al que agradecerle, y al sistema de salud de resignificar su destino en la ciudadanía. Había cierta sensación de que no estaba claro cuál era ese destino y, hoy, todo el mundo tiene muy claro qué es el sistema de salud público. Con esa revaloración, estamos dialogando justamente ahora sobre donde va a estar el sistema en 20 años.
-Desde el principio, apelaron a la construcción de ciudadanía con la comunicación. ¿Consideran que eso se logró en estos meses más allá de lo que pueda medir porque la mayoría de la gente use barbijo en la calle?
–Decididamente, sí. Como ministro de Salud de esta ciudad estoy orgulloso de lo que fuimos capaces de construir con la ciudadanía de manera colectiva. Desde el primer día insistí mucho en que las pandemias se gestionan con el comportamiento ciudadano en términos de cómo se va a cuidar. Y, en la ciudad de Buenos Aires, la enorme mayoría de los ciudadanos acompañaron las políticas públicas, aun en momentos en que algunos pensaban que estábamos equivocados, pero nos daban el beneficio de la duda. Es una ciudadanía que cada vez se cuidó mejor. La ciudad tiene una circulación en el espacio público que se parece a lo que era en algún momento y, sin embargo, la cantidad de contagios va descendiendo. Esto tiene que ver con que se pudo comprender que hay unas pocas normas que todos tenemos que cumplir y la enorme mayoría está de acuerdo. No sólo para la gestión de esta pandemia y la potencial mitigación de rebrotes, sino para otros ámbitos de la vida ciudadana con un destino muy superador de lo que teníamos.
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