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Es posible recorrer las salineras y observar de cerca el trabajo de extracción, a fuerza de pico y pala. Raúl Atapaucar es el gerente de Marasal, cooperativa que nuclea a las 450 familias propietarias de los pozos, oriundas de Maras y del pueblo vecino de Pichingoto. "Los pozos son preincaicos y no se compran, se fueron heredando de generación en generación", cuenta. "El agua del manantial no tiene microrganismos, no viene del mar", asegura. También explica que no se sabe de dónde proviene el agua que baja de la montaña y alimenta los piletones a través de angostos canales. Cada tres días, dos trabajadores "regadores" regulan la cantidad de agua que entra a cada pozo: tapan o destapan la entrada con una piedra. El período de solidificación es de 30 días, cuando la sal es barrida y envasada en sacos de un quintal. Se extraen tres variedades: flor de sal (la más blanca y pura), que se saca de la superficie; luego la rosada, que tiene arcilla en su composición (famosa entre los cocineros del mundo), y por último la de uso industrial, la más oscura, y no es comestible. En las salineras hay tres almacenes donde le agregan sodio y yodo. El trabajo se hace sólo en época seca: de abril a octubre.
Mirá el video y recorré las Salineras:
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Nota publicada en julio de 2015.



