Ecuador: los familiares creen que la justicia va más lento que ellos
GUAYAQUIL.- Los familiares de Marina Menegazzo y María José Coni, que permanecen en Guayaquil y en Montañita investigando qué pasó con las chicas mendocinas, huelen algo raro. "Pareciera que en el expediente las cosas van apareciendo a medida que nos vamos enterando nosotros, con nuestra propia investigación", dice Marcos Menegazzo, el hermano de Marina. Acaban de conocer que fueron encontradas más pertenencias de las chicas: prendas manchadas con sangre y una cámara de fotos, cuyo estuche estaba en la casa del acusado Alberto Segundo Mina Ponce.
Anteayer, los Menegazzo y los Coni cenaron muy tarde, pasada la medianoche, en el hotel Sheraton de Guayaquil. Los familiares de las dos chicas mendocinas asesinadas el 22 de febrero en la costeña Montañita se alojan aquí por cuenta del Ministerio del Interior local, que les brinda apoyo en un delicado juego político en el que a la vez intenta que se vayan cuanto antes. Y cada noche ellos sacan conjeturas de lo que vieron o escucharon durante el día en sus desesperadas recorridas por Guayaquil o por Montañita. Recorridas en las que se embarran y se llenan de arena persiguiendo alguna pista que les permita comprender por qué fueron asesinadas.
En el restaurante del hotel, por sobre las versiones desajustadas de algunas canciones de Roberto Carlos interpretadas por un dúo de teclado y voz, junto a Marcos, Cristian Pisano -cuñado de Marina-, Gladys Steffani y Felipe Coni, madre y hermano de María José Coni, elevaban la voz y examinaban un nuevo y gran dato que habían recibido anteayer, tarde: las dos chicas habían sido vistas, en la noche del crimen, en un bar en la playa, junto a otros dos chicos. Pronto comenzaría una fiesta multitudinaria llamada Full Moon: cuándo y por qué regresaron ellas a la casa alejada donde presuntamente fueron asesinadas, y quiénes eran esos dos que las acompañaban, es lo que desvela hoy a sus parientes, que piden que les hagan llegar cualquier información por cualquier medio.
"Todo el tiempo estamos pensando en diferentes hipótesis", dice Marcos, en una salita de reuniones del hotel, con un café y unos panfletos ya inútiles, donde se ve el rostro de las dos chicas y se lee: "Desaparecidas-Ayudanos a encontrarlas". Los Menegazzo trajeron cientos de estos flyers para pegarlos por Montañita. Ahora, son como un pedazo de esperanza fosilizada.
"Aparecen datos -dice Marcos-. Nos llegan nuevos testimonios, vía Facebook, de gente que estuvo en la zona. Hay testimonios que no tiene el fiscal y que sí tenemos nosotros." Menegazzo, ingeniero y deportista, luce cansado y con ojeras, pero la desesperación por encontrar la verdad lo mantiene endurecido. Su cuñado, Pisano, es un ingeniero del petróleo de 40 años, y evalúa con ojo clínico cada aspecto de la investigación. El jueves, cuando se reunieron durante varias horas con el fiscal general del Estado, Galo Chiriboga, éste se quedó tan sorprendido por la capacidad de acción y de crítica de los argentinos que les preguntó si eran abogados. "Hay que arrancar todo de nuevo, desde cero", les concedió.
"Estamos viviendo una historia de terror -sigue Menegazzo-. Cuando las chicas dejaron de responder nuestros mensajes y chequeamos que las últimas señales de sus teléfonos habían sido en Montañita, cruzamos a Chile, nos enteramos ahí de la muerte, salimos en avión hacia acá, llegamos, hablamos con gente del gobierno argentino y ecuatoriano, nos trajeron a un hotel cinco estrellas, nos dieron el pésame, nos contaron una historia, nos contaron otra, vimos en la tele a las tres de la madrugada que detenían a los acusados, fuimos a la morgue porque no nos cerró, después fuimos a Montañita, ahí nos embarramos y hablamos con la gente, y nos siguen ofreciendo avionetas y autos del ministerio para ir todas las veces que lo necesitemos."
Sin fecha de regreso
La sucesión de episodios parece un cuento interminable y ninguno de ellos sabe cuánto tiempo se quedará acá hasta poder identificar los cadáveres -una tarea para la que se sumaron cuatro peritos de la Policía Federal Argentina, que ya se reunieron con las autoridades ecuatorianas- y encontrar a los asesinos. "Creo que la gente del gobierno local pensaba que iban a venir dos madres muy afligidas, pero caímos dos ingenieros extremadamente desconfiados -dice Pisano-. Aún así, estamos muy agradecidos con el Ministerio del Interior de Ecuador y con el gobierno argentino por todo con lo que nos están ayudando."
Los peritos argentinos les dijeron que para resolver un crimen hay que hacerse seis preguntas básicas. "Como está hoy la cosa, no se puede responder ni una sola", dice Menegazzo. En cambio, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo, a propósito de la captura el domingo pasado de los aparentes asesinos: "Algunas veces somos víctimas de nuestro propio éxito". En las primeras 24 horas el caso parecía cerrado, pero la solución aún estaba muy lejos. "La gente, que sigue con sus complejos de Tercer Mundo -agregaba Correa-, dice: «No, es un invento del gobierno porque muy rápido se resolvió, no es verdad, etcétera». Lamentablemente, esas dudas también las tienen los familiares y las entendemos perfectamente. Queremos que tengan todas las certezas."
"Más que víctimas de su éxito, lo fueron de su apuro -dice Pisano-. Al momento en que Correa dijo eso, ni siquiera tenía evidencia directa de que los dos cuerpos fueran los de las chicas. Las huellas dactilares se pusieron en duda porque los cadáveres estaban en un estado avanzado de putrefacción. Yo los entré a reconocer y no pude hacerlo: estaban muy descompuestos."
Para Pisano, el Estado ecuatoriano no pudo garantizar la identidad de las argentinas fallecidas, ni su seguridad cuando estaban vivas: "La policía hizo mal muchas cosas: encontró un cadáver un día y el otro, tres días después. O es incompetente y es culpable porque su tarea pública exige que trabaje bien, o es encubridora y es más culpable todavía".
Para resolver uno de los misterios, Gladys Steffani se realizó una extracción de ADN ayer, en Guayaquil, para cotejar su genética con la del presunto cuerpo de su hija. Ese cadáver -y el que sería de María José- está guardado en el Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses, inaugurado días atrás por el propio Correa. A la vez, Felipe Coni hace gestiones para difundir el caso, como pedirle a la AFA que los jugadores de fútbol porten un cartel que diga: "Justicia por Marina Menegazzo y María José Coni".
"Por un lado estamos haciendo el duelo y por otro, estamos investigando -dice Pisano-. Y las dos cosas no conviven bien."