En 1957, como parte de su programa espacial, Rusia lanzó al espacio un satélite el animal en su interior
El siguiente texto reproduce extractos de las crónicas de LA NACION del 4 de noviembre de 1957.
La Unión Soviética lanzó al espacio su segundo satélite artificial de la Tierra, que pesa 508 kilogramos, viaja a 1480 kilómetros de altura, a una velocidad de 8000 metros por segundo, y lleva, instalada en una cámara, una perra que será el objeto de las experiencias respecto del comportamiento de un ser vivo en el espacio sideral.
El asombroso satélite, que fue disparado por un poderoso proyectil-cohete, envía a la Tierra señales por radio en 20.005 megaciclos, de tipo telegráfico de 0.3 segundos de duración con una pausa de igual duración entre cada una. El otro transmisor, que opera en 40.002 megaciclos, emite una señal continua.
Radio Moscú -que propaló una información oficial de la agencia Tass- expresó que el Sputnik II no es una esfera, como su predecesor, sino la última parte del cohete portador, la cual contiene instrumentos científicos. En consecuencia, el nuevo satélite no lleva por el espacio un compañero de viaje, como fue el cohete para el Sputnik I. La radioemisora citada agregó que el ángulo de inclinación del Sputnik II, con respecto al plano del Ecuador, es de 65 grados.
Experiencias con Perros
Uno de los principales hombres de ciencia de Rusia, el profesor A. A. Blagonravor, declaró en una transmisión radial que la perra llamada Rulitos que va en el artefacto, es una experimentada viajera del espacio. Sugirió que el nuevo satélite contiene un dispositivo por el cual, eventualmente, el animal puede ser lanzado fuera de aquel y, protegido como está con equipo adecuado, volverá a la Tierra en paracaídas. El científico dejó la impresión de que está asegurada la vida del can.
Expresó que se alimenta artificialmente y lleva ajustados a su cuerpo instrumentos para registrar y transmitir por radio su respiración, los latidos de su corazón y la presión sanguínea. Precisó que el animal está alojado en un compartimiento separado, provisto de aire acondicionado, dentro del satélite. Radio Moscú indicó que la perra pertenece a la raza que se utiliza con preferencia en trabajos en climas fríos. “Los datos iniciales obtenidos -añadió- demuestran que el animal conserva la calma en las primeras horas del vuelo y que su estado general es satisfactorio”.
Los rusos han aseverado que se han enviado varios perros en cohetes que se han elevado a unos 200 kilómetros en experimentos anteriores y que esos animales volvieron a la Tierra con paracaídas. El 19 de octubre, la revista “Rusia Soviética” publicó un artículo firmado por el hombre de ciencia Nikolai Alexandrovitch Lobanov, en el cual se afirma que se han hecho con buen éxito experimentos con perros lanzados mediante paracaídas desde los cohetes que habían ascendido a unos 85 kilómetros. “Los ingenieros -afirma Lobanov- están trabajando en paracaídas con los cuales será posible descender desde enormes alturas”.
Año por año
Los hitos de la carrera espacial
1957
La Unión Soviética envió al espacio el primer satélite artificial: el Sputnik 1, el 4 de octubre. Un mes después, envió al Sputnik 2, con la presencia de una perra, Laika, para probar las probabilidades de vida en el espacio.
1961
A bordo del Vostok 1, el soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer viajero espacial. El 12 de abril completó una órbita completa a la tierra.
1965
Por primera vez un astronauta abandona su nave para una caminata espacial. Lo hace Aleksei Leonov, en el Vosjod 2.
1969
El Apolo 11 desciende en la luna y el estadounidense Neil Armstrong es el primer ser humano en caminar en el satélite.
Blagonravov aconsejo a los observadores que siguen el paso del nuevo satélite que presten atención a un sonido parecido a un silbido. Manifestó que ese sonido revelará a los hombres de ciencia cómo se comporta Rulitos en el espacio.
Cómo fue elegido el perro viajero
El interés popular se proyecta, antes que hacia el veloz sateloide, hacia el ser que vuela dentro de él. La perra voladora está a una altura que solo pudo serle familiar al águila de Júpiter, porque la mitología fue más lejos que la ciencia, pero el animal de ahora ha sido casi humanizado a través de un tratamiento que reduce la odisea al ensayo cotidiano. Sobre los sucesivos ensayos ha escrito, en febrero de 1957, un autor innominado en una revista científica de circulación mundial. Refiere que tres muy vivos y alegres perros, llamados Albina, Malyshka y Kozyavka, fueron elegidos para las experiencias, adiestrados y luego enviados a los primeros vuelos. Se los introdujo en recipientes herméticamente cerrados, en la “nariz” de los cohetes que llegaron a altitudes de unos 100 kilómetros; allí los recipientes -provistos de un sistema para la regeneración de aire- se abrieron, dejaron caer sus contenidos unos 3 kilómetros y desde ese instante funcionaron con éxito los paracaídas. Así los animales llegaron sin sufrir heridas de gravedad.
