Ron Gilbert, creador del videojuego Monkey Island: "El secreto está en contar buenas historias"
El creador de uno de los juegos más emblemáticos de la historia e ícono de la cultura gamer estuvo en la Argentina y habló sobre sus inicios, aprendizaje y el lanzamiento del esperado Thimbleweed Park, su nueva aventura gráfica con estética retro
En una industria con tiempos de vida tan efímeros, como sucede en el mundo de la tecnología, ser portador de la etiqueta “clásico” es algo reservado a muy, pero muy pocos logros.
Los pioneros en el desarrollo de videojuegos dejaron una huella imborrable en la vida de niños que jugaban en esos tiempos, y que hoy son adultos, padres y hasta abuelos. Luego de su Edad de Oro entre 1982 y 1995 aproximadamente, lucharon años contra la moda de los grandes títulos hiperrealistas y lograron dejar un legado que gracias a miles de diseñadores amantes del estilo Pixel Art, le dieron un aire renovado y se lo mostraron a las nuevas generaciones.
Ron Gilbert es estadounidense, diplomado en Ciencias de la Computación, tiene 49 años y se dedica a diseñar y desarrollar videojuegos. Considerado un ícono y pionero dentro de la cultura gamer, es el creador de Monkey Island y cocreador de Maniac Mansion, dos juegos que se convirtieron en las primeras aventuras gráficas de la historia, y marcaron el legado de este subgénero dentro de los fichines y todo un culto a su alrededor.
Como empleado de Lucas Films Games (luego Lucas Arts), la empresa que creó George Lucas para contener el infinito universo de contenidos desatado por la franquicia Star Wars y el auge de Indiana Jones, Ron conoció a su compañero y socio, Gary Winnick, con quien trabajó en el primer gran éxito de la compañía, Maniac Mansion (1987). Entre sus años en Lucas Films y sus trabajos posteriores, ha creado, escrito, desarrollado y participado de cerca de 200 juegos. Hoy, 30 años después del éxito de Maniac Mansion, se reencontró con Winnick para desarrollar y lanzar su nueva aventura gráfica y joya del Pixel Art: Thimbleweed Park.
Pero Ron no sólo es un buen contador de historias y aventuras. Debido a su formación autodidacta, comenzó a escribir líneas de desarrollo en una Commodore 64 (su primer computadora) utilizando el lenguaje BASIC. En la búsqueda de emular los grandes títulos de esa plataforma notó el gran esfuerzo que implicaba desarrollar escenarios dinámicos con el rígido y tedioso BASIC, para aprovechar la potencia gráfica de la C64, ya que no poseía una biblioteca de comandos que fuera flexible o rápida de utilizar. Esto lo llevó a crear su propio híbrido entre un motor de gráficos y un lenguaje de desarrollo para juegos, que en principio se llamaría Graphic Basics y luego adoptaría el nombre de su primer gran trabajo: SCUMM (Script Creation Utility for Maniac Mansion), convirtiéndose en el estándar de las aventuras gráficas de fines de los ´80 y casi todos los ´90 dentro de Lucas Arts y posteriormente en modo Open Source (hoy existe la máquina virtual ScummVM para jugar los títulos antiguos).
SCUMM permitió a los diseñadores de juegos crear lugares, objetos y secuencias de diálogos sin necesidad de escribir en el mismo lenguaje con el que se había escrito el código fuente del juego. De la mano de este motor nació el Point & Click, un sistema de juego basado en escoger un objeto y asociarlo a otro para lograr una acción.
Gilbert volvió a ese tipo de interacción conThimbleweed Park, que fue lanzado como proyecto en Kickstarter y consiguió la financiación en tiempo récord. Con una estética retro similar a Monkey Island y Maniac Mansion, y mucho humor y sarcasmo (un sello distintivo en los juegos de Gilbert) el desarrollo de la historia transcurre en un pequeño pueblo, que le da nombre al juego, y donde mediante el sistema de Point & Click popularizado en sus títulos de los '80, ayudamos a dos detectives a investigar un asesinato. Así como Maniac Mansion estuvo inspirado en el cine de terror clase B, este nuevo juego es un guiño a las series de culto como Twin Peaks o True Detective, entre las favoritas de Gilbert y Winnick. Se espera su lanzamiento para principios de 2017.
