Maldonado: un testigo clave descarta una de las hipótesis de su desaparición
El puestero Evaristo Jones, atacado por RAM el 21 de julio pasado, en una de las estancias de Benetton en Epuyén, afirmó que no apuñaló ni le causó una herida de gravedad a su agresor
El BOLSÓN.- No fue una herida profunda. Apenas un corte o un puntazo, quizás en una mano o en una axila. Pero definitivamente no fue una puñalada en el estómago capaz de comprometer órganos o de matar al agresor. Afuera del puesto incendiado, sobre la estepa cubierta por 15 centímetros de nieve, no había rastros de sangrado ni señales de que alguien hubiera sido herido de gravedad, socorrido o arrastrado por sus cómplices en la huida. Sólo había pisadas que indicaban que los tres o cuatro atacantes huyeron a pie a campo traviesa, por el mismo lugar por donde habían ingresado con sigilo aquella madrugada.
Este es el relato de Evaristo Jones, de 44 años, el puestero del cuadro Los Retamos, una de las estancias de Benetton en Epuyén, sobre el ataque que padeció en la noche del 21 de julio y que cimentó una hipótesis que él descarta de plano. La que podría explicar la desaparición de Santiago Maldonado. Aquella que lo sindica como un presunto miembro ocasional de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), que en uno de sus sabotajes al núcleo productivo del enemigo, murió por una estocada agravada por la falta de atención médica. La familia de Maldonado descarta esta explicación y acusa a la Gendarmería. El juez federal de Esquel, Guido Otranto, tiene a la fuerza de seguridad como primera hipótesis de la investigación. Dos declaraciones testimoniales de mapuches afirmaron que Maldonado fue detenido por la Gendarmería el 1° de agosto pasado durante el desalojo del predio ocupado.
Evaristo Jones, de origen mapuche, orgulloso de ser argentino y peón rural asalariado, pariente lejano del líder de RAM, Facundo Jones Huala, es hábil con el cuchillo. Creció faenando animales y vio más de una vez gente apuñalada en el estómago: "El sangrado es intenso y el herido suele caer al suelo y grita de dolor", afirma a la nacion, en su casa de El Maitén, el paraje andino más asolado por RAM.
Nada de eso observó aquella madrugada dentro de su puesto. Apenas vio unas gotas de sangre en el piso, que también podría ser de él, ya que en el hospital donde lo atendieron, le descubrieron dos o tres cortes en la rodilla que no sabe cómo fueron provocados.
Mientras lo maniataban boca abajo sobre el suelo y lo apuntaban con una escopeta, Jones no escuchó quejidos ni serias recriminaciones o represalias por algún daño severo que hubiera provocado su arma blanca: una hoja afilada de 25 centímetros. Alertado por sus perros ante el "operativo comando" cerca de las 2 de la madrugada, saltó de su cama, fue hasta la mesada del living y como un acto reflejo empuñó su cuchillo. Cuando los encapuchados tiraron la puerta, uno se abalanzó sobre él sin notar el arma.
Con tono pausado, puntilloso en los detalles, dice Jones: "Sé lo que provoca una puñalada: es difícil que una persona herida con un arma blanca pueda irse por donde vino. Se hubiera caído ahí mismo. Hubiese gritado, dicho algo, y sus compañeros hubieran interrumpido lo que hacían para ir a socorrerlo. Por la forma en que yo tenía el cuchillo y ellos me atropellan, es muy posible que el cuchillo lo haya rozado en un lateral. Por eso creo que la herida no fue profunda. Calculo que el hombre se puede haber cortado en la mano o en la axila?"
Jones infirió que alguno de sus atacantes podría haberse cortado -como declaró ante la Justicia- cuando escuchó: "¿Por qué reaccionaste así?" Enseguida, le arrancaron la camisa y desnudo lo introdujeron en su vehículo, con las manos atadas por detrás y una frazada, mientras su hogar ardía con todas sus pertenencias.
"No te preocupes que tus cosas no las vamos a quemar", lo consolaron en un principio. "El problema no es con vos, sino con la estancia. No debés trabajar para los Benetton", lo conminaron. Y tras rociar con combustible también su caballeriza, celebraron con cánticos el éxito de su operación.
Un trozo de su camisa quedó manchada con sangre en el suelo, afirma Jones. Cuando la policía lo socorrió, alertada por las llamas, a unos 500 metros de la ruta 40, y ya recuperado de la hipotermia, Jones recorrió el terreno junto a los efectivos. Analizaron las pisadas y el trayecto de sus agresores. Cerca del puesto recogieron el género manchado con sangre, como evidencia, junto con un trozo de cinta adhesiva, con la que lo habían maniatado, y otro pedazo de tela, presumiblemente del puño de su camisa.
Según fuentes del Ministerio de Seguridad, el trozo de género manchado de sangre está siendo peritado para obtener de allí un patrón genético. Los investigadores esperan que el juez Otranto ordene los cotejos genéticos con el ADN de Maldonado. Consultada una alta fuente ministerial sobre este relato de Jones, el funcionario le restó importancia. "Jones aportó tres versiones diferentes. Nosotros queremos descartar esa hipótesis", señaló.
La fiscalía pidió el cambio de carátula
La fiscalía federal de Esquel pidió el cambio de carátula en una de las causas en trámite y solicitó que se explicite que se investiga la "desaparición forzada" de Santiago Maldonado, al que testigos dicen haber visto por última vez el pasado 1° de agosto durante un operativo de la Gendarmería Nacional. El comunicado publicado en la web fiscales.gob.ar dice: "Sin perjuicio de ser la hipótesis delictiva inicial de la causa, se solicitó al juzgado federal la recaratulación de la causa, que ha quedado registrada como EXPTE FCR 8232/2017 «N.N. s/ desaparición forzada de personas Art. 124 ter del Código Penal»". Fuentes de la investigación explicaron a la nacion que la solicitud se debe a que esa es la hipótesis que se está investigando, pero no porque haya alguna prueba nueva.
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