Las pruebas continuaron. Los perros fueron cubiertos con prendas para el espacio y dotados de yelmos plásticos, transparentes. La sucesión de ensayos incluyó entonces doce animales -figuraban entre ellos los tres ya nombrados- en el curso de dos meses se operó una selección de los siete que se encontraban más cómodos y permanecían quietos durante más tiempo con sus trajes del espacio. Los siete fueron largados, uno por uno, desde el citado recipiente. A los 90 kilómetros, Albina, ya una veterana del cielo, fue arrojada con violencia y cayó durante tres segundos. A los 85 kilómetros, se abrió el paracaídas v Albina pasó la otra hora flotando hacia la tierra. A los otros perros se los hizo caer libremente dentro del cohete, a más bajas latitudes. Luego fueron arrojados desde distintas alturas. Todos regresaron sanos. Es probable que, al verificar la satisfactoria salud de los perros y el buen funcionamiento de las vestiduras para el espacio, los científicos soviéticos hayan dicho: “Ahora el vuelo de personas al cosmos, es practicable”.
En los Medios Científicos
J. Rinehart, director asistente del Observatorio Astrofísico Smithsoniano, declaró: “Creo firmemente que los soviéticos podrán alcanzar la Luna dentro de pocos días”. El observatorio local ha recibido informes de todo el mundo de quienes siguen el curso del Sputnik II que da una vuelta completa al planeta en 1 hora y 42 minutos, en una órbita distinta a la del Sputnik I.
El nuevo satélite pasó hoy sobre Nueva York a las 6.10. La Radio Corporation of América (RCA) y numerosos aficionados captaron su señal, “potente y nítida”. Un técnico del Instituto Tecnológico de Massachusetts, expresó que había escuchado la radio del segundo satélite en la banda de 20 megaciclos, poco después de las 2, y posteriormente a intervalos.
Un prominente astrónomo -el doctor I. M. Levitt, director del Planetario Fels, de Filadelfia- declaró que probablemente la perra que gira alrededor del mundo en el segundo satélite artificial soviético ha sido preparada de manera especial para que envíe información útil a la Tierra. Considera que los reflejos del animal han sido condicionados conforme al procedimiento seguido por el sabio ruso Iván Pavlov. Se provocan los reflejos del perro de una manera tal que la boca del animal se humedece con saliva, aún antes de ver sus alimentos, con el simple sonido de una campana.
Levitt expresó que el can puede haber sido adiestrado para que responda al toque de una campana, transmitido como una señal de radio al satélite desde la Tierra. Por ejemplo cuando suena una campana, el animal puede comer y cuando suena otra campana, hará otra cosa, para lo cual los rusos lo habrán preparado debidamente.
La Liga Nacional de Defensa del Perro emitió una declaración que pide a los amigos de ese animal de todas partes observar un minuto de silencio todos los días por la perra dentro del satélite ruso, con especiales votos de un pronto y salvo regreso a la Tierra. La entidad también anunció que mañana enviará una delegación a la embajada rusa a las 11, hora indicada para el primer minuto de silencio de la serie. Mientras tanto, la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Animales dijo en Liverpool que se ha visto inundada con llamados de protesta.
La opinión del Dr. Bernardo Houssay
Premio Nobel de Fisiología y presidente, en estos momentos, del IV Congreso Panamericano de Endocrinología que se está realizando en Buenos Aires, el profesor Houssay -hemos pensado- podría decirnos algo sobre las posibilidades biológicas del can tripulante del satélite. Hallamos al Dr. Houssay en un intervalo de los trabajos de la asamblea en la Facultad de Ciencias Médicas, y aún cuando en principio se negaba a hablar de un hecho sobre el que se carece de información científica directa, accedió a formular unos breves comentarios sobre las posibilidades biológicas del caso, cuando a ello circunscribimos nuestra inquisición.
“En primer lugar -nos expresó- hay que asegurar al animal una provisión adecuada de oxígeno, lo que parece hecho, según los primeros telegramas. En segundo término, hay que eliminar el anhídrido carbónico que resulte de los cambios respiratorios del can. No he visto que se haya dicho nada de eso, pero es presumible que tal extremo no haya sido olvidado. Luego se nos presenta el proceso de la alimentación, que también debe ser adecuada y suficiente, y con él la análoga contrapartida: asegurar la eliminación de los residuos digestivos”.
“Desconociendo el tamaño del animal, no podemos apreciar la cantidad de urea que pudiera descomponerse, de la orina del can, si no se ha previsto su eliminación: veinte gramos de urea o cualquier proporción que no quiero determinar porque, repito, desconozco el tamaño y características del perro; el amoniaco y otros residuos, al descomponerse, podrían envenenar al animal si no se han tomado las precauciones indicadas, como presumo se habrá hecho.
“Queda por contemplar otra acechanza contra las posibilidades vitales del viajero: el encierro y la inmovilidad prolongados pueden afectar profundamente la psiquis del perro, que es precisamente un animal muy temperamental. Pero tampoco sabemos los márgenes de movilidad de que dispone, ni los límites que en el tiempo se han previsto para su cautividad, ya que se habla de devolverlo a la Tierra, que ahora hay que escribir con mayúscula como si fuera una persona ajena a nosotros: hablamos ya desde la estratósfera.
“Como no quiero seguir en esas regiones -nos dijo finalmente con amplia sonrisa- excúsenme de otras impresiones sobre cómo se efectuaría esa devolución del can a la Tierra y menos de sus posibilidades biológicas en el trayecto de regreso”.
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