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Todavía le dicen "el pueblo". Aunque ya no se vean caballos y muchas de sus calles se hayan asfaltado, la comunidad de Ingeniero Maschwitz no pierde el apego a la naturaleza, la cultura de puertas afuera y una energía de eterno verano.
Esa impronta atrajo a sus vecinos, muchos de los cuales mandan a sus hijos a las escuelas Waldorf ?hay dos en el barrio?, tienen conciencia ecológica y eligen comer lo que da la tierra. Ellos mismos son los que pusieron la piedra fundacional de este circuito a pocos metros de la Panamericana (ramal Escobar), que consta de tres galerías a cielo abierto diseñadas a partir de materiales de demolición, con una onda entre vintage y rústica y una oferta amplia que incluye las cocinas veggie, mediterránea, árabe y peruana, además de sushi, parrillas y casas de té, entre galpones de decoración y galerías de arte.
Si bien muchos de sus habitués son los que viven en los countries y quintas cercanas, los fines de semana se llenan de gente de otros barrios que lo visitan en plan de escapada, se contagian de su alma pueblerina, sacan fotos y recorren las galerías en ojotas, como si recién volvieran de la playa.
PASEO MENDOZA
La idea de cinco familias amigas era crear una alternativa bohemia a los desangelados shopping cerrados, que reuniera proyectos de marca propia donde cada uno pudiera compartir lo que hace. Así se gestó este paseo hace unos diez años, con pasarelas de madera entre añosos árboles, en total sintonía con el entorno, que se fue ampliando y sumando nuevos espacios.
Entre locales que venden piedras de cuarzo, plantas suculentas, juguetes de madera y un taller de percusión, funciona Matryoshkaté, una esquina con mesas de máquinas de coser donde suena Ella Fitzgerald y tiene lugar la ceremonia del té a la manera inglesa, con blends artesanales servidos en teteras abrigadas con fundas tejidas para que no pierdan calor, y un reloj de arena para tomar la infusión en el momento justo. Rocío Iturralde, su creadora y sommelière de té recomienda dos variedades: el pu-erh (rojo), una mezcla de frutilla y vainilla de sabor oxidado, y el Ganges chai, una base de Rooibos en un intenso masala (mezcla) de especias, que se pueden acompañar con ricas tortas, scons y licuados de frutas.
Ramona es la apuesta fuerte en el rubro cocina, un bistró de 40 cubiertos al lado del taller de la artista plástica Inés Repetto y sus mujeres pintadas de ojos grandes y profundos. "Surgió como una cocina entre amigos", cuenta su dueño, Gonzalo Recalt, cuando el paseo ni siquiera estaba construido. Algo de ese origen casero y familiar se huele en su ambiente, decorado con botellones de vidrio y marcos antiguos. La carta pegada sobre un LP es breve pero tentadora. Para arrancar, tienen mucha salida la degustación árabe para dos (falafel, tabule, puré de berenjenas, humus y keppe) o la de brusquetas. Conviene seguir con los sorrentinos de queso azul, pera y nuez; el solomillo de cerdo con chutney y puré de batatas, o el imbatible salmón teriyaki apanado con sésamo y miel. La ensalada de la casa trae espinaca, champiñones frescos, panceta crocante, tomates caramelizados, huevo poché y croûtons.
Para comer al paso o tomar algo de noche está El Chiringuito, un bar con mesas afuera que ofrece cuatro tipos de cerveza artesanal tirada, tapas, hamburguesas y pizzas caseras. Trébola es la opción de batalla, bien familiar, con ensaladas, sándwiches, tortillas, pastas, algunos platos más elaborados y precios razonables. Algunas noches tocan músicos a la gorra y hay shows para chicos.
MERCADO DE MASCHWITZ
Lejos del Riachuelo pero con reminiscencias de La Boca, esta galería construida con coloridas chapas y maderas, balcones y adoquines, tiene algo de escenografía y viaje en el tiempo. Una puerta de hierro da la bienvenida junto a una verdulería con cajones llenos de manzanas y naranjas donde se abastecen locales y visitantes.
En la planta baja están los restaurantes. Ley Primera salta enseguida a la vista y al olfato, una auténtica parrillada para romper con el mito de que Maschwitz es sinónimo de vegetariano. Tiene los cortes tradicionales de carnes que traen a la mesa con el clásico pingüino lleno hasta el tope del vino de la casa. Dos de sus caballitos de batalla son el ojo de bife con panceta y huevo frito, y el salmón con papas cuña. También sirven buenas pastas, platos al horno de barro y ensaladas, en un salón ambientado con vidrios de colores y maderas, y una extensa galería.
