Si alguien esperaba una imagen de ciudad apocalíptica el día después del anuncio de la cuarentena, se equivocó. En las primeras horas del aislamiento social, obligatorio y preventivo decretado anoche por el Gobierno de la Nación para impedir el avance del coronavirus, la Ciudad lució como una mañana de domingo de elecciones. O un feriado, con mucho movimiento. La medida ordenada por el presidente, Alberto Fernández, tuvo un alto acatamiento, pero comenzó a tener mayor impacto a medida que transcurría la jornada.
La cuarentena se sintió con fuerza en el transporte público porteño y hubo mucho movimiento en calle de vehículos particulares. Los principales nodos de conexión entre subte, trenes y colectivos estaban casi vacíos, con apenas un puñado de pasajeros descendiendo de las formaciones y con efectivos de la Policía de la Ciudad, o de la Federal, monitoreando los movimientos.
En vías importantes como 9 de Julio, Corrientes, Del Libertador o Santa Fe, el tráfico fue atípico para un día de semana. Según información de la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la ciudad en el primer día de aislamiento se registró una merma del 80% en el tránsito. En las autopistas, de acuerdo a datos de AUSA, el flujo vehicular cayó más del 70% si se lo compara con el viernes de la semana pasada.
Panaderías, farmacias, kioscos y supermercados permanecían abiertos, mientras que los cafés y otros locales gastronómicos tenían sus puertas cerradas y, muchos de ellos, con las vidrieras tapadas con papel. #QuedateEnCasa se leía en los carteles de leyenda variable ubicados en las avenidas por donde transitaban colectivos con pocos pasajeros, mientras en las paradas había también poca gente. Los porteros de los edificios regaban la vereda como un día cualquiera; hombres y mujeres paseaban a sus perros sin prejuicios.
En cada estación de subte, una línea formada por agentes de tránsito hacía de filtro para facilitar el acceso en forma espaciada y no permitir el ingreso de aquellas personas que no podían justificar por qué estaban en la calle. "No debería ir a trabajar, pero me obligan y no me dieron ninguna documentación que justifique el viaje. Estoy viendo si vuelvo a mi casa o me arriesgo a pasar", contó Fabiana Moreira, que trabaja en un call center en Perón y Suipacha.
La mujer estaba a pocos pasos de la estación Federico Lacroze, de la línea B de subte, que conecta con el tren Urquiza en la estación del mismo nombre. Allí las formaciones llegaban cada 15 minutos, los locales estaban cerrados y no se permitía la permanencia de las personas en el hall. "Hay un 80% menos de pasajeros. En la semana fue cayendo la cantidad de pasajeros, pero hoy fue notable. A esta hora, las 7 de la mañana, debería haber por lo menos tres colas de personas para subir a los trenes y en ese que llegó recién no tenía completo ni un vagón", detalló Mariano Larruskain, auxiliar de estación.
La hipótesis tempranera de Mariano terminó confirmándose horas más tarde con los datos oficiales. En los trenes del área metropolitana se registró una caída del 77% de pasajeros transportados y en los los colectivos, del 56%. En el subte, donde habitualmente viajan más de un millón de personas por día, hasta hoy a las 13 hubo una reducción del 90%; la mayor caída se dio en la línea C con una merma del 93%.
Oficiales del Ministerio de Seguridad y Justicia de la Ciudad cuentan que para hoy la recomendación de las autoridades fue realizar una tarea de concientización ya que el decreto presidencial pudo haber sorprendido a muchas personas en sus trabajos o volviendo de ellos. Pero mañana ya se implementarían con rigor las penas por circular sin razón, que pueden llegar hasta la detención. Lo mismo manifiestan dos uniformadas de la Policía de la Ciudad que controlan la desierta estación 9 de Julio de la línea D que se combina con la B y la C. "Hoy hacemos una tarea preventiva, mañana ya comenzamos a llevar detenidas a las personas que no pueden justificar el viaje", aseguró una de ellas luego de consultarle a este cronista los motivos de su presencia en el lugar.
Treinta personas por hora fue el flujo de personas que ingresaron a ese nodo de conexión por las pocas entradas disponibles, según los empleados de Metrovías que parecían aburridos en sus puestos de trabajo. El número resulta ridículo teniendo en cuenta que se trataba de la hora pico y por eso lugar transitan miles de personas a diario.
"Es sorprendente ver la ciudad así y mucho más, esta estación", aseguró Yamila Schwanke que todos los días sale desde Ezeiza en colectivo y luego en subte hasta llegar a Palermo, donde trabaja en un laboratorio. "En la provincia se ve más gente, pero en el transporte público viaje sentada, con poca pasajeros", agregó mientras ojea sorprendida a su alrededor. Lo que ve es el hall central, las escaleras y los pasillos vacíos.
Una imagen similar presentaba la estación Retiro donde retumbaba un anuncio: "Te pedimos que evites utilizar el transporte público; si necesitas usarlo, recordá estornudar y toser sobre el pliegue del brazo, usar alcohol en gel y lavarse las manos con abundante agua y jabón". Grupos de efectivos de la Policía Federal monitoreaban los movimientos de los pasajeros, dentro y fuera del hall de la estación.
La mayor parte de ellos son personas que trabajan en la salud, la vigilancia y la gastronomía, entre otros rubros. "Tengo un poco de miedo, sobre todo porque tengo un hijo de dos años y me preocupo por el", confesó Walter Rivadeneira, empleado de una empresa de seguridad, que caminaba por una desierta calle Florida, a metros de Corrientes, con el Obelisco en soledad de fondo.
Persianas bajas, locales cerrados y un puñado de personas caminando sobre la peatonal, en el bajo porteño, donde se podía llegar con facilidad por la avenida Corrientes que, al igual que la 9 de Julio, lució diferente, con un tránsito atípico para un día de semana, aunque demasiado numeroso para días de cuarentena y la recomendación de no salir a la calle. Distinta fue la sensación en otras vías como Del Libertador y Santa Fe, donde se sintió el peso de la medida de anoche.
"Demasiado bajo el trabajo, demasiado", se lamentó el taxista Hugo Alvarez. "Toda la semana estuvo a la baja, ayer hubo una reducción del 60%, pero hoy creo llega al 80%", agregó mientras le pasa una gamuza a su auto.
En un día soleado como hoy los bosques de Palermo suelen estar colmados de personas practicando deportes o, simplemente, de paseo. Esta mañana el espacio verde lucia vacío, con apenas algunos ciclistas deambulando y personas que paseaban a sus perros con tranquilidad.
Así transcurrían las primeras horas del aislamiento en algunos de los espacios porteños más transitados en condiciones normales. En los barrios, en tanto, disminuyó la circulación de personas en los comercios de necesidad básica y cercanía, como lo definieron por estos días desde la presidencia. El mayor movimiento, como en el resto de la ciudad, se vio en las vías rápidas y con vehículos particulares.
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