Monkey Island, considerado por jugadores y especialistas como la mejor aventura gráfica de la historia de los videojuegos, cumplió 25 años de vida el mes pasado, y tuvimos la fortuna de recibir a Gilbert en la Argentina, invitado a la cuarta edición consecutiva de las Conferencias VJ16, de videojuegos para desarrolladores, organizada por Personal.
¿Cuál fue su primer contacto con el mundo de los videojuegos?
Cuando sos un niño, lo primero que querés hacer cuando tenés acceso a una computadora es diseñar un juego, porque desarrollar programas es demasiado aburrido a esa edad. Tuve la suerte de que mi papá era físico en una universidad y tenía acceso a una gran cantidad de equipamiento informático con el cual comencé a aprender en forma autodidacta. Con este conocimiento, a los 12 años (1978) logré desarrollar un pequeño juego básico para Commodore 64 con mi motor Graphic Basics, que envié a una compañía llamada HESware (Human Engineered Software). Gracias a ese juego me contrataron para trabajar con ellos, pero como en esos tiempos el desarrollo de juegos no era un mercado rentable, a los seis meses quebró la empresa, por lo que decidí volver a la Universidad.
¿Cómo llegó a trabajar en Lucas Films Games con tan poca experiencia y siendo tan joven?
La verdad es que todos teníamos poca experiencia y éramos muy jóvenes en ese momento. Estuve unos años estudiando y a través de un contacto recibí el llamado de alguien de Lucas Films contándome que en el área de desarrollo de juegos lanzaban títulos para Atari y les interesaba conocerme. En esos tiempos los contenidos eran desarrollados para las principales plataformas del momento: Atari y Commodore. Mi conocimiento de C64 me permitió trabajar con ellos en la migración de títulos de Atari 800 a C64, pero ese trabajo me llevaba todo el día y comenzó a ponerse aburrido. Todos los que llegábamos al Rancho Skywalker en esa época estábamos convencidos de que íbamos a hacer algún juego relacionado con Star Wars. Pero George Lucas había cedido los derechos de desarrollo de videojuegos de Star Wars a otras compañías, lo que hizo que pasáramos de la decepción a cierto nivel de relajación, para poder crear títulos propios, además de estar en una oficina por donde nadie pasaba ni sabía quién trabajaba. En esos tiempos conocí a Gary (Winnick) con quien comenzamos a trabajar sobre el concepto inicial de Maniac Mansion utilizando mi motor Graphic Basics (futuro SCUMM).
¿Conocía a otros desarrolladores de videojuegos de esos tiempos?
A pesar de que era un circuito muy pequeño el de los desarrolladores de juegos, al no haber medios de comunicación como internet era prácticamente imposible relacionarse, por lo que la mejor forma de aprender o estar al día de las novedades eran las revistas especializadas en tecnología y desarrollo, o trabajar con colegas cercanos, además de probar, probar y probar.
¿Cuál es su principal inspiración o influencias para crear historias?
Me gusta mucho mirar películas y series, me gusta el cine de terror y el cine clase B. Me encanta comenzar historias de elementos interesantes dentro de otra historia. Leo mucho también y a veces construyo una historia mezclando algún hecho o personaje que leí con algo que vi en una película. Dentro de mis mayores influencias puedo nombrar a Stephen King y Dan Simmons.
¿Cómo ve la industria de videojuegos actual comparada con la de otros tiempos y el trabajo de las grandes empresas de desarrollo?
Personalmente no me atrae el proceso de diseño de títulos AAA en grandes empresas con presupuestos gigantes, donde casi no terminás de conocer a todos los que trabajan ahí. Prefiero equipos de 10 personas o menos, donde se pueda experimentar, sin un calendario tan rígido como el de las grandes empresas.
Respecto a la actualidad, creo que la movilidad ayudó mucho a sembrar millones de desarrolladores independientes, equipos pequeños y devolverle esa esencia “under” que tuvo la industria en sus comienzos, sólo que ahora es más simple llegar a los jugadores, gracias a tabletas, notebooks y teléfonos, con historias pequeñas y atractivas. Igualmente, hoy usamos los dispositivos móviles para jugar de forma más casual, en un aeropuerto o una espera corta.
¿A esa facilidad de desarrollo la ve como una competencia o como una ventaja para mejorar?
Definitivamente es más competencia, aunque sin dudas es mucho más sano para la industria, que tantas personas desarrollen juegos, piensen dificultades, creen historias, es algo muy bueno para el rubro.
¿Es consciente de su status dentro del mundo del desarrollo de juegos, casi de culto, como el de una estrella de rock clásica?
