Juicio por un caso de gatillo fácil
A partir de mañana, un policía bonaerense estará en el banquillo de los acusados, en el primer juicio oral y público por un caso de gatillo fácil desde que el 28 de septiembre de 1998 entró en vigencia el nuevo Código Procesal Penal de la provincia.
El principal protagonista será el suboficial de la comisaría 1a. de San Martín Osvaldo Héctor Román, acusado de haber matado por la espalda, mientras corría, a Héctor Oscar Galván, el 5 de diciembre de 1998, en el cruce de Tres de Febrero y la ruta 8.
El Tribunal Oral Nº 2 de San Martín, integrado por los jueces Gustavo Garibaldi, María del Carmen Castro y Aníbal Bellagio, podría ordenar mañana la reconstrucción del hecho in situ .
Según la investigación del fiscal de instrucción Héctor Scebba, elevada a juicio en abril último, todos los indicios apuntan a Román, que está detenido desde el día del crimen, aunque el tribunal le permite tener salidas transitorias los fines de semana.
Persecución y balazos
Hace un año y quince días, a las 5.30, una pelea entre jóvenes y patovicas en la puerta de la disco Bus fue el principio de la tragedia. Cuando llegó el móvil de la comisaría 1a. de San Martín, protagonistas y curiosos corrieron hacia la ruta 8 para escapar de la policía.
Según el fiscal, un pequeño grupo -entre quienes estaba Galván- retomó Tres de Febrero, perseguido por el suboficial Román. Sobre el bulevar que separa las manos de la avenida, y cuando casi tenía a su alcance a Galván -según refirieron varios testigos-, el policía abrió fuego.
Un tiro alcanzó a Galván en la espalda. Los testigos dijeron que "se dobló como si lo hubieran golpeado con una madera". El joven, de 20 años, sin antecedentes penales y a punto de casarse, corrió unos metros y cayó.
Poco después, llegó a la escena del crimen el fiscal Scebba, acompañado por su adjunto y por la entonces instructora judicial Cecilia Ibarreta, que, justamente, será la acusadora en el juicio.
En su primera revisión de la escena, Scebba halló un orificio de bala en la vidriera del local de autopartes Aufren. Ató cabos y concluyó: la bala ingresó por la espalda de Galván, salió por su pecho y rompió la vidriera.
Dos vainas servidas de calibre 9 mm fueron halladas en el lugar del hecho. Pero mientras el fiscal buscaba el proyectil en Aufren, la policía encontró dos casquillos de calibre 22 del tipo Stinger, un arma poco convencional.
Román reconoció que disparó dos veces al aire porque vio que sus perseguidos portaban un arma. Pero los testigos aseguraron que no hubo ningún tiroteo y tampoco apareció la pistola calibre 22 a la que corresponderían las vainas encontradas por la policía en el bulevar y en un macetero.
Sin bala homicida, los peritajes determinaron que los casquillos de 9 mm corresponderían a dos armas, entre ellas, la de Román y la de otro suboficial, de apellido Saladino, que declaró haberse puesto a cubierto cuando escuchó disparos. Una inspección determinó que la de Román fue la última arma en ser disparada.
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