
Un bar para recrear la vista de los hombres
Meseras con poco atuendo y sin frío
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Valerio, en Corrientes y Florida, fue el pionero entre los bares atendidos por señoritas vestidas con minifaldas. Desapareció hace más de diez años.
De similares características fue Cafecito, en Montevideo, entre Corrientes y Sarmiento, que convocaba bohemios nocturnos, empecinados en no irse a dormir sin contemplar parte de la anatomía femenina. También se extinguió.
Hoy subsisten algunos de esos lugares, entre los que destaca el bar-restaurante Hooters, en el complejo de cines de Recoleta. El atuendo de las Evas consiste en un short y una camiseta muy ceñida al cuerpo.
Pero lo más audaz en la materia llegó hace unos días, con la apertura -en Corrientes 801, casi Esmeralda- de un café-bar de nombre Piernas.
Se debió a la iniciativa de Carlos Sued y su socio, Horacio Konortoff, después de ver algo parecido en Chile.
Es fácil identificarlo, porque frente a él siempre hay por lo menos una decena de curiosos. Todos hombres, mirando hacia el interior. Alguno se anima finalmente a entrar.
"Decidimos abrir el boliche aquí. Pero éste es mejor. Allá (en Chile) son de calidad inferior y las chicas están en bombacha y corpiño", explica Sued.
En edades que oscilan entre los 19 y los 25, las muchachas se identifican como Milly, Yami, Marce, Helen, Luz, Flopi y Kari. Besan al cliente cuando llega y al retirarse.
Todas, asegura el dueño, tienen un buen nivel de estudio, hablan un par de idiomas "y poseen una sólida formación cultural". Fueron seleccionadas por su esposa, entre 300 candidatas que leyeron un aviso pidiendo "empleadas para atender al público".
Lo que ellos quieren
Pero la clientela masculina, un promedio diario de 500 hombres, no muestra mayor interés en verificar las cualidades mencionadas. El escaso atuendo está conformado por taparrabos, medias red, botas, biquinis con flecos o blusas transparentes.
Como no hay mesas, toda la acción tiene lugar alrededor de la barra, en forma de U. El café cuesta $ 1,50, pero por el "piernas" hay que desembolsar 6 pesos. Este, como los comunes, es traído por las chicas.
Ricardo (se niega a dar su apellido y su edad) ya es "veterano" de la cafetería. "Trabajo en la zona", se justifica. "El lugar es encantador y las chicas son muy simpáticas. Además, cuando llegás y te vas te despiden con un beso. ¿Dónde hay otro lugar como éste?", se preguntó
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