KOTA BEACH BY AMAROK
No es condición tener una 4x4 para disfrutar del inverosímil paisaje de bosque, mar y dunas de La Frontera. La nueva apuesta de Pinamar Norte se llama Kota Beach by Amarok y es lo más parecido a un oasis en esa geografía desértica.
Diseñado por la arquitecta Laura Bernaola -creadora también de los balnearios Neruda y Hemingway, en Cariló-, e inspirado en la geometría de la obra Línea Transversal de Kandinsky, el parador funciona como un original hub en el cual conviven la tradicional vida playera con el arte, la música y la moda.
Aquí no existen las tradicionales carpas de lonas rayadas: se ofrecen sombras y camastros para disfrutar de la playa incluso cuando el sol arde. El día transcurre entre lecturas acariciadas por la brisa del mar, un shot de adrenalina en el test drive de Volkswagen (main sponsor del parador), un partidito de fútbol o beach volley, un torneo de strike (el juego de pelota que es furor en la playa), una pausa para disfrutar de un fresco poke bowl en la terraza rodeada por imponentes esculturas y, a partir de las 18, la ceremonia del atardecer musicalizada por un DJ.
Para los más chiquitos, a las actividades a cargo de Animar, que incluyen desde clases de arte hasta torneos de fútbol, se suma una propuesta imbatible: todos los días, de 16 a 18, tienen la posibilidad de "manejar" las Amarok kids en la playa. Son 4 minicamionetas que funcionan a batería y son dirigidas a control remoto por un adulto (los turnos se asignan por orden de llegada). Quienes no cuenten con vehículo 4x4, pueden estacionar en el pre beach del parador y experimentar el manejo todoterreno a bordo de una UTV que los llevará hasta Kota sin cargo.
FEDRA’S BEACH
Es la versión playera de un dúo de restaurantes que son un éxito en el bajo de San Isidro: Fedra’s Garden y Malloy’s. Concebido como una versión argentina del all inclusive mexicano, la propuesta es que en la playa se haga mucho más que tomar sol. Para eso, el parador cuenta con un coordinador deportivo que organiza partidos de fútbol, torneos de vóley y actividades en el mar; una bailarina brasileña que pone a todos a practicar zumba y, después, a elongar con una clase de stretching.
A las 16, frente a la barra de la playa, se enciende el micrófono de Dennise Romano, para hacer la previa del atardecer con acústicos en vivo de música británica y caipi de maracuyá y frutilla en mano. Como fin de fiesta, una sesión de masajes y reiki. En el restaurante, por su parte, brilla la cocina de Fabricio Petrelli, quien durante el año está a cargo de los fuegos de Asia de Cuba, también propiedad de los dueños del balneario.
De día, la carta es fresca, con ceviche, tiraditos y ensaladas. La estrella es la ensalada Zu, una sinfonía de verdes orgánicos, langostinos pochados en lima, paltas, ananá a la parrilla y aderezo oriental. Por las noches, los platos son más rústicos y los fusilli con mollejas y mejillones, protagonistas. Un diferencial: las carpas son piramidales y más amplias que las tradicionales. Además, ofrece coquetos camastros para descansar bajo el cielo azul.
PARADISE BEACH CLUB
Todo comenzó cuando Luis Sanza conoció la playa Paradise en Mykonos. Algún día lograría reproducir esa combinación perfecta entre buena música, gastronomía de primera y deporte que lo había cautivado. Las vueltas de la vida lo llevaron a Pinamar, donde empezó atendiendo un chiringuito en Ostende hasta que, años después, se le presentó la oportunidad de comprar su propio balneario.
Ahora es el comandante de esta nave playera a la que bautizó Paradise, por supuesto, y en la que no faltan los atardeceres musicalizados por un DJ, los torneos de fútbol, vóley y truco para conocerse con los vecinos de carpa, las actividades para que los chicos se diviertan y los padres se relajen, e, incluso, la posibilidad de ver cómo se transmite un programa de la radio Metro en vivo, que eligió Paradise como base de operaciones en la costa.
El plato más fuerte del balneario es su restaurante, Negroni, donde el sushi y la coctelería de Diego Buttazzi son las estrellas de su carta reversionada para la playa. El balneario ofrece, además, beneficios para lectores de La Nación, entre otras promociones.
LA POSTA DEL MAR
Pinamarense de pura cepa, este tradicional balneario céntrico reabrió completamente transformado. Atendido por sus dueños, el espíritu de La Posta del Mar es netamente familiar.
El objetivo no es sólo que grandes y chicos lo pasen bien (ofrece recreación infantil todos los días de 10 a 19), sino que además puedan disfrutar un día completo de playa, desde el desayuno hasta la cena.
Su restaurante propone platos ricos y sencillos a precios accesibles que permiten darse el lujo de no volver a casa hasta que cae el sol. A la mañana, cafecito italiano con medialunas de La Jirafa y ricos budines; al mediodía, algún sándwich rápido; a la noche, parrilla.
La Posta mantiene tradiciones que ya son un clásico entre los que lo eligen cada año: desde el fogón nocturno y la búsqueda del tesoro entre las carpas, hasta la noche del cordero, en la que el balneario agasaja a todos sus clientes con sándwiches de esta carne asada.