Justo en frente está Cata, mucho más que un puesto de quesos y vinoteca, como ellos mismos se definen. Mezcla de bodegón cool y anticuario, con mesas de los años 50, botellones y tapas de vinilos, presenta una carta variada y estacional con productos frescos que se exhiben en una gran heladera. De día ganan las súper picadas ?imperdible la "Cata", con chorizo seco español, salame a las hierbas, camembert y queso de cabra? y los sándwiches gourmet (el de carne de tacos, philadelphia, tomates y cebollas; el de jamón crudo y brie) que se digieren mejor con un vermouth o un Aperol. A la noche se visten las mesas y se iluminan con muchas velas. Es el turno de la pesca del día (suele ser brótola) y el carré de cerdo con chutney de manzana. Antes, son buena elección las brochettes de langostinos y salmón a la lima y las brusquetas de boquerones que llegan con una copita de jerez de invitación.
A pasos se encuentra Lulú Café, un rinconcito de inspiración francesa ideal para desayunar o tomar el té, que se presta para la charla y la lectura. Es un festín para golosos: hay muffins, tartines y alfajorcitos, todo casero y hecho en el día, pero también tentaciones saladas como scons de queso y huevos revueltos, y una carta de cafés especiales y limonadas.
Al final de la galería aparecen El Zeppelin, heladería y cafetería de platos sencillos como chivitos y hamburguesas, y La Anita, una sucursal del clásico del Bajo San Isidro que vino a ocupar el local del almacén orgánico La Verdolaga, donde se consiguen semillas, aceites y harinas integrales. A los platos vegetarianos les sumó pescados y logró transformar el espacio con esa estética de cantina canchera de manteles a cuadros y banderines. Dentro de la carta figuran unas quesadillas con guacamole, un risotto de calabaza con arroz yamaní, espaguetis con salmón, y la pesca del día con rúcula y alcaparras.
Las cocinas étnicas también pidieron pista en el mercado. Primero fue Shukran, pequeño restaurante árabe creado por una familia libanesa donde se puede degustar fatay, hojas de parra rellenas, kebbe y arroz a la persa, para cerrar con un buen café a la turca y odaliscas que bailan entre las mesas.
Hace apenas dos meses abrió Alto Perú, la segunda aventura barrial de Gonzalo Recalt. Su nombre lo dice todo: ceviches, tiraditos, causas y papas a la huancaína preparados por cocineros peruanos, prometen ser la nueva sensación.
QUO CONTAINER CENTER
El último paseo comercial del barrio es ciento por ciento sustentable e inédito en el país, construido con 60 contenedores de transporte marítimo en desuso, traídos desde el puerto porteño. Al estilo de ciudades europeas como Londres y Ámsterdam, se concibieron techos verdes, paneles fotovoltaicos y pisos con tapitas de gaseosa para su estructura futurista, que alberga 34 locales a tono con el concepto eco-friendly.
Uno de ellos es Fresh Way, un paraíso de veggies creado por Ana Repetto, chef especializada en comida naturista. Tuvo un pasado corporativo en una empresa multinacional de alimentos y un día decidió pasar del otro lado del mostrador para generar alimentos con conciencia. El cambio fue sin medias tintas. Después del éxito de intervenir un comedor escolar con comida saludable, se lanzó hace tres meses con este proyecto, que consta de un almacén de productos orgánicos, un buffet self service y un par de mesas para comer en el lugar. También está la opción de llevar, tipo viandas. Todo es cocinado al vapor, nada frito, y muy sabroso. Algunos ejemplos: crêpes de espinaca, wok de verduras con tofu y albóndigas de zanahoria y avena.
Otra novedad es Tres cocina inmigrante. Se trata de un bar de tapas españolas, muy apropiado para una cena con sobremesa larga, donde el cocinero Guillermo Masotta y su equipo diseñaron un menú infalible a base de patatas bravas, langostinos, bondiola braseada, pan tumaca, jamón ibérico y pulpo.
No faltan en este nuevo shopping 2.0 el cafecito artístico, un local de sushi nikkei, parrilla, heladería y una pizzería, entre propuestas de decoración y algunos locales que están en proceso de construcción y son, por el momento, un misterio. Lo cierto es que esto recién empieza.
DATOS ÚTILES
PASEO MENDOZA
Mendoza 1578.
Matryoshkaté
Martes a viernes de 9 a 19. Sábado y domingo, a partir de las 10.
Ramona
Martes a sábado, mediodía y noche. Domingo, sólo mediodía. Conviene reservar.
El Chiringuito
Martes a domingo, hasta las 4.
Trébola
Martes a domingo, mediodía y noche.
MERCADO DE MASCHWITZ
Mendoza 1731.
Cata
Todos los días menos martes, mediodía y noche.
Ley Primera
Todos los días, mediodía y noche. Sólo efectivo.
La Anita
Martes a domingo, mediodía y noche.
Lulú Café
Martes a domingo, de 9.30 a 19.30.
Alto Perú
T: (0348) 444-1154.
Martes a domingo, mediodía y noche.
QUO CONTAINER CENTER
Mendoza 1667.
Fresh Way
Martes a domingo, de 9 a 20.30.
Tres cocina inmigrante
T: (011) 6604-4519.
Martes a domingo, mediodía y noche. Sólo efectivo.
Por Cintia Colangelo. Nota publicada en revista Lugares n° 239, marzo 2016.


