Tras un lanzamiento impecable, el quinto satélite científico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, el Saocom 1A, ya fue puesto en órbita por un lanzador Falcon 9 de la empresa SpaceX. Miembro de una familia de aparatos de nueva generación, el Falcon 9 se recuperó gracias a un aterrizaje vertical que por primera vez se realizó en la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en California .
El despegue estaba previsto para el sábado a la noche, pero Space X había pedido aplazarlo hasta el domingo "para asegurar un lanzamiento exitoso". A lo largo de las ocho horas de la cuenta regresiva, volvieron a chequearse todos los sistemas, tanto del satélite como del lanzador, antes de dar la tradicional señal de ¡Go! y activar los motores. La compañía había advertido a los residentes en la zona que al regresar a Tierra, el cohete provocaría un shock sónico.
Doce minutos después de la partida, el satélite se separó del lanzador y ese evento automáticamente disparó el despliegue de los paneles solares de 12 metros cuadrados.
Tres minutos más tarde, se "liberó" la antena. Nueve horas después, se procederá a la operación más delicada, el despliegue de los siete paneles, que no es automático, sino comandado desde la base terrena de Córdoba y durará 12 horas durante las cuales se va corroborando que esté todo en orden.
Desde sus primeros instantes en órbita, el satélite está comunicado con las estaciones terrenas de Córdoba, Svalbard, Malindi (en Kenia) y Tolhuin, en Tierra del Fuego. Esta última tendrá su bautismo con esta misión.
"A las 24 horas de lanzado, se habrán pasado las pruebas más difíciles", explicó Josefina Peres, encargada del diseño y desarrollo del radar que lleva el Saocom 1A. De aquí en más, el instrumento deberá calibrarse durante varios meses antes de que se puedan distribuir imágenes.
Junto con su gemelo, que será lanzado el año próximo, el Saocom 1A integrará la constelación Siasge (Sistema Italo Argentino para la Gestión de Emergencias), compuesta también por cuatro satélites de la italiana Cosmo-SkyMed, de la Agencia Espacial Italiana.
Con tres toneladas de peso, es el más complejo y ambicioso que se haya construido en el país. Desarrollado a lo largo de más de una década por todo el sistema científico y tecnológico local (se calcula que intervinieron unos 600 científicos e ingenieros en su diseño e integración), lo distingue su radar de 10 metros por 3,5 metros, que trabaja en la banda L, penetra hasta dos metros en el suelo y puede "ver" de día y de noche, y aunque esté nublado.
Con una resolución de entre 10 y 100 metros, es considerado el más moderno en su tipo y ofrecerá información valiosa sobre la humedad del suelo, inundaciones, sequías, el contenido de agua en el nivel de las raíces de los campos plantados con soja y desplazamientos de terreno, entre otros datos críticos para la producción y la gestión de emergencias.
Edición fotográfica: Fernanda Corbani
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