A veces siento mucho placer por el reconocimiento, pero no es fácil de llevar, ya que podés cometer el error de quedarte atado al pasado y no crecer.
Por otra parte, quizás la mayor presión se siente cada vez que decidís comenzar a trabajar, no te voy a mentir, pensás en que tu público espera de vos algo mejor que lo anterior y no querés caer en un retroceso dentro de tu carrera. Lo importante es tener un criterio para hacer las cosas de la mejor forma y saber que siempre habrá jugadores dispuestos a disfrutar de una buena historia.
¿Monkey Island fue su mejor logro como desarrollador?
Monkey Island no fue un gran éxito comercial, pero lo que más valoro de esa experiencia es que se haya convertido en un éxito cultural, lo que genera de cierta forma mayor presión que el éxito comercial por parte de tus fanáticos. Incluso a Stephen King le ha pasado de sentir esa presión cultural por escribir cada vez mejor, al punto de tener que utilizar apodos para lanzar productos que podrían llegar a tener poco éxito. Como te decía antes, yo siempre trato de contar buenas historias.
Con más de 30 años de experiencia en el mundo de los juegos, ¿qué opina de los desarrolladores jóvenes actuales?
Por suerte, los jóvenes comienzan con mucha experiencia adquirida en forma autodidacta y nada de miedo. Ellos prueban mil cosas para descubrir nuevas cosas, lo que hace que aparezcan resultados muy interesantes en algunos casos. Algo parecido a lo que nos pasó con Maniac Mansion cuando tenía 21 años. Con Gary realmente sabíamos poco en esos tiempos, por lo que cada idea nos llevaba a un loop de experimentación para conocer también las herramientas y sus posibilidades, lo que muchas veces terminaba generando mejores resultados.
Esto hace que hoy, con tantos años de experiencia, pueda ver errores que cometen los jóvenes y corregirlos en el momento, algo que neutraliza esa capacidad que tienen ellos de insistir sobre un error y llegar a algún nuevo descubrimiento. Es muy placentero ver que, a pesar de que los tiempos cambiaron, la dinámica termina generando un resultado similar.
¿Qué producto o tendencia le gusta de estos tiempos?
La Realidad Virtual; creo que es lo más disruptivo que existe en la actualidad, pero aún le falta mucho tiempo de trabajo, estimo unos 20 años de desarrollo por delante para tener un producto sólido y convincente.
¿En qué estado se encuentra el trabajo con Thimbleweed Park, la aventura gráfica que lo unió nuevamente con Gary Winnick?
Fue un proceso muy relajado y divertido desde el comienzo. Utilizamos la misma dinámica con la que trabajamos en Maniac Mansion en los tiempos de Lucas Films Games. Tenemos un sentido del humor muy similar y eso hace que todo funcione mejor.
¿Volvería a trabajar una secuela de Monkey Island?
Hoy en día las licencias de Monkey Island pertenecen a Disney (propietaria de Lucas Arts) y a pesar de que trabajé asesorando a los equipos de desarrollo de las versiones posteriores (Gilbert sólo trabajó en The Secret of Monkey Island y Monkey Island 2: Le Chuck's Revenge), y que originalmente lo pensé como una trilogía, creo que no podría trabajar bajo el seguimiento de una gran compañía ya que es un producto con el cual deseo tener el control total de la historia y desarrollo. Pero si, me gustaría poder cerrar la trilogía.
Luego de esperar 25 años... ¿podría decirnos cuál es el secreto de la isla de los monos?
[Risas] El gran problema de Monkey Island es ése, que hayas esperado 25 años para saberlo y no lo hayas averiguado vos mismo. Me sorprende que la gente todavía juegue y ame Monkey Island. Nunca lo hubiera creído en aquel entonces. Es difícil para mí entender lo que significa Monkey Island para los fans.
La influencia del juego en los fans ha llegado a Gilbert a través de cartas donde le preguntaban si podían bautizar a un hijo con el nombre de Guybrush, el personaje de Monkey Island; personas que le contaron que aprendieron inglés jugando; casamientos temáticos y hasta un joven que confesó que el único momento en el que se llevaba bien con su padre era cuando jugaban juntos.
"Si me preguntás por qué Monkey Island se mantuvo vigente a lo largo del tiempo, te respondería que no tengo idea -admite Gilbert-, que quizás el secreto está en contar buenas historias."
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